/ Javier González de Durana /
Esta primera entrada aparece hoy, pero se escribió hace semanas, concretamente al día siguiente del anuncio público de la 1ª Bienal Internacional de Arquitectura que, con el subtítulo de “MUGAK”, fue presentada en San Sebastián el 7 de julio. Es una coincidencia que la decisión de crear un blog en torno a aspectos arquitectónicos vistos desde el País Vasco fuera tomada al tiempo que se presentaba un acontecimiento tan relevante como aspira a ser esa Bienal. En ArquiLecturA estamos encantados con la iniciativa, pues nos dará muchas ocasiones para opinar y recoger ideas acerca de lo que en dicha Bienal se vea y escuche, insuflando vida y energía en el campo de lo opinable y lo discutible sobre los edificios y las ciudades en que vivimos.
La Bienal fue presentada en rueda de prensa por parte de las más altas instancias del Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda, el impulsor de la iniciativa, junto al encargado de pensar y gestionar el programa de esta primera edición. El consejero de ese Departamento, Iñaki Arriola, el vice-consejero, Pedro Jaúregui, y el director de Vivienda y Arquitectura, Pablo García Astrain, ofrecieron datos acerca de la intencionalidad del acontecimiento, mientras su comisario, Pedro Astigarraga, desgranó algunos contenidos.
La información periodística ofrecida al día siguiente recogía lo sustancial de lo expuesto y explicado en la rueda de prensa, pero quien intentó saber más acerca de cómo se halla organizada la Bienal y entró en la web de esa Consejería quedaba sorprendido al no encontrar nada referido a la Bienal. Tan sólo una “noticia” daba cuenta del desarrollo de la rueda de prensa. Siendo un acontecimiento al que se le otorga la más alta importancia departamental -demostrada por la presencia de los tres políticos citados-, llama la atención que no hubiera una declaración de intenciones más pormenorizada, una explicación acerca de cuál es el órgano gestor de la Bienal, quiénes sus integrantes, cuáles los objetivos políticos…
No obstante, dicha “noticia” contiene un enlace a la página web de la Bienal. Al abrir esta página nos encontramos con un vídeo de casi cinco minutos en el que se muestran algunos hitos arquitectónicos y urbanísticos de San Sebastián, sin locución alguna, y, de nuevo, la noticia sobre la rueda de prensa institucional. Junto a esto se despliegan seis ventanas con los siguientes títulos: Exposiciones, Conferencias, Talleres, Itinerarios, Proyecciones y Diálogos, pero al intentar ver sus respectivos contenidos en todas se nos dice: “Estamos trabajando en la preparación del Programa”. Pinchando en el apartado “La Bienal” se leen algunos puntos de partida y ciertos objetivos; su primer párrafo dice así: “La Arquitectura es, a un tiempo, lenguaje del arte y de la razón. Encuentro entre la ciencia y el artificio”. De acuerdo, bonito arranque, pero recordemos que el arte no es algo opuesto o diferente a la razón y que la ciencia -desde antes de la invención de la rueda- trabaja necesariamente con lo artificial.
Eso de los objetivos políticos no es algo que deba guardarse detrás de objetivos sociales y culturales subrayados en la rueda de prensa. Los objetivos políticos son tan legítimos como los otros y sería interesante conocerlos. Sí, conocerlos, porque no resulta suficiente apelar al propósito de “sacar la arquitectura del discurso efectista en el que se ha instalado por la influencia de macro-proyectos y devolverle su condición de disciplina capaz de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos (…) una función social, a menudo relegada a un segundo plano por la pirotécnica de los arquitectos estrella, es lo que impregna los principios que inspiran la I Bienal de Arquitectura de Euskadi”.
Muy bien, “una función social”, eso es lo que impregna los principios, pero una vez aclarado lo impregnante, ¿cuáles son los principios impregnados, esos principios políticos? Estoy citando fuentes periodísticas, por tanto es posible que eso no fuera expuesto exactamente así, pero en todo caso no reduce la necesidad de ofrecer un contexto reflexivo más profundo sobre la Bienal desde la web del Departamento. Una partida de 180.000 euros destinada al evento (más lo que aporten Diputación y Ayuntamiento) es cantidad que merece una justificación detallada. No digo que no la haya, pero hubiera sido deseable haber conocido la calidad de los argumentos y las reflexiones impulsoras al mismo tiempo que se nos informaba del hecho en sí y, por supuesto, los contenidos programados.
Es de imaginar que esto vendrá dado más adelante porque queda corto decir que la Bienal constituirá “una reflexión (sobre el papel) que debe desempeñar la arquitectura en la sociedad y su contribución para conseguir ciudades más equilibradas y cohesionadas”, porque ¿acaso no ha sido siempre esto así?, o que buscará “encarar los retos de una nueva modernidad tecnológica y multicultural, cuya comprensión y gestión se han vuelto extremadamente complejas”, ¿es que, por ventura, estos retos son exclusivos de hoy y no los vivió la arquitectura en otras épocas?
Ya que ha sido el Gobierno Vasco, junto con las instituciones forales y municipales, quien ha impulsado la mayoría de esos macro-proyectos que, al parecer, han distraído la función social de la disciplina, bienvenida sea una buena dosis de retorno al orden por parte del mismo Gobierno Vasco. No obstante, el hecho de que se hayan levantado una docena (no sé si llegan) de macro-proyectos no parece que haya hecho perder la cabeza a la inmensa mayoría de los arquitectos vascos no-pirotécnicos que se las ha tenido que ver bien duras durante estos años de crisis. Al margen de los macro-proyectos aquí ha habido una arquitectura y unos profesionales que no olvidaron cuál es su función al desarrollar proyectos de todas las envergaduras, sobre todo proyectos modestos, como ha sido lo habitual en los últimos años. No mezclemos los temas ni confundamos los bonitos juegos pirotécnicos hechos de palabras con las dolorosas llamas del día a día.
La elección de San Sebastián como sede de la Bienal es correcta. Podría haberlo sido cualquiera de las otras ciudades del País Vasco, pero el hecho de que la Escuela de Arquitectura de la UPV se encuentre en esa ciudad dota de un plus de justificación a la elección. Ya en los años 80 y desde el Departamento de Cultura se intentó la creación de un Museo de la Arquitectura en el Palacio de Miramar. Sin problema. Las distancias en euskalhiria no son tan grandes como para impedir que quien quiera participar lo haga.
Las fechas centrales de la celebración serán del 7 al 10 de noviembre, si bien algunas acciones se desarrollarán desde finales de octubre y otras se prolongarán hasta enero de 2018.
En cuanto a los contenidos, por el momento nos han dicho que tendremos lo siguiente:
* una exposición titulada Creatividad compartida sobre la obra del último Premio Pritzker 2017, el estudio catalán RCT Arquitectes (Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta); Aranda pronunciará el día 7 la conferencia de apertura;
* una intervención de clausura por parte del proyectista japonés Sou Fujimoto, de contenido no esclarecido;
* los 400 alumnos de la Escuela de Arquitectura recibirán durante los primeros días sus clases en el Palacio de Miramar, sede central de la Bienal y donde tendrán lugar las jornadas, quedando la actividad lectiva de la Escuela, de algún modo, integrada en el Palacio durante los tres meses;
* entrega del Premio Peña Ganchegui, instaurada este año y que tendrá su marco en el contexto de la Bienal, si bien no sabemos si este premio será de periodicidad anual o bianual como la Bienal;
* en conjunto, se habla de ocho exposiciones, talleres, mesas redondas…, sin mayor especificación;
* además del Palacio Miramar, otros escenarios de la Bienal serán el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro, Tabakalera y el Koldo Mitxelena;
* un aspecto subrayado es que la cita no será algo sólo para los especialistas, reservado a ellos, sino abierto a todos los públicos, “a toda la ciudadanía”; si con esto último se quiere decir que las actividades serán gratuitas, fantástico, pero a veces uno tiene la impresión de que para las instituciones lo especializado es elitista; no hay que tener esos miedos, la arquitectura es una práctica profesional compleja por naturaleza y el alcance de su interés como disciplina puede resultar minoritario aunque no lo sea -bien al contrario- el alcance de sus consecuencias públicas.
Nos quedamos, de momento, con algunas preguntas pendientes y muchas ganas de saber más sobre lo que escucharemos y veremos, pero la Bienal resulta prometedora. Haremos seguimiento.
