Javier González de Durana

Angulo Arquitectura es un estudio conocido por sus reconversiones de edificios -levantados tiempo atrás para variadas funciones (viviendas, oficinas, conventos…)- en hoteles actuales. Así lo han llevado a cabo en dos inmuebles de las Siete Calles bilbaínas: el NYX, en el Arenal esquina con Correo, y el TAYKO, en la calle Ribera esquina con Merced. Realizaron un tercer hotel en un antiguo convento de clausura (siglo XVIII) localizado en Gordexola (Bizkaia).
Esta tercera localización nos acerca al contiguo Valle de Mena (Burgos), en donde Angulo Arquitectura ha diseñado una vivienda unifamiliar, singular no sólo por su diseño, sino también porque, en un paradisíaco valle donde el convencionalismo arquitectónico es la nota dominante, esta pieza se aparta de lo banal con un gesto de personalidad. Es lástima que, a veces, las normas reguladoras para la construcción de casas unifamiliares, en territorios como éste, obliguen a la adopción de fórmulas tradicionales… El artículo 25 de las Normas Subsidiarias de Planeamiento Municipal en la provincia de Burgos establece que para su «integración en el entorno (…) todas las construcciones de nueva planta habrán de integrarse en el entorno geográfico y deberán respetar -tanto en su implantación como en la disposición de sus elementos constructivos- las formas tradicionales de las edificaciones que configuran dicho entorno, para ello no podrán modificar sustancialmente, dentro del ambiente determinado en el que se sitúen: la forma tradicional de ocupación de la parcela, cuando sean construcciones dentro de los núcleos; el cierre tradicional de la parcela; la disposición y forma tradicional del volumen edificado; la forma y materiales de cubierta; la composición general de las fachadas, las condiciones de sus materiales y el color de los mismos y, por último, la relación del edificio con el entorno inmediato…». En otras palabras: puertas cerradas a buena parte de la arquitectura contemporánea.
Esta vivienda, localizada en la pedanía de Gijano, se sitúa sobre una ladera en pendiente y orientación noroeste. La inclinación del terreno ha permitido que las 4/5 partes traseras de la casa queden ancladas en un punto topográficamente elevado, mientras la 1/5 parte delantera flota sobre el solar, el cual no ha sido sometido a una completa nivelación, sino que conserva parte de su caída natural.
La zona en contacto con el terreno contiene una terraza cubierta, acceso, vestíbulo, cocina, aseo y escaleras de bajada al garaje, mientras que la zona delantera, surgiendo de la posterior, se divide en dos prismas en parte voladizos que, separados y evitando ser paralelos, se proyectan hacia el paisaje, cuya contemplación se facilita mediante un gran ventanal que ocupa la cara frontal de cada prisma. Angulo Arquitectura llama «vagones» a estos prismas y, ciertamente, algo de cajas alargadas tienen, pero esa denominación también alude a la literaria posibilidad de interpretar que desde cercana vía ferroviaria Bilbao-La Robla dos furgones hubiesen descarrilado para quedar acomodados en ese punto.
Esta división en dos volúmenes permite organizar las funciones interiores, al situar en uno de ellos cuatro habitaciones y en el otro, el salón-comedor (en comunicación directa con la cocina), posibilitando un estudiado y eficiente funcionamiento térmico de la casa. El aseo queda equidistante de ambos espacios, en la zona donde ambos prismas se juntan. Exteriormente, esos cuerpos crean un espacio intermedio que se entrega a la Naturaleza.
Cada uno de ellos tiene, como maclado, un volumen lateral: el uno es algo más alto y corto, y el otro, algo más bajo y largo. Sus frentes se hallan abiertos, como negándose a renunciar al paisaje, y los intersticios con los grandes prismas a los que maclan acogen estrechos vanos que derraman claridad al interior. Así, la vivienda es sumamente porosa a la tenue luz del norte al tiempo que se protege y cierra a la crudeza de la del sur.
Los volúmenes se construyeron en hormigón y las fachadas ventiladas están acabadas con paneles de apariencia gris oscura; sin embargo, la sensación que ofrecen es justo la contraria a la de peso, pues, en vez de aplastar el suelo, flotan y gravitan sobre la pradera. No hay paisaje sin pasión. La poesía -la vivienda, en este caso- es lo que media entre la pasión y el paisaje.
El único punto débil que puede achacarse a esta encantadora casa es que, al observarla por su parte posterior desde una altura propiciada por la ladera, presenta unas cubiertas lisas revestidas con convencionales tejas curvas: la rotundidad geométrica y pureza formal del diseño de esta vivienda no resulta coherente con esa protección de origen tradicional, aunque no se haga visible desde la mayoría de los puntos de observación. La radicalidad del gesto debería haber conllevado la lógica de extenderse a toda la actuación…, salvo que la norma subsidiaria haya obligado a rendir esa bandera.



