Javier González de Durana


En una de las últimas entradas me refería al modelo de viviendas sociales promovidas desde las instituciones públicas, tanto en Bolueta como en Garellano y Zorrotzaurre. Su resolución en forma de elevadas torres da como resultado unas densidades edificatorias desmesuradas, pero rentables para propietarios del suelo y constructores, aunque muy caras para las gentes más necesitadas de vivienda y, por tanto, con difícil -cuando no imposible- acceso a ellas. Se planteaba la pregunta de si no había otro modelo edificatorio y para intentar responderla quiero traer un ejemplo londinense diferente al de la incendiada torre Grenfell.
Ayer, domingo 9 de diciembre de 2018, pudimos recordar al arquitecto Neave Brown, quien falleció el 9 de enero de este mismo año. Apenas dos meses antes, en octubre de 2017, había recibido la Royal Gold Medal del Royal Institute of British Architects (RIBA). Aunque norteamericano de nacimiento (Utica, New York, 1929), es el único arquitecto que consiguió tener en vida todas sus obras realizadas en el Reino Unido como «clasificadas», es decir, protegidas por ley. Un monumento o edificio «clasificado» en ese país es aquel que ha sido incluido en la Statutory List of Buildings of Special Architectural or Historic Interest y, como consecuencia de ello, no puede ser demolido, ampliado o modificado sin el permiso especial de la autoridad local de planificación. Los propietarios de edificios protegidos están obligados a su reparación y mantenimiento, y se pueden enfrentar a un proceso criminal si no lo hacen o no autorizan a que se realicen reparaciones.
Tal singularidad y relevancia profesional de Neave Brown no fue considerada digna de ser reseñada por los medios de comunicación españoles con motivo de su muerte hace once meses, como tampoco lo fue la concesión del premio concedido por el RIBA poco antes. En el Reino Unido sí, por supuesto. Aquí es un ilustre desconocido, aunque alguna obra suya haya sido vista repetidas veces por la mayoría de nosotros al haber aparecido en algunas cintas cinematográficas recientes y no tan recientes.
Tal es, en concreto, el conjunto urbano denominado Alexandra Road Estate, en Camdem (Londres), proyectado en 1968-70 y realizado entre 1972 y 1979 para acoger viviendas sociales. Se constituye con tres bloques que discurren en paralelo, formalizando una ligera curva que viene determinada por las vías del ferrocarril con las que el área limita por el norte, y contiene dos calles interiores. La principal de ellas, Rowley Way, tiene acceso desde el Oeste por Abbey Road, muy cerca del paso de cebra sobre el que The Beatles se hicieron la famosa foto para la portada de su disco.


En contra de lo que estaba de moda en aquella época para viviendas sociales -esto es, construcción en altura que reducía los costes, con planos estandarizados y bloques de muchos pisos en parajes despejados- el Departamento de Arquitectura Municipal convenció al de Planificación de Candem para intentar otro modelo y Neave Brown fue quien dio forma a la idea que buscaban, definida por él mismo como «construido bajo, para llenar el sitio con definiciones geométricas de espacio abierto, para integrar. Y para devolver a la vivienda la calidad tradicional de la casa de fondo continua, anónima, celular, repetitiva, que siempre ha sido su virtud”. Por tanto, el vanguardismo y la tradición caminaron de la mano.
El objetivo no era sólo satisfacer las necesidades pragmáticas, sino también establecer un nuevo tipo de arquitectura basada en una reinterpretación radical del secular urbanismo inglés en torno a la calle. Brown creía que, incluso en zonas urbanas centrales, cada hogar debería tener su propia apertura, con la puerta frontal directamente a la red de vías públicas que componen una ciudad, y que cada hogar debe tener su propio espacio externo privado, abierto al cielo, como jardín en patio trasero, en azotea o en terraza. Estas ideas fueron las que Brown incorporó de forma sorprendente en Alexandra Road.
Es un espacio de muy elevada densidad, si bien fue pensado no tanto como un lugar para dar cobijo a muchas personas, aunque también, sino como un ente independiente que cubre las necesidades básicas de sus habitantes, donde las calles son espacios de interacción social y les transmite la idea de comunidad que comparte lugares y vivencias. No obstante, la mega-construcción propia del estilo brutalista, con hormigón visto, estructura seriada y geometrías contundentes se aleja en cierta medida de la escala humana.
En total se proporcionaron 520 viviendas de 1, 2, 3 o 4 ambientes y dúplex. Las viviendas en dúplex tienen los dormitorios en la planta baja y la sala de estar en la superior. Cada salón tiene un balcón al exterior con puertas correderas totalmente acristaladas y plafones corredizos que permiten subdividir los espacios interiores. El aparcamiento cubierto está situado debajo del edificio más alto, a lo largo de las vías, tiene numerosos accesos peatonales a lo largo de la calle principal mediante escaleras caracol señalizadas exteriormente con un muro circular de baja altura.
En cierto sentido, se puede considerar a Neave Brown como el último destello del urbanismo utópico inglés, cuyo más destacado tratadista a principios del siglo XX fue Ebenezer Howard con su idea de las ciudades-jardín (Garden Cities of Tomorrow, 1902), una idea que, por cierto, entre nosotros se empezó a poner en práctica con la creación de Neguri (Getxo) casi de inmediato, en 1903-05, de la mano de Manuel Mª Smith.
El futurista, un tanto «matrix», diseño de Alexandra Road Estate ha servido como escenario para numerosas películas y vídeos musicales al ofrecer imágenes para relatos de ciencia-ficción o dramas de conflictividad social, como un barrio marginal y decadente, aunque ésta no sea ni de lejos la realidad vecinal y arquitectónica. La película más conocida es, probablemente, la estrenada en 2014 como The Kingsman: The Secret Service, del director Matthew Vaughn. También aparece en el post-apocalíptico film de terror y ciencia-ficción 28 Weeks Later, una producción hispano-británica dirigida en 2007 por Danny Boyle; así como en Prime Suspect: The Final Act, serie policiaca interpretada por Helen Mirren. Hay muchas más. Entre los variados videos musicales, mencionaré sólo tres: Do It Alone (2017) de Chlöe Howl, Brand New Style (2013) de Smiler y Calling Me (2015) de J Hus (los tres están en youtube).
Se puede decir que la experiencia resultó casi fallida. Algunos defectos de construcción, el mal comportamiento del hormigón en un país tan húmedo y la falta de mantenimiento han conducido a un leve deterioro y degradación física, si bien ello no ha sido obstáculo para que se haya convertido en uno de los distritos más populares y codiciados de Londres, sin perder los objetivos colectivistas del conjunto que, aún hoy, manifiestan el idealismo de una utopía urbanística que, desde Howard y Le Corbusier hasta Alison y Peter Smithson, ya entonces declinaba.
Al caminar por Alexandra Road, en concreto por Rowley Way, el paseante siente cierto aturdimiento y una ambivalente emoción. Ese camino de casi 400 metros de longitud entre los dos bloques de viviendas que parecen no tener fin debido a la curvatura del trazado provoca una sensación abrumadora por la magnitud del conjunto y su escala, por la contundencia escultórica y la serialización geométrica de las estructuras, y por la fuerza del hormigón visto. Hay algo dramático y sublime en esa calle que impone, sobrecogiendo al espíritu. Al mismo tiempo, esa grandeza repetitiva choca con la intensa, variada y rica vida social que se manifiesta en la calle y con el modo en que esta mega-estructura ha sido aceptada y domeñada por los orgullosos residentes que viven en ella.