Javier González de Durana
El 22 de enero de 1992 se presentó ante los Juzgados de Bilbao la “Suspensión de Pagos e Insolvencia” por parte de la empresa Sociedad Española de Productos Fotográficos VALCA, que al año siguiente («Convenio de Acreedores» del 15 de diciembre de 1993) llevaría al cierre definitivo y la liquidación de sus instalaciones en Sopeñano (Valle de Mena). Por tanto, ahora se cumple un cuarto de siglo desde aquel hecho que puso fin a más de cincuenta años de una singular y poderosa actividad industrial. En ella varias generaciones de vecinos del Valle de Mena y las Merindades (norte de la provincia de Burgos) encontraron trabajo y un modo de vida diferente del que hasta entonces había posibilitado un entorno eminentemente rural.
La idea empresarial nació en 1938, cuando la guerra civil aun no había concluido, pero el País Vasco y el Valle de Mena ya estaban bajo control franquista. Entre los objetivos que se proponían sus impulsores estaban, en primer lugar, los de servir a las acciones militares. Estos empresarios, activos industriales desde muchos años atrás, habían luchado en el bando que ganaría la guerra y en cuyo régimen posterior algunos de ellos alcanzarían importantes puestos políticos.
La empresa se constituyó legalmente en 1940, el primer pabellón fue levantado entre 1942 y 1944, y el segundo pabellón y la casa-residencia se construyeron en 1945. El arquitecto Rafael J. Basterrechea diseñó todo ello, haciéndose eco de resonancias funcionalistas ligeramente bauhausianas. Las cercanas urbanizaciones para empleados surgieron en 1956 de la mano de los arquitectos José Luis Sánz-Magallón y Carlos Moliner. El muy joven Basterrechea diseñó esta fábrica poco después de haberse hecho cargo de la reconstrucción del mercado de Gernika y la re-invención medievalista de la torre de Anuncibay. En las décadas siguientes alcanzaría la madurez con la Escuela de Ingenieros y la Facultad de Ciencias Económicas, ambas de Bilbao. Sánz-Magallón, por su parte, pocos años después de concebir esta urbanización obrera, encargaría de proyectar la sede de la empresa Babcock-Wilcox, de Bilbao, junto con Álvaro Líbano.
Desde aquel momento VALCA vivió un acelerado crecimiento físico, técnico y productivo que le condujo a ocupar una posición de privilegio en el mercado fotográfico y radiográfico nacional e internacional, alcanzando su mayor expansión y máximos beneficios económicos en 1985.

A partir de 1986 empezó a vivir un serio declive al no adaptarse bien a la nueva situación derivada del ingreso de España en el Mercado Común Europeo. No fue la única causa; otros motivos colaboraron en agravar su crisis: fuerte competencia de las empresas multinacionales, elevados impagos en el extranjero, insuficiencias tecnológicas, escasa auto-financiación… Ello condujo a cuantiosas pérdidas económicas y al cierre por quiebra en tan sólo seis años. A pesar de este declive final el complejo industrial no dejó de crecer, añadiendo nuevos pabellones e incrementando las dimensiones de los existentes hasta casi el último momento.
Esta pequeña exposición que se presenta en el Alcázar de Medina de Pomar a partir del próximo viernes, día 23 de marzo, pretende ser un melancólico recuerdo de VALCA al presentar objetos, libros, carteles, documentos, planos, fotografías… relacionados con las diferentes etapas de su existencia, ofreciendo una leve idea de lo que esta fábrica supuso en el contexto de una España cambiante: dictadura-autarquía en los años 40 y 50, apertura-desarrollismo en los 60 y 70, y democracia-internacionalidad en la década de los 80.