Javier González de Durana


En numerosas ocasiones en España nos culpamos por no ser lo bastante responsables ante nuestra arquitectura histórica, especialmente la realizada durante la segunda mitad del siglo XX, al consentir que las autoridades permitan el derribo de construcciones que deberían pasar a formar parte del acervo cultural de la época en que vivimos. En esos momentos, para agravar la herida y avergonzar a nuestros políticos, solemos poner como ejemplo a los países del norte de Europa por su modélico comportamiento y respetuosa preservación de las huellas arquitectónicas contemporáneas. Pero no siempre es así.
Por medio de mi amigo Lars Amundsen, me entero de que el gobierno noruego pretende derribar un excepcional edificio histórico, denominado Y-Blokka por la forma de su desarrollo en planta, diseñado por el arquitecto Erling Viksjø y terminado en 1969. El edificio se encuentra en un área de oficinas gubernamentales que, desgraciadamente, saltó al conocimiento global el 22 de julio del 2011, cuando un terrorista de extrema derecha colocó una bomba en sus inmediaciones, matando a ocho personas e hiriendo a más de doscientas para, acto seguido, trasladarse a un campamento juvenil y asesinar a 69 adolescentes.
Me cuenta Lars: «Como una ex primera ministra noruega dijo una vez: «mira a Noruega» (como buen ejemplo, quería decir). Ahora, mira lo que están haciendo los actuales políticos locales noruegos en Oslo. En tan solo un par de días este edificio histórico, que contiene importantes obras de arte y diseño internacional, será derribado. Eso es lo que hace mucho dinero del petróleo a algunas personas…». ¡Qué pena!, ¡qué incomprensible!
Desde aquel terrible atentado, como si se tratara de una zona infecciosa y vergonzante, ha habido una marcha de los departamentos gubernamentales allí asentados hacia otros territorios, provocando un abandono que, ahora, a alguna autoridad le ha llevado a considerar la oportunidad de derribar lo que allí se levantó no hace tanto tiempo y «purificar» el barrio con un paisaje urbano nuevo.
Sin embargo, junto a construcciones más convencionales, está el Y-Blokka, notable pieza no sólo por contener unos murales diseñados por Pablo Picasso, sino sobre todo por la arquitectura de Viksjø. Por supuesto, las autoridades han prometido que los murales de Picasso se salvaguardarán en un museo, ya que los consideran importantes, lo cual nos conduce a deducir que el edificio para el cual Picasso imaginó esos murales no les parece importante. Sí al adorno, pero no a la sustancia que sostiene el adorno.
Enorme error en un país a cuyos responsables políticos atribuimos, desde el Sur europeo, una sensibilidad y un respeto que en general ya quisiéramos tener aquí.


El mérito arquitectónico y artístico del Y-Blokka, así como su importancia histórica, es indiscutible. El arquitecto Erling Viksjø concibió el monumental H-Blokka (1958, tres murales de Picasso) con una gran altura y el Y-Blokka más bajo dentro del conjunto. El rascacielos se erigió con un tratamiento pionero de hormigón visto y con obras de artistas modernos, incluidas las sensacionales contribuciones de Pablo Picasso. La imagen general del conjunto concebido por Viksjø se completó con el escultural Y-Blokka (1969, dos murales del malagueño), cuyas tres alas curvas delimitan tres espacios urbanos de carácter individual. «Los pescadores» de Picasso en uno de los frentes, abierto a la concurrida calle Akersgata, es una excepcional y ejemplar obra de arte público. El valor artístico de los dos edificios gubernamentales de Viksjø es inconmensurable, especialmente debido a esos cinco murales. El otro mural en el Y-Blokka, «La gaviota», está en el vestíbulo.
En 1955, después de varios años de experimentación, Viksjø y el ingeniero Sverre Jystad patentaron el «naturbetong», un tipo de hormigón con grava de río incrustada. La superficie se trató con chorro de arena para revelar las oscuras piedras que contienen los muros, pudiéndose crear patrones decorativos, tales como los dibujos picassianos. El artista Carl Nesjar trabajó con Viksjø para desarrollar esta idea como un nuevo método para hacer arte integral, mediante el que las decoraciones no se agregan al edificio, sino que se graban en su propia estructura.
El concepto de Viksjø de un edificio elevado combinado con un volumen bajo se desarrolló durante muchos años, y concibió la forma curva del Y-Blokka a finales de los años cincuenta. Viksjø se inspiró en varios de los edificios de Le Corbusier. La combinación de un rascacielos y un volumen más bajo también recuerda el edificio de la ONU en Nueva York (1952), diseñado por Oscar Niemeyer.

Los funcionarios comenzaron a discutir planes para demoler el edificio el año pasado, después de que éste y los inmuebles circundantes sufrieran daños estructurales durante el ataque terrorista del 2011. ¿Simple excusa?, ¿no hay posibilidad alguna de rehabilitación estructural? El 26 de febrero de 2020, el ministro de Gobierno Local y Modernización, Nikolai Astrup, anunció que el gobierno tenía la intención de comenzar la demolición muy pronto. Los opositores a los planes han formado un grupo, The Support Action for the Preservation of Y-blokka. Cuentan con el apoyo de otras organizaciones, como la Comisión Noruega de la UNESCO, el National Trust of Norway y la Asociación de Arquitectos Noruegos (NAL), quienes sostienen que el gobierno debería explorar otras opciones debido a las excepcionales características arquitectónicas, artísticas e históricas del edificio y su valor simbólico.
El gobierno noruego debería estar orgulloso de tener un edificio que ha resistido un ataque terrorista. Un ataque contra la humanidad y la democracia. El Y-Blokka es ahora, más que nunca, un símbolo para la humanidad y la democracia. Si se derriba, se perderá una parte de la historia que no se puede reemplazar ni retirar. En tiempos donde las democracias de todo el mundo están amenazadas, el gobierno noruego tiene el deber de repensar esta decisión.
El Bloque Y se encuentra entre los siete edificios históricos en situación de mayor riesgo de desaparición seleccionados por Europa Nostra para el año 2020.
Curiosamente, este edificio tuvo una singular repercusión en España, concretamente en Barcelona. El arquitecto Xavier Busquets i Sindreu, autor del Colegio de Arquitectos de Cataluña, conoció a través de Picasso lo que habían realizado en Oslo y, dejando a un lado sus primeras ideas (forrar los muros exteriores del Colegio con cerámicas de Antoni Cumella), decidió imitar la experiencia noruega, contando con la colaboración de Picasso, quien realizó los dibujos, y la de Carl Nesjar, quien los trasladó al muro con su técnica del chorro de arena.
La ciudad de Barcelona tiene atribuida al edificio del Colegio la más alta protección patrimonial, tanto por la obra de Picasso como por la Busquets.
