Euskalduna connection.

Javier González de Durana

diques
Infografía tomada del perfil de Facebook de Tecnofly Bilbao S.L.

Algo poco claro rodea la iniciativa de convertir uno de los antiguos diques secos de Euskalduna, localizados en espacio de dominio público, en un lugar de entretenimiento privado vinculado a la práctica del surf sobre ola artificial estática y a la simulación de vuelo libre en cañón vertical de aire. Todos los intentos realizados por unos y otros de cara a saber los detalles de la cuestión han conducido al mismo punto: silencio administrativo, sensación de secretismo (es decir, ocultación deliberada de algo que concierne al interés público) e impenetrabilidad en el meollo de la sustancia: qué es exactamente, quién lo promueve y qué garantías ofrece, cuál es la intervención arquitectónica que anularía un lugar histórico, con qué razonamientos se esgrime que esta iniciativa privada sobre suelo público es de interés general… Cuando se pregunta a personas que por su cercanía o vínculo con la Administración deben saber qué está sucediendo sólo se consiguen respuestas esquivas, incómodos carraspeos…, un comportamiento extraño que deja flotando en el aire sombras de sospecha y duda.

Los pocos aspectos que resultan conocidos, además, tienen un aire estrambótico y ejecución chapucera. Como, por ejemplo, asegurar que la intervención se haría sobre un lugar «vacío». El Nervión no es un lugar vacío, sino lleno de Historia y de lo que, en Bilbao siempre hemos considerado la savia de la ciudad: las aguas de la ría y las mareas que la movilizan. Un dique seco, físicamente, es un espacio vacío construido para llenarlo con actividad naval y el necesario vaciado de parte de la orilla ribereña es su naturaleza física. Así, decir que está vacío -como si hubiese habido algo en un tiempo anterior que ya no existe- es no entender que ese vacío es fundacional, estructural, funcional y característico. Con este argumento también se podría pretender construir en el interior del Partenón de la Acrópolis ateniense; total, también está vacío. La Historia para algunas personas es el vacío que deja el olvido, así les va, así nos va.

Otra acción reciente conocida es el dragado del fondo del dique seco, supuesto inicio de las obras, y el torpe deterioro del caisson que cerraba el paso del agua, posibilitando el secado del dique. Unas obras que pasan por alto el hecho de que el Plan General de Ordenación Urbana de 1991 estableció la conservación de estos diques por el valor histórico y testimonial de un quehacer constructivo que dio vida a la ría durante siglos. Un caisson deteriorado que ahora, caso de restaurarse, tampoco impediría la filtración de aguas al interior del espacio seco donde se quiere intervenir, de modo que resultaría necesaria la construcción de una especie de pre-caisson que sellase y asegurase la estanquidad del lugar donde estaría el edificio deportivo que, para colmo y al parecer, tendría aspecto de barco. La broma es de muy mal gusto como para quedarse quieto.

Quizás lo que más cuesta comprender es la inacción de los responsables del Museo Marítimo de la Ría de Bilbao ante esta actuación que, de llevarse a cabo, pondría fin a uno de los pocos elementos que han sobrevivido de la antigua actividad naval y marítima en la ría, y que además se encuentra justo enfrente de sus instalaciones museísticas. Quizás los diques -en tanto espacio y construcción- no pertenezcan al Museo Marítimo como elementos de su propiedad, que el Museo no sea responsable legal de su conservación y defensa -aunque algún documento oficial indica que sí lo es-, pero resulta tan obvio el vínculo temático y geográfico… que sí es responsable moral y cultural de ellos, resultando por tanto incomprensible su silencio cuando tantas voces desde diferentes ámbitos se han escuchado para plantear serias objeciones a esa iniciativa.

Y debería hablar no sólo por esa razón museística, sino porque, además, uno de los argumentos esgrimidos por una de las administraciones públicas que deben autorizar la obra de este centro de ocio es el de dar más vida al mortecino Museo Marítimo. ¡¿Perdón?! ¿dar más vida a un museo dedicado a registrar y explicar la vida naval y marítima de la ría de Bilbao a base de destruir los elementos físicos supervivientes de esa misma vida naval y marítima que se supone debe defender? ¿cómo es posible tal contradicción? Por ese camino el Museo pronto pasará de ser socialmente  mortecino a estar simbólicamente muerto. Si la nueva estructura de ocio deportivo se integrara dentro de la acción cultural del Museo Marítimo (¡¿?!) el museo vería incrementar su depauperado número de visitantes, sí, claro, pero ¿no sería esto un auto-engaño?, ¿qué tiene que ver lo uno con lo otro? Puestos a hacer trampas que pongan una discoteca o, mejor aún, que cuenten como visitantes a los vehículos que pasan por la rotonda viaria que cubre las instalaciones del museo; serían muchísimos y sin coste alguno.

Uno de los puntos menos claros de esta operación reside en el «empresario ruso» que la lidera. Siempre se le menciona así, «empresario ruso», evitando citar su nombre. Rastreando en internet se pueden conseguir algunos datos sobre él. Se llama Alexander Khabibulin y aparece como administrador único de la empresa Tecnofly Bilbo Sociedad Limitada, creada el 26 de febrero de 2014 para poner en marcha el complejo de ocio. El capital social de Tecnofly Bilbo SL fue de 30.000 euros, ampliados a 480.000 el 21 de septiembre de 2017 y ampliados de nuevo a 830.000 euros el 16 de noviembre de 2017. Con domicilio social en la plaza Pedro Eguillor 2, 1º izda., de Bilbao, afirma pertenecer al sector de «Servicios de Diversión y Recreativos SC«, siendo su objeto social la «explotación de actividades de ocio de aventura y deporte a través de todo tipo de técnicas«. En prensa local se dijo hace años que representaba a un grupo de inversores rusos, es decir, que el dinero no es suyo o sólo suyo, sino que él es el técnico que conoce el negocio, que ve la oportunidad, pero que necesita un apoyo financiero del que carece por sí mismo.

Khabibulin procede de Samara, ciudad en el suroeste de Rusia en el distrito federal del Volga, es ingeniero de formación y fue Director de la Samara Engineering School, salvo que se trate de alguien diferente con su mismo nombre y apellido. Lo contrastado con claridad es que le apasiona el paracaidismo hasta el punto de que durante varios años vivió en la localidad gerundense de Sant Pere Pescador, a donde trasladó su residencia para estar cerca de Skydive, un reconocido centro de paracaidismo de España, ubicado en Ampuriabrava, especializándose en saltos multitudinarios, y donde también se ubica un simulador de vuelo semejante al que promueve para Bilbao.

En su perfil personal de Facebook, con muy poca actividad,  asegura que, además de la piscina de olas y el túnel de viento, habrá «todavía algo…«, ¿más? Preocupa no saber a qué se refiere. El proyecto recibe el nombre de Kai3 y en ese edificio-barco contaría con dos cubiertas, una bodega y unos 4.500 metros cuadrados construidos. Además de Tecnofly Bilbo SL, Khabibulin posee otra sociedad domiciliada en Vitoria, con el nombre de Extream Sport, lo que, conociendo sus aficiones, parece relacionarlo con actividades deportivas de riesgo extremo, pero no. El BOLETÍN OFICIAL DEL REGISTRO MERCANTIL del jueves 26 de febrero de 2015, en su Sección Primera, apartado «Empresarios», categoría «Actos inscritos», territorio de Araba/Álava, con el registro 84309 se dice que EXTREAM SPORT, SOCIEDAD LIMITADA se constituyó y comenzó sus operaciones el 16 de diciembre de 2014, siendo su objeto social: «La adquisición, tenencia, disfrute y administración de valores mobiliarios y cualesquiera otros activos financieros, por cuenta propia, en todo tipo de sociedades, dejando siempre fuera las actividades objeto de la legislación de Instituciones de Inversión Colectiva y de Mercado de Valores. CNAE-6. Domicilio: c/ Beato Tomás de Zumárraga 7-9 bajo (Vitoria-Gasteiz). Capital: 5.300,00 euros. Declaración de unipersonalidad. Socio único: KHABIBULIN ALEXANDER. Nombramientos. Adm. Unico: KHABIBULIN ALEXANDER. Datos registrales. T 1577 , F 93, S 8, H VI 17397, I/A 1 (17.02.15)». ¿¿Extream Sport junto a valores mobiliarios y activos financieros??

El perfil de Facebook de Tecnofly Bilbo SL también tiene escasísima actividad y lo único relevante apareció el 19 de septiembre del año pasado mediante el siguiente mensaje: «Finalmente tenemos la autorización de Costas y estamos a punto de empezar a realizar… Sigue nuestras actualizaciones!). ATREVETE!«, ¿atreverse a qué? Quizás algún lector recuerde que hace unos meses subí a este blog una entrada en la que detallaba mis estériles intentos por averiguar algo sobre este asunto en la Demarcación de Costas.

La página de servicios en internet ServiceHostNet anunciaba hace pocos días que «Kai3bilbao.net is using 4 services which we detected on its website. The major ones are The Endurance International Group, Inc. for hosting the website, domain.com for DNS management, domain.com, llc as Registrar and kai3bilbao.net for email services. The site was online when this report was compiled on 13 May 2018 18:47. kai3bilbao.net is hosted in United States and owned by Alexander Khabibulin (tecnoflybilbao@gmail.com). After checking the site records, we found that it is 2 years 1 month old and will expire on 31 March 2018«. Es decir, que su web ya expiró y actualmente se encuentra «under development«.

Algo en Alexander Khabibulin me recuerda a Dmitri Piterman, otro ex-soviético, empresario y deportista que mezclaba sus aficiones con sus negocios. Estuve al frente de ARTIUM de Álava mientras él fue propietario del C.D. Alavés y puedo decir que me tocó lidiar con un impresentable que prometía el oro y el moro a las instituciones públicas, pero dejó al club en bancarrota. En 2017 un Juzgado de Instrucción de Vitoria decretó una orden de arresto internacional contra Piterman.

Resumiendo lo dicho hasta ahora en forma interrogativa, tenemos lo siguiente:

¿Por qué un elemento histórico cuyo valor para ser protegido llevó a incluirlo dentro el Plan General de Ordenación Urbana de Bilbao en 1991 no es considerado como merecedor de aquella protección al día de hoy?

¿Por qué el Museo Marítimo de la Ría de Bilbao se mantiene en silencio ante el atropello evidente de un elemento constructivo que concierne a su labor museística y que, para colmo, se encuentra a escasos 100 metros de sus instalaciones?

¿Quién fue el genio que ha pensado que poniendo un túnel de viento y una piscina de olas ahí aumentarán los visitantes del Museo Marítimo -salvo auto-engaño- y mejorará su imagen desangelada?

¿Por qué se ofrece un espacio público inmejorable para que un empresario privado instale su negocio, existiendo otros puntos en Bilbao donde, sin necesidad de cesión pública alguna, podría habilitar el centro de ocio que quiere poner marcha, en Zorrotzaurre, por ejemplo?

Alexander Khabibulin viene a menudo a Bilbao. Viaja en un espectacular coche con el que llega hasta la misma puerta del Museo Marítimo, lugar donde lo aparca mientras realiza sus gestiones en el Museo (¿con quién y para qué si el Museo dice que ese dique no es de su responsabilidad?), en un área pública a la que los coches privados de los ciudadanos que pagan impuestos no tienen permitido el acceso…, salvo a él.

¿Qué intereses desconocidos para los bilbaínos parecen amparar y proteger este despropósito cultural?

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Infografía tomada del perfil de Facebook de Alexander Khabibulin.

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