No eludir lo que es.

Javier González de Durana

 

No-eludir-lo-que-es_imagen-webEl arte es algo sano y sus leyes son generales. No eludimos lo que es. Los grandes tomaron cosas del suelo y construyeron con ellas. Hay elementos primarios y derivados. Todos sentimos la alegría de utilizarlos. No puede haber trabajo plástico sin él. Una estética, una obra de arte son principalmente sistemas. Una actitud no es un sistema. El genio es una cosa individual y fatal. El genio se expresa utilizando sistemas. No hay obra de arte sin un sistema.

A. OZENFANT y Ch.-E. JEANNERET. “Sur la plastique”, en L’esprit nouveau, nº 1, París, 1919, p. 48.

La buena arquitectura exige tanto de la razón como de la emoción. No se duda que, para lograrla, se requiere de un impulso creativo en el arquitecto, incluso hoy en día, cuando reglamentos y normativas acorralan esa creatividad casi hasta la asfixia.

La arquitectura fue, históricamente, el arte del que surgieron las demás artes. El suyo alimentaba y sostenía otras artes que se incorporaban a ella, completándola. El arquitecto, en ocasiones, integraba en su persona esas otras facultades artísticas, siendo además pintor, escultor…

Alcanzada la autonomía de las artes, independizadas estas del muro, el arquitecto se centró en la firmeza tectónica y la utilidad espacial, aspectos en los que también se le demandaba creatividad para que el resultado provocara efectos visualmente satisfactorios.

Sin embargo, aunque la fuerte exigencia del dibujo ha estado presente en la formación académica del arquitecto hasta hace muy poco tiempo, la distancia del profesional respecto de las otras artes ha ido ensanchándose y, así, encontrar hoy arquitectos que, al mismo tiempo, se sientan artistas… es infrecuente y se confiesan técnicos.

Esta exposición muestra la obra de algunos arquitectos, pasados y actuales, que han sentido la necesidad de desarrollar un camino de creación artística paralelo al necesario para diseñar edificios. Esto último, en sus casos particulares, no ha satisfecho por completo el aliento creativo que tienen… y para agotar ese desbordamiento de creatividad han vertido tiempo y dedicación a la pintura, la escultura, el dibujo, el grabado…

En algunos casos se pueden encontrar correspondencias entre lo que diseñan como arquitectos y lo que realizan como artistas, pero en la mayoría de los casos un asunto y otro tienen poco que ver, como si, a pesar de haber surgido del mismo individuo, pertenecieran a sensibilidades diferentes o, al menos, a sensibilidades con capacidad para actuar en un doble registro. Esa diferencia, precisamente, pudo y puede ser el necesario contrapunto para comprender mejor los edificios que idearon.

José Luis Burgos y yo, comisarios de esta exposición para la Delegación en Bizkaia del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro,  hemos seleccionado cinco arquitectos históricos (Manuel Mª Smith, Jesús Rafael Basterretxea, Rafael Aburto, Ricardo Beascoa, Juan Daniel Fullaondo) y cinco arquitectos actuales (José Luis Burgos, Ander Marquet, Javier Bengoa-Mungi, Chela Grijelmo y Javier Idirin), todos ellos colegiados en Bizkaia, para mostrar esa otra faceta creadora y artística en la que -contradiciendo a Le Corbusier y Ozenfant justo 100 años después- no parecen pretender mostrarse como genios, pero sí como dueños de un sistema, el que da sentido a sus vidas.

Smith es el arquitecto cuyas creaciones pictóricas, resueltas a la acuarela, más se asemejan a lo que después se convertían en elementos arquitectónicos. Tenía algo así como visiones de ambientes caracterizados por elementos que, en primera instancia, podían parecer cercanos a la fantasía neo-medievalista de William Morris y el Arts & Crafts británico, y que, lejos de no intentar materializar esas visiones, habitualmente lograba que terminaran adquiriendo forma, siendo realidad y configurando ésta para placer de sus clientes. La diferencia entre lo imaginado y lo realizado apenas existía, a pesar de que en el camino entre uno y otro intervenían necesariamente artesanos de oficios variados. Tanta fantasía era compensada con el análisis de monumentos históricos que dibujaba con la precisión del científico.

Basterretxea, quien siempre fue pintor, como sucedió a otros colegas que practicaron la pintura con discontinuidad en el tiempo, sólo la pudo trabajar en su juventud y en la madurez, con un largo intermedio de varias décadas entregadas a la arquitectura. Autor de la Escuela de Ingenieros y la Facultad de Económicas, su estilo pictórico figurativo no tenía nada que ver con el moderno espacialismo de la primera ni con el organicismo funcionalista de la segunda, pues bebía en fuentes de épocas anteriores, concretamente en el posimpresionismo, pudiendo reconocerse las huellas de Paul Gauguin y Juan Echevarría (lo que vendría a ser lo mismo), con leves acentos metafísicos italianizantes y ecos campestres vistos en Godofredo Ortega Muñoz.

Aburto mantuvo su pintura alejada de su trabajo como arquitecto, aunque en el caso de la pintura de 1961 para la Basílica de Aránzazu la obra tenía un destino arquitectónico (el retablo en el amplio ábside del templo) que no pudo alcanzar porque el concurso lo ganó Lucio Muñoz. No obstante Aburto mereció un accésit. Su trayectoria como pintor tuvo etapas diferentes con netos contrastes de estilo, como lo prueban las dos piezas presentes en esta exposición: la fraccionada geometría de cariz expresionista y colorido casi pre-pop (un anuncio de lo que fue poco después su edificio de viviendas en Neguri) y un bodegón de flores carnosas y barroco claroscuro.

aburto para aranzazu
Rafael Aburto. «Proyecto para la Basílica de Aránzazu», 1961. Óleo / tabla, 124’5 x 163’5 cm.

Los dibujos de Beascoa, tomados siempre del natural, manifiestan devoción por la arquitectura y por el paisaje, sobre todo por lo primero. Con su evocador y habilidoso manejo del lápiz realizó dibujos muy descriptivos y detallados en sus contenidos centrales, pero que se desinteresan por precisar absolutamente todo lo contemplado, insinuando la prolongación del asunto por los bordes del papel. Atraído por la arquitectura popular de Mundaka y los edificios de viviendas del Ensanche bilbaíno, Beascoa se entregó a dibujar con suma delicadeza el pintoresquismo urbano de lo primero y la riqueza majestuosa de las fachadas de algunas construcciones de lo segundo.

Fullaondo fue autor de una obra pictórica sorprendente tanto por la calidad y singular personalidad que manifiestó en ella como por la aparente distancia que mediaba entre el imaginario que elaboraba y sus mundos arquitectónico, académico, intelectual… Estrecho amigo de Oteiza y Chillida, creador de edificios brutalistas, director de la revista Nueva Forma…, resulta inesperado encontrar en él a un creador de imágenes en las que mezclaba el dibujo clasicista y el componente surreal, un constructor de collages con ascendientes dadaistas y paisajes con fuerte impronta onírica. También se acercó a la escultura y sus reflexiones sobre el poliedro de la Melancolía de Durero o su colaboración con Oteiza conviven con el naturalismo figurativo del homenaje a Isamu Noguchi. Inesperado, chocante…, aunque quizás no tanto.

personajes en verde
Juan Daniel Fullaondo. «Ejercicios gimnásticos 1″, 1975-1985. Técnica mixta / cartulina, 45 x 61’5 cm.

Burgos se desenvuelve entre el paisaje y el retrato, para lo cual adopta formatos y técnicas distintas. La voluntad por capturar el paisaje en su más amplia extensión le conduce a soluciones marcadamente apaisadas en las que la línea del horizonte, más o menos interrumpida por presencias urbanas o marítimas, recorre el centro de la imagen. En estos dibujos recupera la técnica, muy empleada por los maestros del barroco, de plumilla y aguada con tinta sepia, consiguiendo un contacto muy directo entre el autor del dibujo y quien lo contempla.La tinta prescinde del color y la descripción del fondo, desde la distancia, es casi sólo topográfica. En los retratos utiliza el óleo y la contemplación es próxima, frontal e inmediata. El color se amortigua y la captura del gesto personal que denota un carácter es el objetivo.

Marquet reflexiona visualmente con series de temas. No son muchos, pero recorren un amplio espectro pues van desde la abstracción matérica hasta la figuración expresionista. Los elabora con minuciosidad, aparentemente en un estado de parsimoniosa delectación, como saboreando -quizás sufriendo- el exorcismo del que resultará una liberación, la de acabarlos con la duda de si estarán acabados lo cual le obliga no a buscar la certeza del final, sino la seguridad de un nuevo comienzo. Esta serie nos muestra al dibujante que, con variadas técnicas, es capaz de sintetizar la anatomía y el gesto de manos implorantes, orantes, exigentes… Sus cuadernos encierran cascadas de imágenes, mundos de seres, formas, colores, líneas, manchas… que esperan ser contemplados y traducidos.

F041, Artesano con ornamento, 141x141 cm, mixta sobre madera
Ander Marquet. «Artesano con ornamento (F041)», 2004. Técnica mixta / madera, 141×141 cm.

BengoaMungi despliega su trabajo entre la línea delgada del dibujo, escueta y sintética, sin principio ni fin, y el desbordamiento cromático de murales que, en una segunda versión, traslada a impresiones fotográficas. El humor no se halla ausente en sus composiciones, como en el caso de la chica que baila la lambada, en donde mezcla dibujo, espacio (Alexander Calder dijo aquello de dibujar en el aire), teatro de sombras y escultura cinética. La negra danza del diablo y las festivas visiones subacuáticas son dos ejemplos de una imaginación y facilidad de ejecución que parecen no atenerse a límites. En su caso, las obras tienen más que ver con su faceta docente que con la de arquitecto.

Grijelmo muestra un repertorio de acuarelas en las que pone en evidencia su exactitud para el toque de pincel junto con el aprecio por los sencillos bodegones con limones sobre platos o ante ventanas, la anatomía del exoesqueleto articulado en los crustáceos y la arquitectura de los faros bajo el sol mediterráneo, elevándose sobre la tierra ocre y verde, en contraste con el cielo de nubes tormentosas. Son obras realizadas por y desde el placer de poder pintarlas, elaboradas con calma y tiempo por delante y que quedan como instantes de goce visual detenido.

Idirin prefiere trabajar con diversas técnicas del grabado, conformando polípticos que, a veces, repiten una misma imagen con grados diferentes de color e intensidad. Temáticamente realiza una aproximación a asuntos de la naturaleza manipulada, como las canteras, y a la arquitectura tomada como volumen y fragmento de forma urbana compuesta sin intención descriptiva literal. Sus cuadernos de dibujos encierran imágenes deslumbrantes realizadas durante viajes por tierras de las que captura paisajes y pueblos alejados de lo pintoresco para acercarse a la armonía de la relación entre lo natural y lo artificial.

No-eludir-lo-que-es_imagen-web

Exposición en la Delegación de Bizkaia del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.

Alameda de Mazarredo 69-71 bajo. Bilbao 48009.

Hasta el 28 de junio. De lunes a viernes, entre las 9:00  y las 14:00 horas.

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