Javier González de Durana

Esta es, sin duda, la publicación más singular de cuantas han visto la luz acerca de las nuevas arquitecturas de prestigio aparecidas en el Bilbao post-Guggenheim. Calificarlo como libro se queda corto porque, de hecho, es un objeto en forma de sólida caja de poliestireno negro y generosas dimensiones (55’5 x 34’5 x 4’5 cm) que contiene, a su vez, tres libros. Publicado por la corporación energética en 2011, lo primero que llama la atención es el cuidado diseño y la impecable producción. No es un objeto lujoso; bien al contrario, salvo por el tamaño, se presenta con discreción y sencillez minimalistas (una anti-ostentosa manera de entender el lujo). La edición y diseño pertenecen a Ivorypress, empresa fundada y dirigida por Elena Ochoa. La querencia y especial atención que la editorial madrileña presta a los temas de arquitectura se hace evidente en este producto.
La discreción llega hasta el punto de que no resulta fácil encontrar las autorías de los textos centrados en la arquitectura de la torre, los tres libros carecen de título o indicación alguna en sus cubiertas exteriores -tampoco lo manifiesta la caja que los contiene- y hasta el propio logo de la corporación queda fuera de la visibilidad inmediata. Tan sólo el nombre del Presidente, Ignacio S. Galán, se indica al final del texto de “Presentación” como autor del mismo. El escrito que, a continuación del presidencial, explica brevemente la historia de la empresa no incluye el nombre de su redactor; es una declaración corporativa. Se quiere transmitir la idea de libro como obra coral, sin autorías personales; algo que podría aplicarse, en cierto modo, a la propia empresa. Seguramente es lo que se pretende, al igual que establecer una relación subliminal entre la robustez y la envergadura de la caja portalibros con las propias de la torre.
Esa “Presentación” se incluye en el primer libro (cubiertas forradas en verde) de los tres, por cuyas páginas desfilan diversas personalidades de la sociedad, el arte, el deporte y la cultura de Bilbao exponiendo sus vínculos con la ciudad y la aportación que desde sus respectivas tareas creativas realizan. El segundo libro (cubiertas azules) es el expresamente descriptivo de la arquitectura del edificio, sobre el que volveré más tarde, y el tercero (amarillo) contiene una serie de diecinueve fotografías en blanco y negro de gran tamaño tomadas por Aitor Ortiz sobre el edificio que César Pelli diseñó. Otra fotografía semejante del mismo Ortiz sobre un detalle de la fachada acristalada de la torre cubre la portada de la contundente caja-contenedor.
El libro, azul, centrado en la arquitectura de la torre se abre con una entrevista a César Pelli, sigue con un estudio sobre las líneas maestras o invariantes del diseño del arquitecto argentino-norteamericano y se prolonga con una detenida explicación acerca del proceso constructivo, cuyo carácter industrial e innovador se manifestó en la paquetización del proyecto y la realización por fases, así como en la utilización de elementos constructivos pioneros, como el encofrado auto-trepante. Los últimos capítulos se dedican a exponer el compromiso verde de Iberdrola aplicado a la sostenibilidad de la construcción vertical, los componentes humanos que intervinieron en la realización de la obra y las cifras más singulares referidas al edificio (alturas, diámetros de pilares, superficies y datos de obra como toneladas de acero, metros cúbicos de hormigón utilizados, etc.).
Esta clase de edificios se suelen atribuir, por parte de los medios de comunicación, al nombre de un solo profesional, digamos al más carismático o popular, pero para ser lo más fiel posible a todos los autores e intervinientes en Torre Iberdrola, digamos que el diseño arquitectónico fue de la empresa Pelli Clarke Pelli Architects, que el proyecto de ejecución de arquitectura fue llevado a cabo por el Estudio Ortiz y León Arquitectos, que la gestión del proyecto correspondió a Iberdrola Ingeniería y Construcción, que el plan de estructuras e instalaciones, incluida la dirección de obra, fue asumido por la Ingeniería Idom y que, finalmente, la dirección ejecutiva estuvo en manos de Euroconsult Norte. En total intervinieron catorce empresas para realizar diferentes trabajos, participando en la construcción alrededor de 2.400 personas de doce nacionalidades distintas. Hubo momentos en que trabajaron hasta 480 personas simultáneamente en la obra. Pero no se trata de hablar del edificio aquí, sino del libro que explica cómo es el edificio.

Los textos y la entrevista a Pelli fueron elaborados por Arturo Franco y Enrique Sanz, la tarea de documentación correspondió a Esperanza Martínez de Salinas, Ana Román y Jesús Gallo, y la planimetría estuvo en manos de Vanesa León. Los “créditos” identifican así, con letra pequeña y en la última página del segundo volumen, a los autores de un meritorio esfuerzo de alta divulgación.
La conversación que Franco y Sanz mantuvieron con el autor del edificio está planteada en términos de preguntas frías y académicas con respuestas breves y previsibles… propias de una entrevista hecha por correo electrónico; y si no fue así se parece mucho a eso. Es una lástima porque el carácter de Pelli parece proclive al intercambio fogoso de opiniones a tenor de lo que es público y conocido sobre su personalidad. Con todo, en sus contestaciones a las diez preguntas que le hacen se encuentra alguna idea interesante, pero toda la conversación deja la sensación de una oportunidad no explotada a fondo, como, por ejemplo, cuando Pelli afirma que si una torre “es claramente más alta que los edificios circundantes entonces es, para mi, un rascacielos y adquiere responsabilidades formales y simbólicas que tienden a dominar el diseño”. La pregunta a continuación debería haber sido “¿Cuáles son en el caso de Torre Iberdrola esas responsabilidades dominantes sobre el diseño?”, pero no; la pregunta es otra. Las respuestas no se encadenan con las preguntas que siguen a continuación; cada pregunta implica un corte con lo anteriormente contestado.
La relación de Pelli con el entorno urbano de la torre viene de 1993, cuando el equipo formado por los estudios de Cesar Pelli & Associates, Balmori & Associates y Aguinaga & Asociados ganó la consulta restringida convocada para definir el plan de ordenación del área de Abandoibarra: un territorio de 300.000 m2 al que se atribuyó una edificabilidad de 210.000 m2. En tal plan, desarrollado durante los años siguientes, más o menos fielmente, se incluía una torre de 200 metros de altura (la actual tiene 165) y una formalización distinta de la ahora existente, pero en el mismo emplazamiento ocupado por Torre Iberdrola. No se deducía del hecho de haber ganado el plan de ordenación que alguno de los edificios en él previstos tuviera que ser diseñado por sus autores, sino que éste se limitaba a proponer unas ocupaciones y unas posibles alturas. Años después, en 1998, cuando la Diputación Foral de Bizkaia pensó en centralizar sus oficinas en esta torre encargó a Pelli Clarke Pelli Architects el diseño del edificio. Como es posible que muchos recuerden, en un principio la torre, además de las dependencias forales, iba a incluir un hotel y oficinas. Después la Diputación se retiró del proyecto y el hotel se cayó del plan, así que hubo que reformar sobre la marcha el diseño de su interior en función de unos usuarios futuros que iban cambiando, si bien lo sustancial de la imagen exterior de la propuesta de Pelli Clarke Pelli Architects se mantuvo tal como fue presentada. El libro explica con claridad todos estos avatares administrativos y políticos que, si bien complejizaron su gestión y desarrollo, no lo impidieron. Hubo habilidad negociadora y acuerdos satisfactorios entre Iberdrola, la Bilbao Bizkaia Kutxa BBK, y el Ayuntamiento de la ciudad.

El libro diserta a continuación sobre las ideas en torno a los edificios en altura planteados a lo largo del siglo XX para Bilbao, en particular sobre la propuesta de Secundino Zuazo para la calle Ripa en 1926, como un prólogo reflexivo sobre las oportunidades perdidas (o ganadas) por falta de la audacia necesaria.
La parte más interesante de lo aportado por esta publicación viene seguido de lo anterior, al detallar el diseño estructural con datos, argumentos y numerosas reproducciones de planos y fotografías de maquetas referidas al trazado regulador de la torre y la geometría de sus plantas. Ese trazado es muy sencillo: su volumen queda definido por la intersección de tres superficies cilíndricas inclinadas hacia el centro, siendo las fachadas este y oeste simétricas con respecto al plano medio de la estructura y la fachada norte, simétrica con respecto a una línea contenida en este plano medio: “Si se prolongaran las generatrices medias que forman las tres superficies cilíndricas, éstas se unirían en un vértice situado a 1.000 metros de altura respecto al nivel de planta baja, como un objeto fabricado con una determinada medida esperando alcanzar capacidad técnica para concluirse”. Imposible no acordarse de las visiones utópicas del científico barroco Athanasius Kirchner y sus torres babélicas, más elevadas que el diámetro de la propia esfera terrestre.
El estudio de la cimentación fue fundamental. Para cualquier edificio, especialmente para las grandes estructuras, su auténtica viabilidad comienza con las conclusiones del estudio geotécnico y que en este caso obligaron a resolver complejidades múltiples: servidumbres actuales y futuras, anclaje en la dura roca del subsuelo, situada a 16 metros de profundidad, impermeabilización del vaso que acogería la cimentación debido a la proximidad del agua de la ría…

El encofrado autotrepante, pionero aquí entre nosotros, es un sistema que permite la elevación de grandes conjuntos de encofrado simultáneamente, mediante mecanismos hidráulicos y mecánicos. Es óptimo para la construcción de estructuras verticales altas donde el viento puede convertirse en un problema crítico, el grado de ocupación de la grúa resulta demasiado amplio, siendo necesario prescindir de ella, y los requerimientos de seguridad durante todo el proceso de construcción son importantes. La estructura hormigonada se eleva sin necesidad de grúas, levantando consigo el encofrado y, por tanto, una gran ventaja de este sistema constructivo es que no requiere apoyarse en el suelo. El trepado se realiza mediante la sucesiva elevación del mástil y del conjunto consola-encofrado sobre el muro ya fraguado de la fase anterior. Se caracteriza por su gran adaptabilidad a geometrías complejas, pero sobre todo es un sistema que destaca por conseguir excelentes tiempos y ritmos de trabajo durante el proceso de trepado, hormigonado y desencofrado, con total seguridad.
La publicación expone el proceso constructivo con un lenguaje sintético, claro y sin excesivos tecnicismos, lo que permite comprender con facilidad la complejidad global de la tarea y admirar el acierto de las decisiones.
Visto desde la Plaza Elíptica, durante sus primeros años de existencia y hasta que el ciudadano se acostumbró a ella, la torre mostraba una presencia mezcla de mayestática monumentalidad y pureza geométrica, de ominosa injerencia en el paisaje urbano y axial capacidad para ordenar su entorno. Iberdrola hizo una relevante aportación arquitectónica y urbanística a Bilbao con su arquitectura, pero, no queriendo limitarse a ello, amplió esa aportación al campo cultural y artístico mediante este singular volumen con textos en castellano, euskara e inglés.
