/ Javier González de Durana /

Simon says… es un juego para tres o más personas (por lo habitual, niños). Uno de los participantes es Simón y dirige el desarrollo del juego. Los demás deben hacer lo que Simón dice. El meollo está en la frase Simón dice. Si dice Simón dice salta los jugadores deben saltar o quedan eliminados. Si dice simplemente salta, pero no dice Simón dice, no deben saltar o quedarán eliminados también. El espíritu del mandato es lo relevante, no las acciones, de modo que si se dice Simón dice que toques la punta del pie el jugador debe intentar tocarse los dedos del pie. Lo que se juega es la capacidad para distinguir entre las órdenes válidas e inválidas, más que demostrar la capacidad física para cumplirlas. Es tarea de Simón conseguir que cada participante quede eliminado lo antes posible y cada participante debe tratar de permanecer dentro del juego todo el tiempo que pueda. Gana el último en mantenerse en el juego.

A falta de un Simón al alcance de la mano tenemos un obispo Segura que dice cosas para que se las creamos, aunque lo cierto es que ofrece poca base para que se le pueda creer a tenor de lo que dice. El domingo pasado la prensa local publicó una entrevista que se le hizo. Empecé a leerla y enseguida me desanimé. A preguntas sobre los casos de pederastia en Bizkaia fue respondiendo que «yo entonces no estaba en Bilbao y no tengo todos los detalles», respecto al caso concreto de Gaztelueta dijo que «no soy experto en Derecho Canónico, pero no sé hasta qué punto va a poderse instruir un caso respecto a un laico», y en cuanto a las investigaciones de la UPV afirma que «no he visto el borrador definitivo»… En fin, «no sé…, no estaba…, no he visto…», pocas cuestiones parecía dispuesto a aclarar. Incluso, el perdón a las víctimas lo desliza al final y tras afirmar que «los curas afectados en Bizkaia no son tantos como han podido ser en otros sitios», lo que al parecer le alivia el ánimo. En definitiva, balones fuera y melifluo reconocimiento de algunos pocos casos cuando el pus y sus abscesos no se pueden tapar ni alejarlos a otro lugar («él pidió irse», asegura al mencionarle el único caso conocido de un sacerdote acusado y trasladado a otro país). Ya. Típica actitud de la iglesia católica con ese lenguaje escurridizo y ambiguo con el que pretende ocultar sus intenciones y pecados, sin conseguirlo.
Lo que quiero comentar ahora son sus declaraciones referidas al solar urbano en las calles Lersundi-Heros-Barrainkua, donde desde hace años el obispado viene planeando un pelotazo urbanístico frente a las reivindicaciones vecinales de convertirlo en una plaza o espacio público. En la línea de sus respuestas anteriores, por si acaso, dice que él no estaba en su origen: «Es un proyecto que empezó con el obispo anterior», o sea, que el actual se vio obligado, con ganas o sin ellas, a subirse a un tren ya en marcha. «Me consta que la propuesta del obispo era otra» declara, como dando a entender que esa «otra» era mejor que la actual, debiendo recordarle que esa «otra propuesta» para este emplazamiento era construir un bloque de viviendas de lujo. El ayuntamiento no se atrevió a semejante modificación del Plan Urbanístico, pasarlo de estar calificado como exclusivamente «docente» (lo que era) a ser «residencial» (lo que pretendía del obispado), aunque Segura asegura que fueron los consejos diocesanos los que no le dieron apoyo. Venga…
Empujado por los consejos diocesanos a entrar por el actual camino, «tortuoso» le puntualiza la periodista Alba Cárcamo, responde que «no diría tortuoso», como entendiendo que cupiera pensarse otra cosa, sino «en el que legítimamente nos encontramos» -el camino es legal y legítimo o no lo es; es sí o es no, nunca puede ser «diría que sí» o «diría que no»-, en cuyo recorrido se encuentran «con otros intereses de personas que no quieren que aquello (el solar), pudiendo ser una plaza pública, se convierta en un edificio». Con esta forma vaporosa de referirse a los vecinos del Ensanche -«otros intereses de personas»-, asegura Segura que «hay que funcionar según lo que dicta el derecho, con lo que dictan los tribunales», sí, claro, después de retorcer la normativa legal hasta conseguir recalificaciones urbanísticas perjudiciales para los vecinos y convenientes a los intereses mercantiles del obispado, concluyendo que «en algunas sentencias específicas el Ayuntamiento ha ganado». Ha habido una única sentencia en el TSJPV, que es la que está en casación en el TS; habla de “sentencias”, pero sólo ha habido una. El ayuntamiento, el gran aliado del obispo-Simón en esta cuestión, ha tenido actuaciones de dudosa ortodoxia y validez para satisfacer órdenes clericales. Al haber ganado una sentencia, siente fortalecido su objetivo y afianzada su posición, aunque faltan más sentencias y no debería suponer Segura que, seguramente, las vaya a ganar. La recalificación urbanística que, con oscuridad, logró del ayuntamiento para este solar especifica que el cambio es para construir la sede diocesana, no una clínica.
Segura says… lo que quiera decir, pero no va a lograr confundir a los vecinos con sus palabras, con las que dice y con las muchas que calla, los vecinos no son niños ni quedarán fuera de juego. Segura da su proyecto como ineludible, pero los tribunales tienen aún mucho que decir.

«Saint Libéral», panel de retablo, pintado por Leonardo Boldrini, activo en Venecia entre 1452 y 1498, óleo sobre tabla, hacia 1475. Musée des Beaux-Arts de Dijon, Francia.
Un comentario sobre “Asegura el obispo Segura…”