Elías Más Serra: la urbe en el fuego

/ Javier González de Durana /

Tienes que conocer a Elías Más. Te va a interesar mucho”, me dijo Ángel Ortiz-Alfau a mediados de los años 80. Llevaba un tiempo publicando artículos sobre asuntos de arquitectura bilbaína en el periódico municipal dirigido entonces por Ángel, en paralelo a otros de la misma índole que daba a conocer en la prensa diaria local. Era una época en la que no se hablaba apenas de la arquitectura de esta ciudad, salvo para asegurar que casi todo era bastante feo y sucio, mientras a diario se demolían edificios históricos de incuestionable valor y calidad. A diferencia de hoy, entonces no estaba de moda escribir sobre la arquitectura de Bilbao, a pesar de que su belleza heredada permanecía a la vista. Cierto es que el espacio público estaba abandonado, el aire circulaba corrompido por la contaminación y los edificios mostraban ennegrecidas sus fachadas pero, queriendo ver, se podía reconocer la ultrajada calidad urbana y arquitectónica. Ahora estamos mejor, sin duda, pero en aquel entonces había que hacer ver las virtudes ocultas tras el descuido y la mugre.

En el pequeño despacho atestado de libros que tenía en el Ayuntamiento, Ángel me dijo que a Elías le interesaban mis escritos, incluida alguna crítica no muy positiva que hice a uno de sus edificios. Levantando las cejas con gesto de asombro, añadió: “Curiosamente, es poeta…, y está muy bien”, lo cual, procediendo de un ilustre letraherido, suponía un gran elogio. Poco tiempo después Elías y yo nos conocimos, dando inicio a una amistad que ha perdurado sin erosiones a pesar del tiempo transcurrido y de que, a veces, nuestros encuentros se veían intercalados por más años de los deseados. No obstante, siempre que publicaba libros y CD’s acerca de aspectos de su profesión o de su semi-secreta actividad poética Elías me enviaba un ejemplar con cariñosa dedicatoria.

Nuestro momento de más estrecha colaboración fue en 1988-89 con motivo de la preparación del libro 50 Años de Arquitectura en Euskadi, 1937-1988, una suerte de revisión de las obras más destacadas -en algún aspecto- construidas durante las cinco décadas precedentes, al que aporté un texto titulado «Relámpagos en la oscuridad. Medio siglo de arquitectura en Euskadi», publicado en 1990 por la Consejería de Urbanismo y Medio Ambiente del Gobierno Vasco. Como responsable de coordinar y dirigir la publicación, Elías tuvo la gentileza de invitarme a escribir aquel texto, siendo los otros el suyo y un tercero de Kenneth Frampton. Elías me dio toda la libertad para que enfocara la cuestión como creyera conveniente. La selección de obras de arquitectura que hizo tenía el propósito de mostrar «imparcialidad», un deliberado no-posicionamiento ideológico o de tendencia, para “dejar las conclusiones al lector, para que el propio lector acoja simplemente esta aportación de materiales concrete con ella su propia interpretación histórica, a su criterio». Por primera vez se ofrecía una visión global de aquella época, entre lo panorámico y el detalle. Nunca le estaré lo bastante agradecido por su invitación.

Elías Más es un humanista de curiosidad inagotable, tanta como su capacidad de trabajo. Mientras fue director del Gabinete de Arquitectura del Ayuntamiento de Bilbao (1990-2005), escribió los libros Elementos de Diseño Urbano (1992), Ricardo Bastida (2001), Enrique Epalza (2006) y Prefiero el pez: apostillas y reflexiones sobre arquitectura y ciudad (2005). El contenido de otros –Bilbao: Arquitectura y Arquitectos (2000), Los Planos de Bilbao (2000) y Arquitectos Municipales de Bilbao (2002)-, los había dado a conocer antes por capítulos en el periódico municipal.

Como jefe del Gabinete de Arquitectura (me parece que ahora esta oficina tiene otro nombre) fue responsable de la elaboración de planos y diseños para los edificios y espacios públicos de la ciudad, asegurando que la arquitectura fuera coherente con el entorno y las necesidades de la población. Un puesto de delicada responsabilidad pública en el que tan importante como el conocimiento profesional es la diplomacia vertical, hacia los políticos y sus posibles exigencias, como la horizontal, hacia los colegas y sus presumibles agravios. No salir magullado de esa función, a pesar de ser un maestro de la cortesía, es imposible.

Entre sus trabajos personales desde esa oficina, junto con Blanca Brea Ruiz, caben destacar intervenciones, grandes y pequeñas, como la intensamente utilizada zona infantil de juegos en el Parque de Dª Casilda, la pétrea Plaza Bizkaia, la remodelación de las viejas escuelas de Urazurrutia para sede de BilbaoArte (1994), el espacioso Centro Cívico de Begoña (1993), la rehabilitación del kiosko del Arenal (1996), la urbanización del Paseo de Uribitarte (2000) y la reconversión del mercado del Ensanche, cuyo interior y la ampliación trasera para el Ambulatorio médico me gustan tanto como me disgustó el tratamiento dado a la fachada. Aunque se llevaron a cabo los diseños de otros arquitectos, el tándem Más/Brea propuso alternativas para la rehabilitación del Teatro Campos Elíseos, las nuevas dependencias municipales situadas tras el edificio consistorial, los Centros Cívicos de Castaños y Amézola, y la reconversión de la Alhóndiga en centro cultural. Algunos de estos trabajos y proyectos se presentaron en la exposición colectiva Arquitecturas para Bilbao en el Museo de Bellas Artes (mayo de 1993).

Paseo de Uribitarte, una vista hacia la Sendeja y el alto de Mallona (2000).

En la actividad profesional libre, al margen de lo municipal, es el autor de la escuela Ibaizabal, en La Peña (1979), del Instituto de Educación Secundaria ICE en el Palacio Goosens, junto con Javier Bengoa “Mungi” (1981-82), de la sede de la Caja de Ahorros Vizcaina, hoy Kutxabank, en Gran Vía 30, junto con Ramón Losada (1979-84), y de bloques de viviendas en Henao 17-19-21 / Heros 26 (1985) y en Sabino Arana 46-48 (1984), entre otros. Especialmente comprometida fue su intervención en los citados bloques de Henao/Heros, pues tuvo que lidiar con unos imponentes vecinos: Gregorio de Ibarreche (1919), José Mª Basterra/Ricardo Bastida (1927) y Tomás Bilbao (1933). Creo que, ante los apabullantes edificios de sus colegas, Elías optó por la humildad y la falta de aspavientos; quizás debería haber sido más atrevido, menos plano, no conformarse sólo con encajar y completar el entorno, pero sospecho que su carácter respetuoso no se lo permitió. Como arquitecto, su voz ha venido derivada de las tendencias posmodernas surgidas en la década de los años 80, pero sin militar en ellas de manera exclusiva, pues también ha resuelto algún expediente en clave neo-racionalista, y sin radicalidad, al rebajar mucho el tono de figuras inspiradoras como Michael Graves y Aldo Rossi en cuanto a fragmentación, ambigüedad, guiños a la arquitectura local del pasado y uso ecléctico de colores, materiales, texturas, formas…

Sede de Kutxabank, junto con Ramón Losada, Gran Vía 30 (1979-84).

Sabino Arana 46-48 (1984)

Su vertiente poética ha quedado plasmada, en formato libro, con los títulos Litúrgia de les hores (1986), Ab ortu solis (1987), Samos (compilatorio de sus primeros poemas escritos en catalán, por los que recibió diversos premios, 1991), Entre equinocios (1996-2007), Poema urbano (2006) e Itinerari (2010). Sus «poesías visuales» se han dado a conocer en diversas exposiciones colectivas entre 2002 y 2005, habiéndolos distribuido como series en soporte CD. Elías llama «poesía visual» a la convivencia de una imagen fotográfica, tomada por él mismo, con brevísimos poemas de aroma “haiku”.

En todos sus trabajos literarios queda claro el amor y la devoción de este catalán de Manlleu (Barcelona) por Bilbao, a la que aluden estos versos en relación a sí mismo, a su quehacer: “…no descansa su mano / en las tinieblas, fabrica lugares / y cantones, plazas umbrosas, / fértiles vaguadas, / y alcanza con su luz la ciudad, / más firme en sus cimientos”. Releo ahora su libro Poema urbano y sin mencionar el nombre de Bilbao se refiere a esta ciudad. En algún verso aparece el Peñascal, en otros surgen Archanda y la Gran Vía, pero lo que transmite ese conjunto poético es la idea de una ciudad húmeda, oscura y sufriente, de esquinas arriesgadas, laderas de aluvión habitacional y escaleras de vecindad murmuradora, si bien al final por los cantones sopla una brisa serena, en los rellanos de los entrepisos se besan las parejas y la esperanza renace bajo las arboledas. No sé…, es como si Elías, al manifestarse poeta, hiciera una autocrítica de su tarea como arquitecto y urbanista, al tiempo que plantea con sugerente certidumbre las metas que quisiera alcanzar sobre firmes cimientos. Otro poema suyo termina así: “…la imagen desnuda / de la urbe / en el fuego”.

Afectuoso de trato personal, discreto en las relaciones públicas y socarrón para el humor, la elegancia de Elías Más ha ardido en el fuego de esta ciudad levítica para proporcionar luz y urbanidad. Los beneficios derivados de la venta de algún libro suyo los destinó a la Fundación Innovación Social de la Cultura, FISC, -a cuya creación contribuyó, formando parte de su Patronato-, una organización privada, sin ánimo de lucro, con sede en Bilbao y que desde su fundación en 1997 viene dedicando parte importante de sus recursos y esfuerzos a la cooperación con los países del sur global.

El próximo martes 10 de junio, a las 18:00 horas, se tributará un homenaje a este arquitecto que cumple ocho décadas de vida, las más fructíferas de las cuales ha trabajado en y para Bilbao. El acto tendrá lugar en la Delegación en Bizkaia del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro, COAVN, Alameda de Mazarredo 71. Como ese día estaré fuera de Bilbao, le envío desde aquí estas palabras de amistad y reconocimiento.

5 comentarios sobre “Elías Más Serra: la urbe en el fuego

  1. Qué oportuno el homenaje a Elías y qué hermoso el texto que le dedicas en esta entrada.

    Acertado el homenaje del COAVN Bizkaia porque son muy escasos en estos tiempos los reconocimientos profesionales (al margen de los continuos fuegos artificiales arrimados a los oportunismos políticos, en los que casi siempre están los mismos). Escribo de memoria, pero creo recordar que el último arquitecto al que se le reconoció en vida su trayectoria profesional fue César Sans Gironella, hace ya diez años.

    Hermoso el texto, pues aparte del extenso y documentado recorrido por sus trabajos profesionales y sus escritos, su lectura me ha emocionado. Desconocía sus poemas visuales. Los dos que recoges me parecen preciosos, y las fotografías las siento como propias.

    Afortunadamente, espero poder asistir.

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    1. Gracias por tus palabras, Joaquín. El general, esta ciudad es rácama con sus hijos y profesionales más distinguidos. Por fortuna, a la mayoría de estos les importa poco o nada que les homenajeen. Por eso, entre otros motivos, se distinguen, aunque esa circunstancia no exime a las instituciones y organismos profesionales de reconocer -en algún grado y medida, sin ser necesarias las medallas ni los actos rimbombantes- los méritos de aquellos individuos que hayan sobresalido por sus actividades en favor de la sociedad.Si tienes ocasión, dale un abrazo a Elias de mi parte.

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