«En la terraza», la construcción de una imagen

/ Javier González de Durana /

En la terraza (1886), por Adolfo Guiard, óleo sobre lienzo, 110 x 470 cm. Sociedad Bilbaína.

La toma de baños de mar y la residencia, permanente o temporal, en las cercanías de la costa marítima se introdujeron en las costumbres sociales a mediados del siglo XIX como una conquista de la burguesía. En nuestro anterior post Un desconocido arquitecto de Bilbao vimos que un joven estudiante planteaba en 1849 la conveniencia de edificar una Casa de Baños entre Santurce y Portugalete, pues ya entonces era sentida la necesidad de un servicio de este tipo. La afición a pasar temporadas cerca de la costa y sus arenales creció en las décadas siguientes. Primero en Portugalete, pues además de playa disponía de una población cercana con comercios, hostelería y otros servicios; más tarde en Las Arenas, cuando suficiente número de personas empezó a habitar lo que hasta entonces había sido un despoblado arenal.

El primer balneario en Las Arenas fue el promovido en 1869 por Eduardo y Ezequiel Aguirre, hijos de Máximo, quien en 1856-58 había comprado una enorme extensión de arenales, desde Lamiaco hasta el mar, para dar inicio a la urbanización de la zona. El negocio de la venta de parcelas en torno a Santa Ana demandaba atractivos suplementarios y más sofisticados que la mera playa, por amplia y atractiva que fuera en aquellos años. Tras haber sufrido daños durante la carlistada, el Establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos de los Aguirre estuvo constituido por un conjunto que ampliaba y mejoraba el equipamiento anterior: tres pabellones dispuestos en fila frente al mar, uno central (PB+2P), tipo palacete para control de accesos y sede social, y dos laterales (PB+1P), gemelos y más sobrios, para vestidores, duchas, taquillas… de hombres y mujeres. Los tres edificios estaban comunicados entre sí por pasajes a través de las plantas bajas. La voluntad constructiva era perdurar en el tiempo, no en vano fueron edificados con sillería, mampostería y pizarra en la sobria elegancia estilística del Segundo Imperio francés. Rodeados por jardines, en total cubrían una superficie de 9253 m2, de los que 1422 m2 estaban edificados.

Dos imágenes del Establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos, de los Aguirre. El grabado muestra la disposición y forma inicial de los tres pabellones con los pasillos intermedios de comunicación. En la fotografía, realizada años después, se observa que en el pabellón de la derecha se construyó una planta más (síntoma de la creciente demanda de usuarios) y en los jardines delanteros crecieron unos tamarindos. Aún no existía el paseo del Muelle. También se contempla que ente los dos cuerpos que se adelantan en el pabellón central se construyó una marquesina que en su parte superior no era terraza. Nótese que, al fondo, el chalet particular de Ramón Coste Aguirre, hijo mayor de Eduardo Coste Vildósola y nieto de Máximo Aguirre, se encontraba alineado con el Establecimiento.

Más tarde, tras la carlistada, en 1877 se levantó la Galería Balnearia de Las Arenas, cuyos promotores pertenecían a la administración del ejército español en Bizkaia: Severo Díaz Reynes, un aragonés liberal y culto experto en transportes militares por ferrocarril, Federico Laguna Morales, interventor del parque de artillería de Bilbao, y Severo Gómez Riera. Mucho más modesto que el de los Aguirre, consistía en un edificio de tres secciones: la galería central tenía una sola planta y los extremos se elevaban con un piso más. Sus medidas eran 50 metros de largo por 7’5 de ancho, es decir, una superficie total de 375 m2, casi cuatro veces más pequeño y sólo en cuanto a la ocupación del suelo, sin contar los pisos superiores. Su ubicación era muy próxima al balneario de los Aguirre, pues se encontraba justo a su izquierda según se miraba desde la playa, más cercano al agua, sobre lo que hoy es paseo Muelle de Las Arenas, en el arranque del Embarcadero del mismo nombre. A diferencia del balneario de los Aguirre, levantado sobre terrenos de su propiedad, Galería Balnearia se construyó mediante la concesión temporal de una parte de la playa. De ahí su posición más adelantada y de que tuviera necesidad de apoyarse sobre una secuencia de 22 machones de cantería apoyados sobre la arena.

La fotografía muestra cómo era la Galería Balnearia de Las Arenas y el modo en que se apoyaba sobre machones anclados en la arena (se ve con claridad el del extremo más cercano). También se observa la terraza que rodeada el edificio, lateral y frontalmente. En la imagen del grabado se ve, a la izquierda, la Galería, aparatosamente instalada delante del chalet particular de Ramón Coste Aguirre, y a la derecha más al fondo, el Establecimiento, al que todavía no le habían crecido los tamarindos ni instalado la marquesina en el edificio central ni construido la segunda planta en el pabellón más distante.

Todo este conjunto de instalaciones y otras muchas de recreo y esparcimiento en terrenos cercanos al mar se fueron al traste con el comienzo de las obras del puerto exterior. Las obras del rompeolas y muelles de Santurtzi provocaron el desplazamiento de las corrientes de agua y durante los primeros años de la década de 1890 desapareció en poco tiempo la gran playa, al ser arrastrada la arena, amenazando las construcciones más cercanas a la línea de la marea. La Galería quedó arruinada para 1893 y definitivamente eliminada en 1896; por su parte, el Establecimiento cerró sus puertas en 1898. A raíz de la perdida del gran arenal, se ejecutó el Muelle de Las Arenas, lo cual permitió consolidar la primera línea de edificaciones y habilitar un nuevo paseo marítimo-urbano.

En este plano se observan bien las dimensiones y ubicaciones tanto del Establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos, alargado e inserto en una secuencia de parcelas frente a la playa, y la Galería Balnearia de Las Arenas, mucho más pequeña, fuera de parcelación, sobre la arena y ante el chalet de Ramón Coste Aguirre.

Pero vamos ya con la pintura de Adolfo Guiard titulada En la terraza, concebida y realizada para la sede que la Sociedad Bilbaína tenía en la Plaza Nueva en 1886. Es evidente que Guiard, para pintarla, se inspiró en lo visto en estos dos edificios mencionados, pero ¿en cuál de los dos balnearios? ¿el gran Establecimiento o la pequeña Galería?, ¿qué terraza era la que nos muestra la pintura? La pregunta es inevitable al constatar algunas contradicciones. En las otras dos obras que entregó a la Sociedad Bilbaína, Cazadores en la Estación del Norte y La ría en Axpe, Guiard asumió la realidad tal como era: en Axpe no tuvo problema alguno porque sólo le interesó la lámina de agua con el Serantes como icono de fondo y en la estación de ferrocarril tampoco porque, para componer esa obra, se basó en dos fotografías tomadas por él mismo. Pero para pintar En la terraza se vio obligado a actuar de otra manera.

La Galería estaba sobre la playa y su clientela era interclasista, habiendo llegado a plantear al ayuntamiento de Getxo la idea de otro pabellón portátil, sobre ruedas y de madera que se aproximaría al agua “destinado al público que carece de medios”, idea que fue rechazada. La Galería no contaba con restaurante, pero tenía una terraza con barandilla a lo largo de toda ella, simple secuencia de balaustres verticales de hierro sin adorno, que se quebraba en un doble ángulo recto cerca de ambos extremos.

El Establecimiento, por su parte, tenía como socios al tipo de personas que aparecen en la pintura, elegantes, cosmopolitas y cultos, por lo general miembros también de la Sociedad Bilbaína, la alta burguesía de la Villa, algunas de las cuales están retratadas en este lienzo y que, además, en su mayoría constituían la clientela habitual a la que Guiard vendía su obra. El Establecimiento disponía de un excelente restaurante, pero no tenía terraza exterior.

La pintura que Guiard ideó fue una mezcla de ambos balnearios. Lo físico, espacial y arquitectónico lo tomó de la Galería; el ambiente social, los personajes y lo gastronómico pertenecían al Establecimiento. Para su panorámica y apaisada pintura a Guiard le gustó el desarrollo longitudinal de la barandilla con su quiebro en doble ángulo recto, pero suplantó la sobriedad de su herrería por un estiloso enrejado ondulante de color blanco. La playa estaba al pie de la terraza, a la que ensanchó su amplitud para que en ella cupieran todas las mesas y personajes que quiso introducir, desde la dama acompañada por su galgo, elogio de la elegancia individual, en la mitad derecha, hasta los grupos de personas en relajada sobremesa, placer de la conversación tranquila, a la izquierda. Todo el refinamiento de la gran burguesía y el impresionismo degasiano que Guiard había conocido y aprendido durante más de cinco años vividos en París quedó aquí plasmado.

La vida de los balnearios en Las Arenas fue breve, apenas un cuarto de siglo, pero 1886 fue uno de sus momentos gloriosos, justo un poco antes de que ese mundo empezara a derrumbarse por la fuerza impetuosa del mar y la ayuda de la ingeniería portuaria. A la temprana edad de 26 años, Adolfo Guiard supo plasmar esta interpretación bilbaína de la calma, lujo y voluptuosidad leída en el verso de Charles Baudelaire, Las flores del mal (1857): «Là, tout n’est qu’ordre et beauté, Luxe, calme et volupté» (Allá, todo es orden y belleza, Lujo, calma y voluptuosidad).

Buena parte de los datos referidos a los balnearios de Las Arenas que he utilizado en este post, así como la imagen grabada de la Galería Balnearia de Las Arenas, se los debo a José María Beascoechea, profesor de la EHU-UPV que ha investigado en profundidad estos establecimientos en el Cantábrico, especialmente en la costa de Bizkaia.

Mitad izquierda de la pintura En la terraza. Un poderoso bodegón lo preside, a su alrededor dos mujeres leen y comentan la carta que una de ellas sostiene en su mano, otras parejas de hombres y mujeres dialogan, un muchacho dormita y un hombre, dando la espalda al mar, contempla al camarero que despeja las mesas., Al fondo, las chimeneas de los buques mercantes lanzan al aire el humo que hacía posible la existencia de este mundo social.

Mitad derecha de la pintura En la terraza. Sobre la arena de la playa que, antes de desaparecer, se extendía hasta La Avanzada. Al fondo, con tres intensidades de luz diferentes, Punta Begoña, Punta San Ignacio y La Galea,

Zona central de En la terraza, donde la barandilla realiza un doble ángulo recto.

4 comentarios sobre “«En la terraza», la construcción de una imagen

    1. Bai, pintura honetan agertzen diren pertsona batzuk ezagunak ziren. Izen batzuk ikertu nituen, bainan orain ez ditut gogoratzen. Ez nago etxean, ez dut apunte carpeta nere eskuan. Nahi baduzu aste bat barru esango dizut orain dela berrogeitabost urte ikertu neuna. Eskerrik asko Juan F.

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