Javier González de Durana
El 6 de septiembre del año pasado publiqué aquí un post sobre la exposición que el colectivo Forensic Architecture celebraba entonces en el MACBA de Barcelona, una muestra que después viajó al MUAC de México D.F. y en donde se presentó por primera vez una plataforma interactiva que cartografía y examina las diversas narrativas sobre el caso de la matanza-desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Rural Normal en Ayotzinapa (Iguala, estado de Guerrero) ocurrida el 26-27 se septiembre de 2014. ¿Por qué sucedió y por qué precisamente a unos humildes estudiantes de magisterio?
Forensic Architecture recibió el encargo de trabajar en colaboración con el Equipo Argentino de Antropologia Forense y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez para reconstruir los acontecimientos que tuvieron lugar aquella noche dentro y alrededor de la ciudad de Iguala de cara a proporcionar una herramienta forense que pudiera ser utilizada para el avance de la investigación. El cúmulo de información sobre la que se trabajó lo constituyeron investigaciones oficiales públicamente accesibles, vídeos, relatos mediáticos, fotografías y registros telefónicos. Trasladados los hechos conocidos por medio de estas fuentes a miles de puntos de datos, cada uno de los cuales se ubicó en el espacio y el tiempo, sirvieron para registrar y localizar en mapas los incidentes a lo largo de la noche, así como la complejidad de las relaciones entre todos esos hechos. Ello sirvió para demostrar, de una forma gráfica y cartográfica clara, la magnitud de la colusión y coordinación entre las agencias y aparatos estatales de seguridad -incluyendo la policía federal, así como el Ejército- y el crimen organizado durante toda aquella noche.
Como se explicaba en aquel post, este grupo interdisciplinar utiliza la arquitectura como herramienta metodológica para investigar conflictos armados, los abusos de poder y la destrucción medioambiental. A través de maquetas, análisis de videos, nuevas tecnologías, cartografías interactivas y otros recursos, reconstruyen los hechos de manera independiente o a petición de diversas ONG, como Amnistía Internacional, entre otras.

Los ataques de drones estadounidenses en la frontera entre Pakistán y Afganistán; la cárcel de torturas siria de Saydnaya; la batalla de Rafah, en el extremo sur de la franja de Gaza, en 2014 -cuya prueba más importante fueron los videos grabados por la población autóctona- o sobre los derechos de la naturaleza y de los animales y el límite que los separa del ser humano, son algunos de los casos que han tratado. Sus contribuciones han tenido amplia difusión en cortes internacionales, comisiones de la verdad, foros sobre los derechos humanos y del medioambiente, y en los medios de comunicación.
La noticia reciente, buena noticia, es que Forensic Architecture ha recibido el premio Beazley Designs of the Year Overall Winner 2018 por su exposición en el Institute of Contemporary Arts, de Londres, bajo el título Counter Investigations. Creado en 2008 este premio consagra las innovaciones más relevantes aparecidas en el diseño de la moda, la arquitectura, el campo digital, el trasporte o las artes gráficas durante los 12 meses anteriores a su proclamación. Además, Forensic Architecture se encuentra nominado para el Turner Prize de este mismo año. Hubo quien cuestionó que el trabajo de Forensic Architecture se mostrara en museos de arte como el barcelonés y el mexicano; su candidatura al importante premio británico de las artes confirma -para quien aún tuviera dudas- que su tarea no sólo tiene relación con la arquitectura y los derechos humanos, sino también con la creatividad artística.
Una de las investigaciones que se encuentra en desarrollo actualmente por parte de este grupo es la recopilación de información verbal y visual ofrecida por los habitantes de la Grenfell Tower, de Londres, para ubicarlos dentro de un mapa en 3-D de la torre para analizar exactamente cómo ocurrió una tragedia que en junio de 2017 se cobró la vida de 72 personas. Un pavoroso incendio en una torre de viviendas sociales que, en vez de mejorar la vida de sus habitantes, hizo que la perdieran. ¿Por qué sucedió y por qué precisamente en unas viviendas sociales?
Dentro de la enorme desgracia, al menos, ésta pudo ser grabada por cientos de cámaras y smartphones. Cada una de estas grabaciones constituye una prueba de evidencia única con una información, asimismo, única que, a su vez, permitirá elaborar la reconstrucción en 3-D del avance del fuego, algo que ya está en marcha y que se mantendrá abierto durante un año más para que se puedan aportar más pruebas por parte de testigos que tomaron fotos o grabaron vídeos (ver vídeo).

«Tradicionalmente, los grupos por los derechos humanos confiaban en el arte para añadir emociones al proceso de investigación, e insinuaban que el proceso de investigación es demasiado serio para los profesionales de la estética. La propia justicia es alérgica al trabajo de la estética y del arte porque ve en ellos el peligro de la manipulación, emocional o engañosa, que aleja al observador de una experiencia supuestamente inmediata. Pero es solo gracias a la estética que estamos en condiciones de percibir y representar. Nuestra idea de la estética es al mismo tiempo antigua y contemporánea; se refiere a la percepción material, no solo a la percepción humana. La estética material no hace referencia al sensorium humano, sino a la capacidad de todos los objetos materiales de sentir, de registrar su proximidad con otras cosas y con su entorno. En este sentido, los edificios son sensores que registran los impactos y las fuerzas que los rodean. La deformación material contiene información, graba unas cosas y borra otras. Otras capas de la estética forense están relacionadas con nuestra lectura e interpretación de estos datos, pero leerlos nunca es sencillo. Eso se da en el estudio o en el laboratorio, donde se elaboran las conexiones y los relatos, y en foros legales como los tribunales, donde la estética forense es un arte de la presentación» (Eyal Weizman, fundador de Forensic Architecture).