Paisajes del progreso… (reprise)

/ Javier González de Durana /

Detalle en el dibujo para Franco Española de Cables y Alambres (Erandio, Bizkaia), tinta, acuarela y guache sobre papel, 62×191 cm.

Hace ya algún tiempo publiqué aquí una entrada titulada Paisajes del progreso (dibujando fábricas). En él reflexionaba sobre un dibujante desconocido para mí entonces. Todo empezó a partir del hallazgo de una pequeña fotografía en las abandonadas instalaciones industriales de VALCA, una foto en la que se mostraba la imagen de dicha fábrica con el aspecto que tuvo a principios de los años 50. Aunque no sabía de quién se trataba -de hecho, me equivoqué al ponerle nombre a la vista de su borrosa firma-, sí pude darme cuenta, por las características del estilo utilizado, que se trataba del mismo autor de otras panorámicas industriales cuyas reproducciones había venido observando a lo largo de los años en revistas, publicaciones y catálogos empresariales de los años 40 y 50. Hice una recopilación de algunas de esas imágenes industriales, comenté sus características y publiqué la entrada.

Cuatro años y medio más tarde, el pasado 2 de febrero se inauguró en La Encartada Museoa (Balmaseda, Bizkaia) una exposición de dibujos de este autor con el título de Gerardo D’Abraira. Paisajes desvanecidos en el aire que podrá verse hasta el 7 de julio aquí y posteriormente en la sala Ondare, de Bilbao; así ha empezado a ser conocido. Se trata de 17 grandes obras originales que, en su mayoría, se salvaron de la catástrofe industrial vivida durante los años 80 y 90. Algunos pocos permanecen en manos de las empresas que los encargaron al mantenerse aún activas. Acompañan a los dibujos un conjunto de reproducciones fotográficas de otros hoy perdidos o, de momento, no localizados, más diversos materiales que ayudan a entender la función que cumplían estas imágenes dentro de las estrategias de auto-representación y comunicación de las empresas industriales en aquellos años.

La industrialización creó muchos oficios nuevos de acuerdo con unas tecnologías que constantemente se renovaban y que, por tanto, causaban la desaparición de otros anteriormente engendrados; los nuevos, a su vez, desaparecían en cuanto las técnicas cambiaban…; todo lo que en algún momento pareció sólido y duradero terminaba por desvanecerse en el aire. De algunos de esos oficios que existieron no conservamos noticia o tenemos pocas. Uno de aquellos trabajos que exigió la presencia de un profesional que supiera dibujar e imaginar la arquitectura industrial desde las alturas, a «vista de pájaro», fue el que desempeñó el bilbaíno Gerardo D’Abraira. Una pequeña nota a pie de página. Esta exposición que recupera su trabajo es una contribución a los estudios sobre la puesta en valor del patrimonio industrial, el paisaje cultural y el análisis de la imagen histórica. La mirada hacia las panorámicas de paisajes industriales es una base para una mejor comprensión de nuestro pasado, una mejor percepción de la identidad colectiva en el presente y una adecuada preservación de nuestros bienes culturales de cara al futuro. 

La exposición consta de una introducción y cinco secciones, cuyos textos en sala reproduzco aquí junto con imágenes de algunas fábricas que no di a conocer entonces porque aparecieron, precisamente, con motivo de la publicación de aquella entrada, de igual modo que ahora, con motivo de la exposición, están apareciendo por aquí y allá nuevos y desconocidos dibujos. Para el mes junio está prevista la presentación de un catálogo que recogerá toda la información que se ha podido reunir sobre D’Abraira.

IZAR (Amorebieta, Bizkaia), tinta, acuarela y guache sobre papel, 67×183 cm.

Gerardo D’Abraira. Paisajes desvanecidos en el aire

Introducción.- La intensa vida industrial de nuestro país durante el último siglo y medio ha sido investigada ya en sus más importantes aspectos, así como en numerosos episodios personales, empresariales, sociales y fabriles sucedidos a lo largo de ese tiempo. Sin embargo, aún quedan por desvelar pequeñas historias de gentes y hechos que tuvieron un papel singular en el gran proceso tecnológico que cambió vidas, actividades laborales, ciudades y paisajes.

Esta exposición muestra la hasta ahora desconocida obra de Gerardo D’Abraira, un dibujante bilbaíno que durante los años 40 y 50 del siglo XX se encargó de plasmar visualmente el poderío industrial del País Vasco mediante espectaculares vistas aéreas elaboradas a tinta y acuarela sobre grandes soportes de papel. 

El prestigio alcanzado por su buen hacer le hizo ser reclamado desde otras áreas industriales de la península para elaborar unas imágenes que no era posible conseguir entonces mediante la fotografía aérea, la cual a partir de los años 60 terminaría arrinconando un tipo de trabajo en el que convergían lo artesanal, lo artístico, el marketing y la comunicación visual en el ámbito de la industria moderna.

D’Abraira no pretendía mostrarse como un artista creativo a través de sus dibujos, sino como un fiel y meticuloso documentalista de las instalaciones fabriles de las empresas que requerían sus servicios. No obstante, la limpieza de sus líneas y trazos, el encantador verismo de los detalles, la eficaz solvencia en el manejo del color y la suavidad envolvente de sus atmósferas revelan que era dueño de cualidades profesionales del más alto nivel.

Lino Enguídanos Sanjuán (Valencia), tinta, acuarela y guache sobre papel, 94×191’5 cm.- Dedicada a la fabricación de chapas, tableros y asientos de madera desde al menos 1941, también funcionó como almacén de maderas, coloniales y tostadero de café. Situado cerca del puerto, un bonito chalet actuaba como edificio administrativo rodeado por sus instalaciones. Hace años desapareció, engullida por el crecimiento urbano.

Primer ámbito.- Las medidas de papel preferidas por D’Abraira para plasmar sus dibujos eran las de 90 x 190 cm, poco más o menos. Como es lógico, esta decisión no dependía de él, sino de la empresa que le encargaba el trabajo. Los dibujos de menores medidas requerían menor trabajo y tiempo, así que su coste no era comparable al de los grandes, pero, a veces, como el caso de La Conchita, el menor coste por el formato reducido iba acompañado por un mayor gasto debido a la introducción del color, al requerir mayor elaboración.

La Conchita (Güeñes, Bizkaia), tinta, acuarela y guache, 61×100 cm.- Fundada en 1903 para la elaboración de tejidos de yute, en particular telas para sacos. Se encontraba en el encuentro de los ríos Okendo y Cadagua. En 1983 La Conchita se vio afectada por las inundaciones que derribaron parte del edificio. A mediados de los años 90 se demolió definitivamente lo que quedaba.

Segundo ámbito.- D’Abraira empezó trabajando para empresas bizkainas asentadas en el curso bajo del Nervión, pero pronto empezó a ser solicitado desde Araba y Gipuzkoa, dando comienzo a una expansión que le llevaría más allá de Euskadi. Lo habitual era el encargo de una vista aérea de las instalaciones, pero no faltaron las empresas que, como Sarralde, le pidieron una vista exterior y otra interior. En ocasiones la solicitud era mucho más amplia, pues, por ejemplo, la riojana Viña Tondonia le solicitó una vista exterior y tres interiores, y la bilbaína Tarabusi, dos exteriores y siete interiores.

Manufacturas Olaran (Beasain, Gipuzkoa), tinta, acuarela y guache sobre papel, 88×238 cm.- Construido en 1939 con fuertes señas de modernidad racionalista, en sus inicios se centró en los curtidos, pero evolucionó, innovando y modificando sus especialidades: planchas de caucho para calzado, curtidos de cuero vacuno para la industria de muebles, marroquinería e hidrofugación del cuero destinado a tapicería. Continuó en funcionamiento hasta en 2009. Sólo se conserva el pabellón frontal a la calle, el resto se derribó para construir viviendas.

Tercer ámbito.- El aprecio por su trabajo llegó a Burgos (Textil Sedera le pidió dos imágenes vistas desde el mismo ángulo y casi consecutivas, pero manifestando con la segunda una importante transformación parcial en la arquitectura de la fábrica), Salamanca (Metalúrgica del Tormes solicitó cuatro imágenes de sus diseminadas instalaciones), Alicante y Barcelona. Llama la atención el hecho de que las empresas fuera del País Vasco han conservado los dibujos de D’Abraira con mayor cuidado y aprecio que las vascas.

Fabril Sedera 1 (Burgos), tinta, acuarela y guache sobre papel, 88×175 cm.- Fundada en 1944, estuvo especializada en la fabricación de tejidos de forrería de alta calidad para confección. Tras experiencia acumulada en más de 70 años de actividad, es de las empresas más destacadas de la industria textil española. Desde 1998 se mantiene muy activa en un emplazamiento de Burgos diferente del que se muestra en este dibujo. D’Abraira realizó dos dibujos con vistas de exterior de las instalaciones construidas en 1947, pero desde el mismo punto de vista en un plazo de tiempo breve, pero suficiente para poner en evidencia las transformaciones en la fábrica y su entorno. Los descendientes del fundador han conservado ambos dibujos con gran aprecio y esmero.

Cuarto ámbito.- La mayor parte de los dibujos realizados por D’Abraira son conocidos por las reproducciones fotográficas que las empresas distribuyeron por despachos y entre clientes, por las reproducciones que insertaron en sus catálogos y folletos corporativos, así como en revistas y publicaciones generalistas. Muchos de esos dibujos originales se perdieron cuando las empresas desaparecieron durante los años 80 y 90 del siglo pasado. Alguna pérdida (en la cántabra Nueva Montaña Quijano) resulta particularmente incomprensible, ya que la empresa continúa activa hoy y D’Abraira le realizó cuatro grandes dibujos a todo color que los propietarios mostraron orgullosos en su “catálogo de cables de acero” de 1957.

Nueva Montaña Quijano. Dibujo no localizado. Forjas de Buelna, en La Aldea (Cantabria). En actividad hoy en día.

Quinto ámbito.- La imagen de la arquitectura fue utilizada desde los inicios de la industrialización como un emblema que diferenciaba a unas empresas de otras y para transmitir la idea de solidez y fiabilidad. Las representaciones arquitectónicas de esta naturaleza se hicieron presentes ya en la Inglaterra del siglo XVIII. Se utilizaron como encabezamiento de facturas, a menudo rodeadas por floridas tipografías en el nombre de la empresa, y sirvieron también como recurso publicitario, evidenciando la aplicación de los estilos artísticos de cada época, como se puede apreciar en los realizados por otros artistas diferentes a D’Abraira.

Juste, en Astrabudua (Erandio, Bizkaia). Dibujo no localizado. Construido en 1952, la estructura del edificio diseñado por Luis Lorenzo Blanc y Jesús Tribis era de hormigón, con dos naves principales de 80 metros de longitud, 16 de anchura y 11 de altura, a la que se les sumaba una tercera nave auxiliar de 18 metros también de largo. El edificio tenía unos 7.000 metros cuadrados. Fue demolido en 2015.

A finales del XIX y principios del XX fue habitual que el encabezamiento de las cartas empresariales estuviera ocupado por el nombre corporativo, con alarde tipográfico, y por la imagen de las instalaciones industriales. Aquí van cuatro ejemplos, ninguno de ellos fue realizado por D’Abraira, quien trabajó algunas décadas después, cuando la imagen de la empresa se trasladó desde la correspondencia a la publicidad.

Detalle en el dibujo para Juan José Krug (Bilbao), tinta, acuarela y guache sobre papel, 93×186 cm.

Un comentario sobre “Paisajes del progreso… (reprise)

  1. La exposición ha sido para mí todo un descubrimiento. He disfrutado mucho con los extraordinarios dibujos de D’Abraira, a lo que hay que añadir su valor testimonial de esas atractivas (al menos para mí) arquitecturas industriales de mediados del siglo pasado. ¡Enhorabuena por el trabajo, Javier!

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