Palacio Olábarri: cambio de destino

/ Javier González de Durana /

Tras 70 años en manos de la Autoridad Portuaria de Bilbao, el palacio Olábarri ha pasado a manos privadas mediante subasta. El nuevo propietario se lo ha adjudicado al precio de salida de 10.470.798,82 euros, impuestos excluidos, aunque llegó a estar tasado en 17 millones en 2006, al abrirse el primer proceso de venta. Con una parcela de 2.000 m2, situada en el extremo del Campo Volantín, pasará a convertirse en un nuevo hotel para la ciudad, otro más, que abrirá a finales de 2025 con cinco estrellas y 45 habitaciones, además de salones, dos restaurantes, una cafetería y spa. Frente al Guggenheim Bilbao Museoa, al otro lado de la ría, su futuro como establecimiento hotelero parece augurarse como bueno, dada la privilegiada posición que ocupa.

El palacio de unos 3.000 m2 se construyó entre 1894 y 1897, con un diseño del arquitecto Julián Zubizarreta, y 60 años más tarde, siendo ya propiedad del puerto bilbaíno, se amplió por su parte trasera, ajardinada hasta entonces, con una muy correcta nueva edificación (6.500 m2) concebida por Manuel Galíndez y José Mª Chapa, en la que se instalaron las oficinas administrativas, reservando el palacio como privilegiado espacio de representación institucional. Superviviente de un singular barrio-lineal de palacetes y villas unifamiliares con jardín que se desarrolló a partir de 1860 y sucumbió masivamente a la piqueta tras la guerra civil, el palacio Olábarri es uno de los inmuebles mejor estudiados de la Villa gracias a la investigación que realizaron las historiadoras Nieves Basurto Ferro y Maite Paliza Monduate.

En 2017 el Ayuntamiento inició los trámites para modificar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de cara a otorgar a la antigua sede del Puerto la calificación de equipamiento privado y, así, facilitar su venta en ese sector. Junto a la recalificación solicitada por la propiedad se acompañaba la demanda de aumento de edificabilidad en 1.100 m2. La idea de un hotel singular sobrevoló sus planes de futuro desde un inicio; también se barajó la posibilidad de una subsede del Museo de Bellas Artes.

En junio de 2018 parecía que la recalificación iba a recibir el inmediato visto bueno del pleno del Ayuntamiento de Bilbao, tras pagar la Autoridad Portuaria casi medio millón de euros por el incremento de la edificabilidad, pero el plan presentado por ambas instituciones recibió el rechazo de la Dirección de Patrimonio Histórico, Dpto. de Cultura, y de URA Agencia Vasca del Agua, Dpto. de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, ambos del Gobierno Vasco. Esta agencia medioambiental se opuso a su reconversión en hotel de lujo debido a que se podrían pro­vocar problemas ambientales significativos al ser ésta una zona altamente inundable y porque la actual normativa es muy rigurosa con aquellas intervenciones que im­plican un aumento de la superficie o del volumen de los edificios exis­tentes en los espacios vulnerables. Por su parte, la Dirección de Patrimonio puso el acento en que el edificio del siglo XIX goza de una protección municipal del nivel A por su carácter monumental y que el inmueble anexo de oficinas también está cata­logado con el nivel C, así que el incremento de más de 1.100 m2 supondría una distorsión del conjunto. Además, el plan presentado no indicaba cómo se ejecutarían los tra­bajos, en qué consistirán o a qué par­tes de los inmuebles afectarían.

Las consecuencias de aquel rechazo y la obligación de presentar un nuevo plan acorde con las limitaciones puestas por Patrimonio y URA supusieron un considerable retraso, pues obligó a elaborar nuevos estudios y un plan mejor. Aquellas trabas ahora parecen haber sido superadas. Desconozco si los grupos empresariales interesados en adquirirlo que hubo hace 6-7 años se desanimaron por culpa de la demora, pero el caso es que ahora ha habido uno que se ha llevado el gato al agua (con permiso de URA). Las expectativas de venta por 17 millones se han reducido a casi 10’5, lo que ha sido una importante rebaja, pero hay preguntas sobre otros posibles cambios que convendría saber hasta qué punto se han dado. Por ejemplo, ¿el Ayuntamiento ha concedido mayor edificabilidad o ha rebajado el grado de protección de alguno de los dos inmuebles?, ¿el Departamento de Cultura ha cedido rigor en la estricta protección del palacio?, ¿ cómo se ha asegurado URA de que ahora no hay motivos para temer a las inundaciones en esta zona?

Según el Tomo V, Título Undécimo, «Régimen de Protección de la Edificación», del PGOU de Bilbao, para el nivel A, de protección especial, se determina que «las obras que se efectúen en estos edificios se realizarán en lo posible con los métodos de la denominada ‘Restauración Científica’ en el Decreto 189/90, del Gobierno Vasco, sobre Actuaciones Protegidas de Rehabilitación del Patrimonio Urbanizado y Edificado», con respeto a «los elementos tipológicos, formales y estructurales de la construcción», resultando obligatoria, entre otras tareas, «la reconstrucción filológica de la parte o partes derrumbadas o demolidas del edificio». En este caso, ¿está el nuevo propietario obligado a reconstruir la airosa torre esquinera que desapareció durante la guerra civil o se le exime de hacerlo?

Para el nivel C, de conservación básica para el edificio de oficinas, el PGOU establece que tienen «el carácter de protegidos al menos los siguientes elementos: Las fachadas exteriores y los volúmenes hoy existentes…». Entonces, si el volumen existente es de protección, ¿cómo podrán ganar 1.100 m2 sin alterar los perfiles volumétricos si URA ha prohibido ganar una planta en el subsuelo, justo al borde de la ría? Con un Ayuntamiento tan proclive a conceder favores a instituciones y empresas poderosas (Obispado, Autoridad Portuaria, Mercadona…), es de temer que habrá cambios en los perfiles.

El comprador ha sido la cadena Luze Hoteles, creada el pasado mes de noviembre, fruto del rebranding de la anterior Eventshotels, y se encargará de su adecuación como establecimiento hostelero una empresa llamada Bericato. Luze Hoteles y Bericato se presentan como dos empresas diferentes, pero en realidad ambas pertenecen a la misma persona: Jesús Ángel Berisa Berisa (Azagra, 1969). Su nombre aparece como administrador único de varias empresas ubicadas en Castejón (Navarra), como CUBERATO SERVICIOS S.L, BERSASORIA SERVICIOS S.L., BERCABER SERVICIOS HOTELEROS S.L., BERIBERSA SERVICIOS S.L. y BERICATO S.L., además de otra empresa ubicada en San Sebastián (Gipuzkoa), ELCABE EVENTOS Y SERVICIOS S.L. El objeto social que todas ellas proclaman en Datos CIF es: «La adquisición, construcción, instalación, arrendamiento activo y pasivo -salvo financiero- y explotación, por cualquier medio, de establecimientos hoteleros, residencias, cafeterías, restaurantes, bares y, en general, toda clase de actividades del gremio de hostelería y otros», si bien la web Economía3 INFONIF señala que su sector de negocios es el de «Alojamientos y Casinos», mientras Iberinform dice que es el de «Restaurantes y Puestos de Comidas». Esta información puede llegar a dar una imagen un tanto limitada o distorsionada de este grupo empresarial, pero no debe verse así, al parecer.

La operación bilbaina se conoce poco después de que la empresa navarra haya cambiado de marca y anunciado su desembarco en Madrid. En noviembre Jesús Berisa, presidente y dueño de Eventshotels, compró un hotel en San Sebastián, el antiguo Nicol’s, en el Monte Igeldo, y llegó a un acuerdo para explotar otro en Madrid, en la Castellana, cerca del estadio Santiago Bernabeu. El grupo Eventshotels, a partir de ahora Luze Hoteles, es propietario, además del Hotel El Toro (en Berriplano), del Hotel El Villa (en Castejón) y gestiona la restauración de Sendaviva, Navarra Arena y el Palacio de Congresos Baluarte (chef David Yarnoz, dos estrellas Michelín) , entre otros. En temporada alta firma más de 500 nóminas.

Su crecimiento empresarial ha sido muy importante, sobre todo a partir de la pandemia, pero a la vista de los edificios en que trabaja no ha estado implicado en uno de la relevancia y las exigencias que el palacio Olábarri demanda. No ofrece un buen precedente de respeto patrimonial el hecho de que en 1968 un palacio de 1607 existente en Alzórriz fuese trasladado piedra a piedra a Berriplano para ser reconstruido y servir como restaurante, ahora Hotel El Toro, pero debe decirse que esta actuación fue llevada a cabo en otros tiempos y por un propietario anterior a Jesús Berisa, si bien éste exhibe esa circunstancia como una seña de distinción en su web. Todavía no se ha hecho público el nombre del arquitecto que intervendrá en el interior del palacio Olábarri para hacer posible el cambio de uso. Estaremos atentos.

2 comentarios sobre “Palacio Olábarri: cambio de destino

  1. ¡Qué decepción Javier! Otra decisión equivocada que en vez de recuperar el mando más bien deja a la villa como una balsa a la deriva. Una oportunidad perdida, en mi opinión, que soñaba con una nueva sede para la colección Thyssen-Bornemisza, una filial en Bilbao, la orgullosa ciudad del Guggenheim. Salvando las distancias, dos cosas me unen a Tita Cervera, su amor por los árboles y por el arte. Cuando me he enterado de la noticia me están dando ganas de encadenarme a la verja del palacio Olábarri, como hacía la Baronesa cuando se ataba a un árbol del madrileño Paseo del Prado, para protestar contra la tala que se iba a ejecutar. Al palacio me unen demasiados recuerdos, de mi infancia porque he vivido en esa calle y después casi 30 años viviendo a escasos 3 minutos. Pasando día sí y día también por delante del palacio, no pocas veces pensé en escribir al alcalde Azkuna para proponerle mi «súper idea». Lástima que no lo hice, quién sabe… Ahora, aunque me encadene a la verja y convoque a todas las televisiones, como no soy Tita, me tomarían por una chalada y poco más… 🙆‍♀️ 😅

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    1. Habrá que esperar para ver qué hacen ahí. Lo que no entiendo es lo de los hoteles en Bilbao, ¿de verdad son necesarios tantos? Ya recuerdas que Azkuna quiso hacer una subsede del Museo de Bellas Artes en este palacete. No me pareció una buena idea en su día. Espero que esta gente del hotel no terminen por convertirla en una buena idea perdida.

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