Rehabilitación del «portaaviones»: arquitectura más allá de la Bienal (I).

Javier González de Durana

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Fotografías de Pedro Pegenaute.
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Fotografía de Pedro Pegenaute.

Sin haber dado por finalizado el repaso a lo más destacable, en mi opinión, de la Bienal de Arquitectura de Euskadi Mugak 2019, quiero ir mencionando otros aspectos que, sin estar relacionados directamente con ese evento cultural al no formar parte de sus contenidos, llaman la atención durante estos días en San Sebastián. Hoy me fijo en la revitalización del edificio «portaviones» del puerto de San Sebastián por el estudio de arquitectura VAUMM Architects, dirigido por Marta Álvarez Pastor, Iñigo García Odiaga, Jon Muniategiandikoetxea Markiegi, Javier Ubillos Pernaut y Tomás Valenciano Tamayo. VAUMM recibió el encargo de renovar un edificio popular en el puerto de San Sebastián, conocido como el «portaaviones». Manteniendo la idea de «tradición y modernidad», VAUMM diseñó un nuevo recinto de gres porcelánico, piezas hechas a mano en seis tonos de blanco colocadas en la fachada, como metáfora del aspecto de diversidad de las fachadas que dan al puerto.

En 1943, el ingeniero Luis Tolosa construyó una estructura de hormigón armado en el puerto de Donostia-San Sebastián siguiendo la lógica del movimiento moderno y ocupando una superficie de 935 metros cuadrados. Un austero pabellón, solo una gran cubierta, para almacenar las cajas de madera utilizadas por la flota pesquera. La cubierta, a su vez, sirvió como plataforma para la reparación, limpieza y secado de redes de pesca. Esa gran cubierta, que vuela sintonizada con respecto a la estructura-soporte de vigas y pilares corrugados, fue sin duda el elemento más representativo del edificio, lo que le hizo ser conocido popularmente con esa apelativo aéreo-naval.

En 1988, el proyecto experimentó una transformación total, utilizando la estructura antigua como soporte para un edificio, que cerró el techo antiguo al agregar fachadas y generar diversos espacios interiores.

El proyecto, completado durante los años 2018-19 para el cliente Euskal Kirol Portuak – Puertos Deportivos de Euskadi, se considera casi como un ejercicio de arqueología que intenta restaurar, eliminando aquellas partes que desfiguraron, el proyecto original, al devolver en la medida de lo posible el aspecto del edificio a la estructura original y su gran techo. Para organizar el programa propuesto se colocan bajo la cubierta una serie de volúmenes que remiten a las cajas de madera apiladas que inicialmente ocuparon ese lugar.

En ese sentido, el proyecto puede resumirse como la suma de dos operaciones, una para la limpieza y la otra para la construcción de algunos cierres, de nuevas fachadas. Estas nuevas fachadas se proponen como una continuidad con la lógica del lugar y el contexto, pero desde una perspectiva puramente contemporánea. En ese sentido, se utiliza cerámica, un material ampliamente utilizado en las fachadas de las casas de pescadores que dan al puerto de la ciudad, por su capacidad de resistir el salitre y la dureza del mar Cantábrico. Y, por otro lado, se utiliza el color blanco, un color icónico representado en el edificio Real Club Náutico a solo 100 metros de distancia, y quizás la obra más emblemática del Movimiento Moderno construida en España.

La cerámica se trata aquí como una pieza tridimensional, que vibra en seis objetivos sutilmente diferentes, algunas de las piezas son mate y otras con un acabado brillante. Por un lado, se establece esa relación con estas dos arquitecturas cercanas, la popular  y la selecta, representada en el contexto del puerto de la ciudad. Por otro lado, se busca un efecto fenomenológico que haga que la fachada funcione como un elemento independiente del techo y la estructura original. En las partes más transparentes del edificio, la cerámica se convierte en un elemento reticular, que mantiene la continuidad del color y la escala de las piezas. A través de este mecanismo simple del triángulo asimétrico, se introduce una variabilidad que permite la lectura individual de cada una de las partes. Unidad y montaje similar a las cajas de madera que estaban apiladas allí. Además del movimiento del sol, los cambios de luz y las estaciones, así como el reflejo de la lluvia, le dan a la fachada un aspecto cambiante. Lleno de matices y brillo, al igual que la superficie del mar contra el cual se encuentra el edificio.

En este sentido, el revestimiento tiene como objetivo integrar el edificio con las otras construcciones del muelle, y participar en los reflejos cambiantes del agua y la luz. Para ello, se ha considerado apropiado utilizar piezas cerámicas con relieve, mediante un diseño propio para la rehabilitación de la lonja, en el que las seis variaciones de tonos de blanco y esmaltado, aportan vibraciones a la composición en tablero de ajedrez. Las piezas cerámicas, de tamaño constante de 18 x 40 cm vistas en alzado, y con relieve triangular, permiten su colocación en posición girada y están organizadas en bandas y giros para poder completar los lienzos y aberturas en la fachada sin necesidad de fracturar cualquiera de ellos para su implementación. Hay áreas que requieren más iluminación exterior, combinado con algo de privacidad en el interior. Esto se resuelve con la incorporación de piezas de celosía vertical, una pieza rectangular hueca de dimensión constante de 6 x 6 x 40 cm. Estas piezas se colocan en un soporte vertical de acero inoxidable con separación variable, lo que le da al conjunto una idea de unidad y continuidad del material. El diseño y puesta en marcha de las piezas cerámicas se ha estudiado junto con Cumella Ceràmica con la solvencia de su larga trayectoria en el diseño, suministro y montaje de las piezas de autor, pues no se debe olvidar que a esta empresa estuvo vinculado Antoni Cumella i Serret, destacado artista vinculado a una saga familiar de artesanos que, desde sus talleres en Granollers, trabajaron con Josep María Jujol y Josep Lluís Sert, entre otros muchos.

Desde mi punto de vista, lo deseable hubiera sido la recuperación original de la construcción, en la medida de lo posible, tal como la concibió el ingeniero Tolosa, limpia y despejada de cualquier adherencia e intrusión, pero el propietario del inmueble -o su arrendatario- decidió que la intervención actual contuviera espacios cerrados bajo la enorme losa de la cubierta. Puestos a hacerla, lo que se ha descrito en este post es la calidad de la intervención arquitectónica.

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Fotografía de Pedro Pegenaute.
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Fotografía de Pedro Pegenaute.

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