Javier González de Durana
Sergei Eisenstein, formado como ingeniero y arquitecto en Petrogrado, escribió entre 1937 y 1940 texto titulado Montaje y arquitectura en el que plasmó sus ideas sobre la narrativa cinematográfica y sus conexiones con el lenguaje arquitectónico. Fritz Lang era hijo de Anton Lang, arquitecto jefe de los trabajos públicos de la ciudad de Viena. En 1908 empezó sus estudios de arquitectura en la Escuela Técnica de Viena por deseo paterno; pero su inclinación por la pintura le llevó finalmente a interrumpir sus estudios para matricularse en Bellas Artes. Franco Zeffirelli, durante sus estudios de arquitectura en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal, Florencia, descubrió su inclinación por las artes plásticas y la decoración, por lo que unió esta afición a su interés por el mundo del espectáculo y empezó a trabajar como decorador y escenógrafo. Luigi Comencini, considerado uno de los padres de la «comedia a la italiana» con títulos como Pan, amor y fantasía o Todos a casa, se formó como arquitecto en el Liceo Politécnico de Milán. Podría extenderse esta lista…
Desde los inicios del cine, éste mantiene con la arquitectura una relación creativa muy estrecha. Los decorados y su construcción junto con la manera en la que se determina la puesta en escena forman parte básica del proceso de elaboración de una película. El lenguaje de la arquitectura aporta claves y herramientas teóricas a ese proceso que permiten observar cómo ha ido evolucionando el cine a lo largo de sus diferentes etapas históricas. Ver cine, por tanto, es una forma de ver arquitectura, tanto su realidad como sus posibles formas ficticias.
La Delegación en Bizkaia de Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN) ha programado un ciclo de películas en torno a la arquitectura “como espacio construido y como objeto privilegiado de la representación cinematográfica”. El ciclo de cinco películas se inscribe bajo el título de “Cine y Ciudad” y quiere indagar en “los procesos por los que el cine al mismo tiempo que pone en imágenes ese espacio construido, procede a su reconstrucción como espacio fílmico a través del encuadre cinematográfico”.
El responsable o comisario de este ciclo es Eneko Lorente, profesor titular del Departamento de Comunicación Audiovisual de la UPV/EHU, quien considera que “este particular diálogo entre el cine y la arquitectura se desarrolla en distintas dimensiones que abarcan desde su función dramatúrgica, en tanto que espacio en el que se inscriben los conflictos y tensiones del relato cinematográfico, hasta su transformación en materia plástica y visual en constante referencia a otras prácticas artísticas, como la pintura, la escultura, la música o la escena coreográfica y teatral”. Lorente es director del Máster en Documental de Creación. Estrategias narrativas y procesos de producción. También dirige el Máster en Artes y Ciencias del Espectáculo y el Grupo de Investigación: Ciudad, comunicación y cultura. Es coautor del estudio del Observatorio Vasco de la Cultura: Análisis de la cadena de valor y propuestas de política cultural, y autor de diversos artículos y publicaciones de investigación sobre danza, prácticas escénicas y audiovisuales.
El ciclo se inició el pasado 22 de febrero con la proyección de Good morning, Babilonia (115’, Italia, 1986), de los Taviani, Vittorio y Paolo. Le sigue El cielo sobre Berlín, de Win Wenders (114’, Alemania-Francia, 1987), que podrá verse el próximo jueves 22 de marzo. Continuará el 26 de abril la incomparable Mi tío (120’, Francia, 1958), de Jacques Tati. En la siguiente ocasión, 31 de mayo, se proyectará Valeria descalza (101’, España, 2011), del bilbaíno Ernesto del Río, y concluirá el 28 de junio con Choreoscope. Arquitectura, movimiento, cuerpo y danza. Después de cada proyección, a modo de cine-forum, tiene lugar una charla sobre lo contemplado. Ahora unas breves notas sobre estas películas.
Es poco habitual que una película base su relato, desde la ficción, en los avatares de una producción fílmica anterior. El caso de Good Morning, Babilonia sobresale, justamente, por centrar su atención en la elaboración del decorado colosal, babilónico, de la película Intolerancia, del norteamericano David Wark Griffith (1916), quien, a su vez, se inspiró para ello en el grabado de pintor romántico inglés John Martin, Belshazzar’s Feast (1821). El examen de esta construcción creativa por parte de los hermanos Taviani permite observar y comprender de qué forma se reutiliza y redefine el decorado majestuoso de la obra de Griffith, en el tránsito que va desde el hecho de ser un decorado arquitectónico perecedero, donde el tiempo desempeña un papel protagonista, a ser una excusa en la que el parámetro fundamental es la identidad de los Taviani.
La película El cielo sobre Berlín no sólo muestra interesantes imágenes de la capital alemana entendida desde los ojos de unos silenciosos ángeles que la sobrevuelan, sino que además desarrolla varias escenas en espacios notables como la ‘Biblioteca del Cielo’, que corresponde a la Staatsbibliothek (1964-78) del arquitecto Hans Scharoun (1893-1972). Sobre su película el propio Wenders declaró que “el hecho que algo debiera desaparecer ha sido siempre un buen motivo para posicionar la cámara. El cielo sobre Berlín es un ejemplo paradigmático. Casi ninguno de los lugares en los cuales rodamos se ha conservado intacto… La película es hoy un archivo único de los lugares que no existen ya… La película ha nacido del deseo de mostrar Berlín: es la ciudad misma que ha decidido la existencia de la película… Quería una película que pudiera dar una idea de la historia de esta ciudad desde el final de la guerra”. El relato aborda la historia de unos seres celestiales que observan, como testigos mudos, las acciones de los seres humanos, sus preocupaciones, y escuchan del mismo modo sus pensamientos.

Mi tío, de Tati, es una película que resume fantásticamente la arquitectura y la ciudad de mediados de siglo XX en sus dos extremos más reconocibles al mostrar los contrastes entre dos mundos, dos maneras de vivir y de entender la ciudad y la arquitectura que a fines de los años 50 se superpondrían violentamente. Uno es el mundo de la modernidad exagerada por un optimismo futurista, de la mano de la reconstrucción de posguerra, y el otro está representado por la ciudad tradicional que ha sobrevivido al conflicto bélico.
Esos dos mundos están traducidos por la película de Tati en tres niveles diferentes: el habitante, su casa y su entorno cotidiano. Un niño es el conector entre estos dos mundos completamente diferentes. Él vive en el barrio moderno, en una casa moderna y tiene una familia moderna. Al otro lado está el tío del niño, Monsieur Hulot representado por Tati, que vive en la parte antigua de la ciudad, en una casa antigua.
- Villa Arpel.
La mirada del director marca en cada escena las diferencias entre esos dos mundos. La Villa Arpel, donde vive el niño, es una burbuja super-moderna cerrada al exterior mediante un muro que la separa del resto del barrio. Sólo un gran portón para el coche la conecta con la ciudad. La casa de Hulot-Tati, en cambio, es un complejo laberinto de viviendas, escaleras y pasillos donde difícilmente se pueda escapar de la mirada, el saludo o la conversación casual, en fin, del contacto social con el barrio del cual la casa forma parte.
La trama de Valeria descalza se desarrolla en dos ciudades, Bilbao y La Habana, y narra la historia de un viejo arquitecto, cuyo tiempo se acaba, que está obsesionado con la idea de recuperar a su hija, una veinteañera quien quiere ser cantante y vive el presente intensamente con una amiga sin querer saber nada de su padre. La película aborda en clave intimista y con fuerte protagonismo de los actores, unas relaciones sentimentales complicadas, sin dejar de construir un retrato de la ciudad vasca y de la cubana.
Finalmente, Choreoscope. Arquitectura, movimiento, cuerpo y danza es un producto fílmico del Festival de Barcelona y del que no puedo decir nada. Es de imaginar que esta pieza se halla incluida dentro del ciclo debido a que Eneko Lorente, su programador, formó parte del Jurado de la Selección Oficial de Ficción en Choreoscope, Festival Internacional de Cine de Danza de Barcelona, en su edición de 2017.
El arquitecto y especialista en las relaciones entre cine y arquitectura, el tinerfeño Jorge Gorostiza, señala que la relación más habitual entre cine y arquitectura, y la única que se ha encontrado en la mayoría de las ocasiones, se ha establecido estudiando sus aspectos formales. Es decir, a través de las edificaciones que se muestran en la pantalla y su clasificación dentro de un determinado estilo o corriente arquitectónica.
Crear la forma de las edificaciones que aparecen en el cine es el objeto de la escenografía cinematográfica y por lo tanto para conocer estas formas es imprescindible estudiarla. La escenografía, tanto teatral como cinematográfica, se ha considerado hasta ahora subordinada a la arquitectura, por creerse que es sólo un medio para reproducir espacios. Sin embargo, se pueden establecer una serie de pautas diferenciadoras que inducen a pensar en la escenografía como una disciplina autónoma, que cuenta con un lenguaje y unos instrumentos específicos.
Se puede partir de la base de que las analogías entre escenografía y arquitectura son suficientes al ser su objeto la construcción de espacios. Por ello es conveniente empezar estableciendo una definición de la escenografía. El delegado de la especialidad de decoración en la Escuela Oficial de Cinematografía española escribía que la escenografía en el cine «consiste en reproducir una realidad adaptándola a unas circunstancias de espacio y tiempo que faciliten al máximo un futuro rodaje«.
Esta definición se queda corta y refleja la posición subordinada ante la arquitectura. La escenografía no sólo sirve para reproducir la realidad, pues, incluso cuando se ha eludido esta realidad, se han conseguido niveles más elevados de creatividad, sin dejar de lograr al mismo tiempo los objetivos a que está destinada.
Esa línea comenzó con el cine expresionista alemán y debe recordarse que la mayoría de los objetos de esta tendencia que se llegaron a construir se vieron en una pantalla. Una línea que, al optarse después por el realismo, no tuvo casi continuidad en el cine mundial y mucho menos en el norteamericano, en el que sólo puede rastrearse en algunas películas musicales.
Según Elena Povoledo, historiadora italiana de la evolución de las maneras de construir ambientaciones teatrales, la escenografía es «el arte y la técnica figurativa que prepara la realización del ambiente, estable o provisional, en el cual se finge una acción espectacular. Por extensión se emplea también para indicar el conjunto de los elementos, pintados o construidos, pero siempre provisionales, que ayudan a crear el ambiente escénico«.
“Cine, cine, cine, más cine por favor, que todo en la vida es cine y los sueños, cine son” (L. E. Aute).