Javier González de Durana
Otro de los platos fuertes constituyentes de la Bienal de Arquitectura de Euskadi es, como ya lo fue en la edición anterior, la presentación del Premio Peña Ganchegui, dirigido a arquitectos con menos de diez años de experiencia y que se hayan titulado o tengan su actividad en el País Vasco, lo que en otras palabras significa Premio a la Joven Arquitectura Vasca. Esta iniciativa fue creada en 2017 por el Archivo Peña Ganchegui en colaboración con la Dirección de Vivienda y Arquitectura del Gobierno Vasco. El reconocimiento no se concede a una obra concreta, sino que se premia la trayectoria incipiente, pero emergente, de un arquitecto o equipo liderado por uno o varios arquitectos por el conjunto de sus trabajos que pueden ser de diversa índole.
En esta ocasión de 2019, los miembros del Jurado fueron Eduardo Mangada, Eva Prats y Moisés Puente, quienes seleccionaron a los seis finalistas de entre el conjunto de candidaturas presentadas. La deliberación tuvo lugar el pasado mes de julio, se realizó en presencia de los representantes de las instituciones convocantes, Rocío Peña (Archivo Peña Ganchegui) y Pablo García Astrain (Gobierno Vasco), actuando como secretario el coordinador del galardón, Mario Sangalli, y el 10 de octubre se dio a conocer el nombre del ganador.
Ganadores debería decirse puesto que sus merecedores fueron los arquitectos Ane Arce e Iñigo Berasategui, miembros fundadores del estudio AZAB, de Bilbao. A primera vista, resulta un tanto sorprendente que se mencione sólo a Arce y Berasategui, puesto que ese estudio está integrado también por Cristina Acha y Miguel Zaballa, quienes junto con los apellidos de los anteriores forman el acrónimo AZAB. Sólo los primeros tienen menos de diez años de trayectoria (se graduaron en 2013 y 2014), así que, aún cuando el trabajo actual sea de los cuatro, una interpretación estricta del reglamento del Premio deja fuera a los otros dos colegas (graduados en 1999 y 2005).
Es cierto, por otra parte, que hasta febrero de 2018 formaron equipos diferenciados: Acha Zaballa Arquitectos entre 2006 y 2018, de un lado, y BEARCHITECTURE, de 2015 a 2018, de otro, resultando que BEAR (o sea, Arce y Berasategui) desplegó un singular activismo cultural-arquitectónico. Con su asociación colaborativa en el proyecto «Ocho casas», presentado al concurso de ideas para el barrio pacense de El Campillo y convocado por el Ayuntamiento de Badajoz y el Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura (COADE), Acha Zaballa Arquitectos + BEAR fueron seleccionados como uno de los diez equipos a los que se encargó la elaboración de proyectos más desarrollados. Con el nombre de «La casa por el tejado», un año después, es decir, este mismo año, y ya como AZAB, ganaron el primer premio de aquel concurso para construir cuatro edificios de apartamentos de protección oficial en bloques urbanos enteros, con espacios comerciales y aparcamientos, dentro del núcleo histórico de Badajoz (Ver post-scriptum).


Sea como fuere, si bien Arce y Berasategui personificaron la recogida del Premio, todos hemos entendido que parte del mismo corresponde a AZAB, ya que si bien la documentación presentada en las vitrinas de la exposición se refiere al mencionado activismo de BEAR también se hace alusión explícita a una conocida obra realizada por AZAB. Paralelamente, no puede olvidarse que Acha participó en 1999 en la ejemplar remodelación de la nave Ilgner -central proveedora de electricidad para AHV Altos Hornos de Vizcaya, construida en 1927-, en colaboración con el arquitecto de José Luis Burgos, director de MECSA, para reconvertirla en una incubadora de empresas, así como en la rehabilitación y ampliación del Convento de San Jerónimo (siglo XV), en Badajoz, y en la rehabilitación de los túneles mineros y la reurbanización del área protegida circundante en Castro Urdiales.
La trayectoria profesional de AZAB inició su vuelo magnífico a partir de la unión de sus cuatro integrantes el pasado 2018: *impartieron una conferencia en la Escuela de Arquitectura de San Sebastián en la que razonaron su ideario-manifiesto que más adelante citaré, *quedaron finalistas en el Premio COAVN 2019 en el apartado de Interiorismo (también fueron finalistas en los FAD por este mismo trabajo, una intevención en una bajocubierta, espacio no diseñado como vivienda en el proyecto original de Ricardo de Bastida del año 1920), así como en el de Arquitectura con la escuela primaria de Igorre, *fueron uno de los seis equipos seleccionados en el concurso para la reforma del Museo de Bellas Artes de Bilbao al que concurrieron junto con los daneses BIG y los madrileños Proskene, sobre cuya propuesta ya ofrecí un comentario aquí, y, finalmente, *su trabajo en la plaza de Mallabia les proporcionó un amplio y merecido reconocimiento por las revistas especializadas. Tenía ganas de escribir sobre AZAB desde el momento en que conocí esta plaza en Mallabia hace algunos meses. Con lo del Museo de Bellas Artes me limité a reflexionar sobre la idea museística presentada, pero este Premio Peña Ganchegui me permite aludir al equipo como unidad laboral y a su obra y pensamiento en conjunto.
Su Manifiesto dice así: «Entendemos la arquitectura como una práctica estética que impulsa una fuerza potencialmente transformadora. De este modo, exploramos los márgenes entre política, orden social, relaciones humanas y diversión a través de la producción de imágenes, espacios, objetos, textos o edificios. Nos involucramos en la capacidad primitiva de la arquitectura como mediadora entre el individuo y su entorno capaz de producir, ampliar y unir sentimientos, ideas y conflictos. Rechazamos las oportunidades efímeras al enfocar nuestro trabajo en el desarrollo de un lenguaje crítico para brindar una respuesta optimista pero irónica a las diferentes realidades sociales. Nos escapamos de las soluciones dadas, proponiendo a cambio una rigurosa metodología exhaustiva basada en una investigación que abarca toda la realidad. No renunciamos a formalizar la solución dirigida, a actuar como un simple escultor de la vivienda. Aspiramos a superar el problema operativo y alentar una nueva lectura y comprensión del territorio. Un flaneur en la búsqueda constante de oportunidades siempre con respuestas atrevidas. Un agitador y un facilitador que busca la rehumanización de la ciudad con el respaldo de la ciudadanía».
El jurado resaltó la confianza de Arce y Berasategui en «la capacidad transformadora y recualificadora de la arquitectura para poder transformar la ciudad y las maneras de encontrar nuevos usos de la misma, tanto en sus propuestas construidas como en las más especulativas. Además de valorar positivamente sus propuestas de Acción Cultural, se destaca entre los trabajos presentados la Herriko Plaza de Mallabia«. Entre las propuestas de Acciones Culturales presentadas en la exposición se cuenta con (1) Inception. Perversión Urbana, una drástica intervención transformadora del antiguo edificio del Banco de Vizcaya en la Plaza Circular de Bilbao, (2) la proclama-declaración del proyecto Bicloud. Cultura de guerrilla, una investigación trans-media orientada a disponer de un espacio físico-virtual para usos colectivos intermitentes a partir de una solución constructiva neumática cuyas características eran la movilidad, el baje coste y la facilidad logística, y (3) la presentación de las carátulas de libros, conferencias y ponencias en las que participaron.



La intervención en la plaza colindante a la iglesia y al ayuntamiento de Mallabia, un pequeño núcleo rural de la Bizkaia profunda, buscaba la actualización de un espacio público relevante en la vertebración de la vida social del municipio, un lugar emblemático que demandaba recuperar su transcendencia comunitaria. Para lograrlo AZAB escapó tanto del fetichismo ruralista como de lo descontextual, asumiendo que la globalización afecta también a estos pequeños y apartados rincones campesinos al facilitar la inserción en ellos de una estética global caracterizada por la tecnología y la imagen, logrando un trabajo estéticamente híbrido al conectar referencias culturales filosóficas, éticas, científicas y aquellas otras ligadas al disfrute del ocio. Una cubierta como un origami translúcido, un resultado de sencillez formal y singularidad visual proporcionadas por estructuras en madera laminada de pino radiata para cuya construcción se requirió la colaboración de la especializada empresa navarra Madergia.
Los otros seleccionados finalistas fueron Amaia Arana, ELE Arkitektura, Carlos Garmendia, LA-NA Architects y MUGARA. El jurado quiso resaltar con una Mención Especial a ELE Arkitektura (Eduardo y Eloy Landia) por su «buen hacer en la arquitectura, el magnífico manejo de espacios y materiales, y la coherencia en todos sus planteamientos«, destacando su Pabellón Equino, en Aulestia, y la rehabilitación y ampliación de la ikastola Kurutziaga, en Durango.
El montaje de la exposición es bueno, claro y directo, y para este caso el espacio del antiguo convento de Santa Teresa funciona correctamente. Tan sólo los textos serigrafiados sobre dibond o aluminio, aunque elegantes, no se leen con comodidad por los reflejos de las luces.
Post-scriptum, 2.XII.2019.- Me informan Ane Arce e Iñigo Berasategui que la plaza de Mallabia es una obra diseñada, proyectada y dirigida en exclusiva por ambos, siendo la última que hicieron antes de formar Azab.

