Javier González de Durana
En demasiadas ocasiones al referirnos a la arquitectura de nuestro tiempo tenemos una predisposición espontánea a mencionar actuaciones en edificios de cierta espectacularidad en su resolución formal ejecutados en ciudades importantes o a grandes proyectos urbanísticos. Es verdad que ese tipo de realizaciones influyen en la vida de muchas personas y cuestan abundante dinero (público o privado), resultando natural, por tanto, esa tendencia a fijarnos en ellas. Sin embargo, de vez en cuando, conviene descender a ras de tierra para prestar atención a intervenciones de apariencia menor que suceden en lugares apartados y con poco presupuesto…, pero en los que es posible contemplar en todo su esplendor la inteligencia arquitectónica.
Tal es el caso de la escuela pre-escolar concebida hace ya algunos años (2014) para un emplazamiento en la periferia de Haro (La Rioja) por Javier Pérez Herreras y Javier Quintana de Uña, cabezas visibles de Taller Básico de Arquitectura, con estudios profesionales en Pamplona y Madrid.
El edificio se ubica en un lugar sin construcciones cercanas, sobre cota elevada. La fuerte pendiente del terreno propicia la posibilidad de una arquitectura implicada con geografía. De tal manera, se concibió una arquitectura dictada por leyes cristalográficas y de ahí su aspecto mineralizado. La guardería está concebida como una gran roca, una estructura visible erigida a partir de una serie de planos de hormigón horizontales y verticales que construyen la estructura espacial del centro y organizan su interior. El edificio está dividido verticalmente con dos losas: la primera propone una gran plataforma para la guardería y su área de juegos, un espacio matinal con excelentes vistas y la segunda, poligonal, más complejo, protege los espacios como un paraguas al revés.
Sobre la fuerte pendiente del sitio cristalizan dos grandes planos horizontales. El inferior está anclado en la topografía original, se dedica al mantenimiento del inmueble y contiene las instalaciones de servicio. El espacio superior se destina a las funciones cotidianas del centro de cuidado escolar diurno, elevándolo por encima de la topografía. Ambos planos se intersecccionan en cuatro grandes paredes diagonales que organizan las necesidades y funciones escolares. Desde esa intersección, la guardería se desarrolla como una continuidad de amplios huecos que revelan su interior como una nueva geografía arquitectónica.
Es llamativo lo mucho que me recuerda la guardería de Haro al edificio de Herzog & DeMeuron para TEA Tenerife Espacio de las Artes, salvando las enormes diferencias de tamaño, por supuesto. Ambos coinciden en las fragmentaciones triangulares de los planos de hormigón (usado ampliamente), la convivencia de estos con los grandes paños de cristal, el ajuste a un terreno en compleja pendiente y la evocación geológica, allá por la obviedad volcánica y acá como el resultado de fuerzas telúricas en una tierra fértil.
Taller Básico de Arquitectura tiene una curiosa y simpática web en la que no se prodigan con muchos y sesudos textos, planos arquitectónicos e ilustraciones fotográficas deslumbrantes de sus realizaciones. Más bien prefieren las alusiones literarias, las referencias pictóricas, algunas evocadoras fotografías antiguas y el juego del ‘búscame que me encuentras’.
Por ejemplo, bajo una imagen pictórica de Paul Klee, para referirse a las instalaciones de Ericsson España S. A., en Derio (Bizkaia) dicen: «Tiza sobre tiza. Construimos en la ladera, transformando el orden natural de la pendiente en una geometría inesperada. Los límites con el sitio se convirtieron en líneas de liminalidad. El elemento prefabricado se convirtió en lenguaje, desde lo estructural hasta lo epitelial. Ese compuesto de prismas es ahora un único edificio único, uno que ha encontrado su lugar en el límite entre lo orgánico y la luz como un sedimento espacial«. Este fue un proyecto del año 2002 en el que intervino Javier Pérez Herreras como parte entonces del equipo encargado de su diseño, AH & Asociados (Miguel A. Alonso del Val, Rufino J. Hernández Minguillón, Javier Quintana y José Vicente Valdenebro más el citado).
Para aproximarse al Centro Cultural Civivox (2009), en Pamplona, bajo un dibujo de Pablo Palazuelo, el equipo actual (junto a J. V. Valdenebro García) afirma: «La estructura disuelta. Intervenimos el sitio para crear una biblioteca-jardín. La estructura se convierte en arquitectura: planos de hormigón y postes metálicos. No necesitamos más tecnologías, solo aire. Organizamos habitaciones con luz propia, intervenidas ahora por el hombre. Espacios de sedimentos como una ocupación entre estas corrientes de aire inalcanzables. La caja ahora es solo aire donde el cielo pasa, cruza y descansa. Cambiable, pero siempre aire«. Capas superpuestas de aire, luz y transparencia.
Javier Pérez Herreras (Zaragoza, 1967), profesor de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza, fue ganador el año 2013 del premio Fernando García Mercadal de Arquitectura por el edificio de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge, acerca del cual señaló: «Es un edificio que evita envolver un espacio interior dedicado a la docencia de las ciencias de la salud para volcarse hacia su exterior. Es una obra construida como una anatomía que se relaciona permanentemente con su derredor. Esa relación nace controlando la luz y el lenguaje con la naturaleza. Es un edificio escamado como si fuera una caracola a la que se le da la vuelta, entre cuyos intersticios se ocultan las aulas. A diferencia de la arquitectura tradicional e incluso moderna, esta obra evita, en la medida de lo posible, una volumetría reconocible«. Una nueva cita a la espiral de la concha del molusco gasterópodo.
No quiero dejar de mencionar el hecho de que este pequeño ejemplo de buena arquitectura ha sido destacado por la website ArchDaily con fecha de hoy, 21 de enero. No conozco los criterios de selección que utiliza esta website para presentar los proyectos que, supongo, más le han llamado la atención, pero a mí no deja de sorprenderme el gran número de arquitectos vinculados a Navarra que aparecen en ella.