/ Javier González de Durana /

Vista del horno alto nº 1 desde el Noroeste, a punto de culminar la restauración.
Tras la devastación y el expolio de la arquitectura industrial, en Bizkaia han sobrevivido apenas unos pocos vestigios. La conciencia de que en aquellos pabellones, edificios y máquinas existían valores que hablaban de nosotros, de quiénes fuimos para haber llegado a ser como somos y de las maneras en que pudimos vivir y trabajar, llegó tarde a las instituciones encargadas de proteger piezas singulares de aquel enorme legado procedente de otros tiempos, otras ideas, otros recursos. No todo se fue al traste, algunos ejemplos notables han llegado, milagrosamente, hasta nuestros días.
El horno alto nº 1 de Sestao es uno de ellos. Con su silueta de más de 80 metros de altura y 18 metros de diámetro protagoniza el paisaje de la margen izquierda de la ría en su tramo final, siendo el único que se conserva de los tres que conformaron el conjunto. Se encendió en noviembre de 1959, funcionó durante más de 35 años para producir hasta 1.500 toneladas diarias de hierro y se apagó en 1995. Durante los siguientes trece años de abandono se vio afectado por la corrosión en los elementos metálicos, por la descontextualización de su entorno, y por el vandalismo y sustracción de algunas piezas. Mientras se deterioraba, paradójicamente, su restauración era seleccionada en 2002 por la Comisión Delegada del Consejo de Patrimonio Histórico e Industrial y en 2005 se le concedió la máxima categoría de protección (Bien Cultural Calificado, equivalente a BIC). Aún faltaban tres años para dar comienzo a un proceso efectivo de recuperación y en 2008 su imagen era un perfecto paralelismo local de la Estatua de la Libertad en la escena final de El planeta de los simios. Por fin, en aquel momento se elaboró un Plan Director con el que se iniciaban los trabajos de recuperación y restauración que, en tres fases de luces y sombras, se espera culminen hacia abril de 2026, con la supervisión del Instituto del Patrimonio Cultural Español (IPCE), que actúa siguiendo los criterios del Plan Nacional del Patrimonio Industrial y aúna esfuerzos con el Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Sestao.
El horno que servía para fundir hierro dejó de hacerlo y ahora está pasando a tener otra utilidad, la de explicar cómo fue un tipo de vida y de trabajo. Antes era funcionalmente productivo para lo material, ahora su utilidad ha pasado a ser materialmente educativa para la memoria. El que esta reconversión de uso se lleve a cabo eficazmente ha requerido de varias intervenciones de adecuación en accesibilidad, arquitectura, ingeniería, urbanización, circulación, iluminación…, a cargo de diversos agentes institucionales y equipos técnicos.
La tercera fase está atendiendo, mediante dos proyectos diferentes que discurren en paralelo, a la restauración de la estructura metálica y sus construcciones auxiliares, la consolidación de la casa de máquinas, donde se han reconstruido el cerramiento y la carpintería, la reposición de la pintura de protección y elementos como las estufas y la chimenea, la sustitución de los elementos de cerrajería (barandillas y peldaños) que se hallaban severamente deteriorados y la adaptación de las barandillas para hacer el itinerario accesible en las visitas al colosal conjunto.
En concreto, el primer proyecto ha consistido en la construcción de los accesos y la adecuación de los espacios auxiliares del Centro de Visitantes del horno alto, para lo cual se ha urbanizado la entrada al horno y construido un ascensor y una escalera para poder subir al Centro habilitado en la antigua sala de control, el cual, paralelamente, se ha ampliado con una estructura adosada al edificio actual para crear un espacio de recepción, un despacho de uso administrativo, nuevos aseos de uso público, una sala de exposiciones o usos múltiples y un bar-cafetería. También se ha dotado de una singular iluminación al conjunto. A cargo de esta tarea ha estado el estudio navarro Garitano Arquitectura, el cual finalizó hace pocos meses el delicado y comedido edificio de servicios conectado al elemento patrimonial con una pequeña urbanización del acceso. Comentaré más en detalle esta intervención en un capítulo posterior.

Construcción de la estructura-soporte del ascensor.
El segundo de los proyectos, el que quiero mencionar ahora, ha consistido en la recuperación del antiguo ascensor que facilitaba la comunicación vertical tanto en el horno alto nº 1, preservado hasta nuestros días, como en su hermano gemelo nº 2, que se desmanteló con el cierre de Altos Hornos de Vizcaya en 1996. Con la rehabilitación de esta estructura se ha dotado al monumento de una mayor y mejor accesibilidad.
La importancia histórica y simbólica de este elemento en el horno alto obligaba a preservar su existencia, aprovechando y consolidando los elementos aptos para ello. El estado de precariedad estructural en el que se encontraba el soporte del elevador urgía a acometer la restauración parcial con sustitución de los elementos invalidados estructuralmente y la consolidación de los elementos válidos cuanto antes, sin condicionarlo al inicio de la fase de restauración final de los demás elementos. Se reconstruyó la estructura principal del ascensor, utilizando partes originales del conjunto, en concreto de las pasarelas y elementos auxiliares. Se añadieron las partes que resultaban indispensables para la estabilidad, asegurando que fueran reconocibles y, para ello, en vez de uniones roblonadas, se usaron uniones atornilladas, al tiempo que el tipo de los perfiles aseguraba la identificación plena de los elementos nuevos en la estructura.

Con el objetivo de restituir la funcionalidad del ascensor se conservaron para la nueva estructura los embarques a nivel de suelo, a nivel de forjado de piqueras (+7.00m), a nivel cuba+5 (+23,69m) y a nivel cuba+8 (+33,13m). Para dar cumplimiento a la actual normativa de ascensores, que prohibe la existencia de tramos mayores de 11 metros entre embarques a distintas alturas, al deber asegurarse un rescate de viajeros al menos cada esa distancia, se restituyó la escalera que existía a partir del forjado de piqueras, únicamente como salida de emergencia. Esta obra la diseñó la arquitecta Victoria Sánchez de León Robles (Asistencia Técnica Consultoría de Arquitectura Proyecta, SLP) parala constructora Viconsa S.A. El Instituto del Patrimonio Cultural Español adjudicó a Sánchez de León las tres fases del proceso para intervenir sólo en el BIC. Este ascensor es un proyecto encargado por la sociedad pública Sestao Berri. para adelantar su realización y hacerla coincidir con el fin de la urbanización y los accesos de Garitano.

Vista del horno alto nº 1 desde el Sur, antes de la restauración.
La iluminación, diseñada por Jon Astorquiza de elektrArt, se integra en el conjunto para resaltar no sólo sus formas, sino también para evocar la memoria de las generaciones que trabajaron en él. Además de las escenas dinámicas que componen la instalación permanente, el horno alto es iluminado con una serie de luminarias controladas a través de DMX (Digital MultipleX, un protocolo electrónico para el control de dispositivos de iluminación profesional, permitiendo la comunicación entre los equipos de control de luces y las propias fuentes de luz), proporcionando una singular experiencia visual. Este sistema de iluminación permanente está disponible todos los días, con horarios diferenciados según la estación del año. El paisaje sonoro, diseñado por el músico Joseba Beristain, reproduce los sonidos del proceso industrial del hierro: desde la extracción del mineral hasta la transformación en arrabio, pasando por la creación del acero. La sonoridad abstracta se fusiona con escenas visuales que muestran la evolución de la industria, sumergiendo a los visitantes en una experiencia artística de diez minutos. Como complemento, se ha creado un Festival de Artes Electrónicas, Labeasonic, cuya primera edición, celebrada el 27 de diciembre de 2024, se centró en la hibridación de la música electrónica y techno con el diseño de iluminación efímera. La instalación de luces LED debajo del horno, junto con el uso de humo, láser y efectos lumínicos en el escenario, dio lugar a un espacio inmersivo que fusionó música, luz y color, ofreciendo una experiencia artística nada habitual.

Un aspecto parcial de la iluminación nocturna de horno alto nº 1.
Buenos días Javier!
Ay….si en Tenerife pudiéramos hacer lo mismo con la Refinería sería maravilloso….
Un abrazo!
José Manuel Rodríguez
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Hola José Manuel, buenos días. Para lograr esto ha sido fundamental el empuje social conducido por la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, integrada por personas particulares, historiadores, arquitectos, educadores… Su determinación, insistencia y, sobre todo, sus argumentos expresados con firmeza ante las instituciones lo hicieron posible. Algo así tendría que existir también en Tenerife para que en la Refinería pudiera hacerse algo similar. Si no hay presión colectiva, lo tirarán todo salvo algún pequeño testimonio con lo que se justificarán. Un abrazo.
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