/ Javier González de Durana /

Al hilo de los horribles acontecimientos que están sucediendo en Gaza, de la incomprensible e inhumana actuación del gobierno de Israel con los palestinos residentes en esa franja de territorio, quiero recordar hoy un museo que rememora el tiempo en que judíos centroeuropeos sufrieron el genocidio que hoy ellos están infligiendo a los palestinos. Este artículo prolonga la serie sobre ampliaciones arquitectónicas de edificios museísticos, como los que ya revisé con el Canadian Museum of Nature (Ottawa, Canadá) y el Museo del Calzado (Waalwijk, Holanda).
Terezín es una ciudad barroca en Chequia que fue fundada en 1780 como fortaleza militar. Es una localidad con un fascinante trazado ortogonalmente organizado con bajos bloques de viviendas y amplios parques. Terezín también fue testigo de hechos históricos que no se pueden olvidar. Durante la 2ª Guerra Mundial la ciudad sirvió como gueto judío y su histórica fortaleza, como prisión de la Gestapo. Entre 1940 y 1944, más de 150.000 judíos fueron enviados allí, incluidos 15.000 niños, y se estima que 33.000 personas murieron debido a la extrema densidad de población y la desnutrición. En el centro de Terezín se encuentra el Museo del Gueto, testigo de vidas y tragedias pasadas, pero también un monumento al coraje y la esperanza. Está ubicado en un antiguo edificio escolar construido en 1879. En el diseño concebido por los arquitectos que han habilitado este museo, la antigua escuela pasa a formar parte de la exposición y se complementa con una nueva solución funcional que, además de enfatizar valores y desafíos culturales y humanísticos, da cabida a más visitantes al museo. Es un lugar no sólo para el recuerdo, sino también para la vida contemporánea bajo la dirección y las lecciones de la historia.

Ciudad-fortaleza de Terezín, vista aérea actual. Plano (1790) de la ciudad (arriba) con su fortaleza (abajo). El cuartel de la Gestapo estuvo en la fortaleza, el museo se ubica en el centro de la ciudad (recuadrado en rojo en la foto).
El Memorial al Sufrimiento de la Nación (desde 1964, Memorial Terezín) fue fundado en 1947 como una institución cuya tarea era y sigue siendo preservar el recuerdo de las víctimas de la persecución genocida y política durante los años de la ocupación nazi. Para llevar a cabo su misión, ofrece al público actividades museísticas, educativas y de investigación, y cuida los lugares asociados al sufrimiento de miles de personas durante los años de la 2ª Guerra Mundial. El Memorial Terezín sólo pudo desarrollar plenamente su misión en las condiciones de una sociedad libre a partir de principio de los años 90, con la instauración de las libertades democráticas. Hasta entonces, en la Checoslovaquia comunista, todos los ámbitos de sus actividades eran limitados.
El propósito del concurso convocado para un nuevo planteamiento museístico, con ampliación espacial y mejora en la recepción de visitantes y de la circulación interior, fue el de presentar en detalle la historia del gueto de Terezín entre 1941 y 1945, al tiempo que describir los hechos que llevaron a su creación y a la aniquilación de la población judía en general.
En mayo de 2022 se anunció que el concurso lo ganó el equipo integrado por Marcela Steinbachová & SKUPINA ( diseño arquitectónico), Steven Holl (Torre de Luz), Vladimír Pavlovič (diseño estructural y tecnológico), Jan Sulzer, Lada Veselá (diseño paisajístico), David Korecký (colaboración en el concepto del diseño expositivo) y Jan Matoušek (diseño gráfico). Se encargaron de concebir y desarrollar la intervención en las arquitecturas históricas preexistentes con un nuevo edificio que los uniera e integrara formalmente como un sólo edificio-equipamiento. Para ello se valieron de la Torre de Luz, una construcción inserta entre dos antiguos pabellones escolares.
A diferencia del Monumento a los judíos de Europa asesinados, diseñado para Berlín por el arquitecto Peter Eisenman y el ingeniero Buro Happold (2003-04), que remite a la imagen abstracta de un laberinto conformado por 2711 losas de hormigón, o del desasosegante Museo Judío de Berlín, del arquitecto Daniel Libeskind, con su planta en forma de rayo (1999), el diseño de dicha Torre de Luz para un museo de dimensiones mucho más modestas que sus hermanos berlineses se inspiró en el icónico dibujo llamado «Paisaje lunar» realizado por Petr Ginz, niño judío prisionero aquí. Ginz había nacido en Praga el 1 de febrero de 1928, fue deportado a este campo de concentración, donde realizó el imaginativo dibujo de una vista de la Tierra desde la Luna. En 1944, Ginz fue deportado a Auschwitz y asesinado con gas a la edad de dieciséis años. Es decir, una parte del sufrimiento, la esperanza y el deseo de escapar del horror sentido por un niño-preso en ese lugar y trasladado a un dibujo sirvió para dar forma a un museo en donde se rememora la totalidad del dolor allí vivido y las muertes ocasionadas. El dibujo muestra un conjunto de seis agrestes montañas coronadas con tres erizados picos cada una e iluminadas por la luz procedente de la Tierra, la cual actúa como la Luna lo hace para ésta, al ofrecer una claridad rodeada de tinieblas.

«Paisaje lunar», por Petr Ginz.

Sección y alzado de la Torre de Luz.
En la parte superior de la torre hay un tragaluz por donde la claridad se introduce al interior. Esta incorporación arquitectónica constituye un espacio contemplativo para experimentar fenómenos de luminosidad espectral mediante la descomposición de la luz diurna refractada en colores: los variados colores de la humanidad. El diseño respeta las estructuras históricas de los edificios existentes. El nuevo edificio es de acero revestido con cobre. La escala no es dominante desde la distancia y se suma de manera muy sensible al contexto histórico del sitio. El resultado, tanto operativa como arquitectónicamente, es un nuevo complejo museístico integrado y articulado con armonía. Las paredes interiores son de yeso blanco y el suelo, de terracota. Sus superficies se llenan de luz y color. El espacio, flexible para eventos, funciona sobre todo como un espacio para la contemplación y la generación de miradas interiores. El edificio se asoma como un icono entre los edificios circundantes. Por la noche, la resplandeciente torre da lugar a una visión tan dramática como misteriosa.

Infografía del interior de la Torre de Luz y dibujo sobre su funcionamiento lumínico.

Planta de los antiguos edificios escolares, reformados, con la inserción de la Torre de Luz.

Infografía de la vista exterior, desde el jardín colindante.
Ahora está abierto a debate púbico la creación de un museo en la comarca de la ría de Gernika con dos sub-sedes, una en la propia Gernika y otra en el actual astillero de Murueta. Al parecer la sub-sede de Gernika será una simple estación receptora-informativa de visitantes con aparcamiento de vehículos y autobuses. Según se ha dicho, las necesidades arquitectónicas generales se están deliberando en Nueva York y el diseño final será sometido a un concurso. ¿Habrá en ese diseño final destinado a ocupar un lugar en Gernika alguna alusión formal o conceptual al bombardeo que sufrió? Según han avanzado portavoces autorizados, en Gernika no se mostrará arte, sino que éste será exhibido sólo en Murueta y en las inmediaciones de la pasarela peatonal que comunicará ambos lugares. ¿No es esto algo humillante para Gernika? No sólo no se respetan unas históricas y notables instalaciones industriales, perfectamente aprovechables, sino que además, en lo que se edifique, no habrá arte moderno y contemporáneo… ¡en Gernika! ¿En serio? Me pregunto si, en caso de superar la hartura de dificultades medioambientales y de oposición social, esa sub-sede en Gernika mostrará a los visitantes alguna evidencia de ser consciente del pasado que tiene el lugar en que se encuentra, como decidió hacerse en Terezín.