La Casilla: nacer fuerte y fracasar acto seguido

/ Javier González de Durana /

Plano general del primer planteamiento del arquitecto Julián Zubizarreta para el Ayuntamiento, las escuelas y el frontón municipales de Abando ante la «Gran Plaza» arbolada. La previsión incluía una iglesia parroquial, que no se construyó, en el mismo emplazamiento que décadas después ocuparía el pabellón deportivo. A la izquierda, cruce de caminos y caserío Bidegurtzeta, sobre cuyos terrenos se construirían los edificios municipales; el topónimo procedía, precisamente, de su proximidad a tal cruce.

Dicen desde el Ayuntamiento de Bilbao que la iniciativa municipal de derribar el actual pabellón deportivo de La Casilla y construir otro para reactivar esa zona del Ensanche bilbaíno ha fracasado. La idea preveía una gestión publico-privada de los servicios (ocio, cultura, deporte…) que llegara a ofrecer el nuevo equipamiento. Los inversores -sobre todo, inmobiliarias y gestoras deportivas- no lo vieron claro y la idea se ha paralizado. En realidad el espacio de La Casilla viene fracasando con estrépito desde hace más de medio siglo, pero el inicio de su declive se remonta a muchas décadas antes, cuando dejó de ser uno de los lugares más atractivos de Abando para empezar a ser el rincón denso y agobiado que es hoy. Territorio fronterizo entre el ensanche burgués y el proletario Rekalde, por fortuna ha dejado de ser peligroso a la manera en que lo fue durante los años 90, como contó el escritor Guillermo Aguirre en su libro Un tal Cangrejo: «…la plaza de la Casilla (…) un lugar al que los pequeños, cuando jugaban a fútbol, tenían miedo de enviar por descuido un balón porque, sin ser aún plenamente conscientes de ello, intuían que era uno de esos sitios a los que nadie te ha invitado«.

Arquitectónicamente, el pabellón deportivo es un equipamiento puramente funcional diseñado en 1965 por Ricardo Beascoa Jaúregui y Germán Aguirre Urrutia, Directores municipales de Arquitectura, e inaugurado en 1967. Su desaparición no causará dolor patrimonial, lo que de hecho sí provocó su aparición al devorar más de la mitad del gran espacio abierto que originalmente fue la plaza de La Casilla. Con este pabellón el Ayuntamiento quiso añadir valor urbano a la zona como anticipo del pelotazo urbanístico que ya preparaba con la venta del solar de la antigua casa consistorial de Abando y el notable incremento de la densidad edificatoria para lo que se construyese sobre ese solar. Pero veamos, poco a poco.

Resumiendo al máximo, la historia de ese lugar fue así. Cuando Bilbao en 1870 se anexionó la parte baja del municipio de Abando, incluidas las inmediaciones de Albia, donde estaba su histórico edificio consistorial, la demarcación restante tuvo que dotarse de una nueva casa de gobierno y el lugar elegido fue la zona alta del paraje de Indautxu, denominada Zugastinobia, en terrenos del caserío Bidegurtzeta, junto a la nueva carretera a Santander, cerca de unas cocheras para servicio de los carruajes que por allí transitaban. Abando era uno de los municipios rurales más ricos de Bizkaia; sus tradicionales tinglados y astilleros junto a la ría, su fértil vega cultivada por múltiples caseríos dispersos y sus frondosos montes le proporcionaban altas rentas; la cercanía de Bilbao, por supuesto, ayudaba mucho y la cortedad del suelo urbano de la Villa obligó a que algunos de sus equipamientos más importantes (ferrocarril, casa de misericordia, plaza de toros, almacenes…) se instalaran en la circunscripción vecina; igualmente, no pocas familias adineradas habían construido palacetes en aquellos desahogados y atractivos parajes campestres. La fuerte resistencia de la mayoría de vecinos abandotarras a ver anexionada parte de su jurisdicción territorial por la pujante Bilbao no tuvo éxito.

Acto de auto-afirmación como municipio independiente y de resistencia frente a las manifiestas ambiciones de Bilbao por apoderarse de todo su territorio, la idea no consistía sólo en dotarse de un nuevo edificio consistorial, sino en crear un auténtico centro cívico-comunitario para un municipio que aún seguía siendo grande, rico y poblado. El nuevo ayuntamiento (1880-87, arq. Julián Zubizarreta) vino a definir el lateral Oeste de lo que sería futura plaza y que se completaba con un grandioso frontón para más de 5.000 espectadores y juego de bolos (1885-87), anexo a la izquierda del consistorio, mientras que el elegante colegio San Antonio (1892, arq. Daniel Escondrillas), impulsado por la iniciativa privada, se ubicó a la derecha, separado. Para financiar los dos edificios municipales el Ayuntamiento de Abando solicitó un empréstito de 200.000 pesetas en 1883, pudiendo dar comienzo a las obras en 1885. En 1890, anexionada por Bilbao la totalidad de Abando, aquella casa consistorial se reutilizó como Asilo para Huérfanos. Poco después, en 1903, ya bajo gobierno bilbaíno, el arquitecto Severino Achúcarro se encargaría de remodelar y ampliar el edificio del juego de pelota, «aprovechando en lo posible el frontón y los materiales del mismo«, para reconvertirlo en Escuela de Ingenieros.

El contratista que ejecutó las obras, tras logarlo en pública subasta, se llamaba José Antonio Olabarría.

Fragmento del plano general (1890) en que se muestra el detalle referido a la casa consistorial, escuelas, casas de maestros/maestras, frontón y juego de bolos. El frontón inicialmente previsto era mucho más pequeño que el realizado después.

Alzado frontal del proyecto de reforma del antiguo Ayuntamiento de Abando reconvertido por Severino Achúcarro como Asilo de Huérfanos en 1891. Su aspecto exterior no tuvo modificaciones.

Casa consistorial de Abando una vez convertida en Asilo de Huérfanos, a la derecha e izquierda pabellones bajos con aulas escolares para niños y niñas.

En 1899 el arquitecto Antonio Carvelaris dibujó la planta del juego de pelota o frontón. El frontis tenía 11 metros de ancho por 11 de alto, la longitud de la cancha era de 80 metros. La anchura total del edificio alcanzaba los 37,95 metros. Aunque dejó de funcionar como frontón en 1897, tras inaugurarse el de la calle Euskalduna, continuó a la espera de ser reutilizado con otras funciones, como así sucedería al cabo de tres años.

La plaza de La Casilla -o de la República de Abando- surgió como un espacio de planta trapezoide entre la nueva carretera hacia Portugalete-Balmaseda-Santander, en su recto tramo Zabálburu-Basurto, (hoy Autonomía), y el cruce de caminos Albia-Rekalde-Iturrigorri (hoy Gordóniz) y Elejabarri-Amézola (hoy desaparecido), antes de que entre 1891 y 1895 se excavara la trinchera por donde circularía el tren minero de Cantalojas a Olabeaga (hoy Avenida del Ferrocarril).

Escuela de Ingenieros Industriales al poco de entrar en funcionamiento en 1903, tras reconvertir el frontón municipal para lo que este edificio había servido con anterioridad. La falta de una fotografía del aspecto exterior del frontón de Abando nos impide saber hasta qué punto se conservó aquella o se hizo esta otra completamente nueva, aunque por el lujo y ornato que se decía que poseía el frontón bien pudiera ser que Achúcarro la conservara tal cual con mínimas modificaciones. A la derecha y adosado a la anterior, asoma el pabellón para vivienda de los maestros que trabajaban en la escuela de niños/niñas integrada en el edificio consistorial.

Fachada trasera de la Escuela Ingenieros (1900, arq. Severino Achúcarro). Esta fachada sí era nueva, con notables diferencias estilísticas respecto a la delantera.

Planta baja de la Escuela de Ingenieros (1900, arq. S. Achúcarro). El cuerpo de las aulas orientadas a la fachada y su galería de distribución ocupaban exactamente la misma superficie que la zona de graderío destinada al público en el frontón.

Espacio de La Casilla alrededor de 1900. Vista de la plaza completamente libre (salvo por la presencia del kiosko) desde el extremo Sur, donde décadas después se construirá el pabellón deportivo.

Kiosko portátil diseñado por Daniel Escondrillas en 1885 para la plaza de La Casilla.

Vista aérea y desde la trasera del pabellón deportivo en 1966. Para su construcción hubo que talar gran parte del arbolado. A su izquierda, cubierta alargada de la Escuela de Peritos.

Vista delantera del pabellón deportivo, al poco de ser inaugurado en 1967. A la derecha, aún subsistía la antigua casa consistorial de Abando y, detrás del pabellón, la racionalista Escuela de Peritos, ocupando el solar de la Escuela de Ingenieros y antes, del Frontón de Pelota y originariamente, del caserío Bidegurtzeta. El espacialidad inicial de La Casilla no sólo se vio reducida a menos de la mitad, sino que además quedó atravesada por una calle nueva, a sumar a las dos laterales que ya tenía. Al fondo, los edificios de viviendas en Rekalde.

Esquema de la plaza de La Casilla (en verde) según el reciente plan fracasado del Ayuntamiento de Bilbao, con el futuro nuevo pabellón ocupando el mismo espacio que el actual. Supuestamente, se eliminaría el tráfico en toda su extensión y en la perpendicular Zugastinobia..

Paralelamente, durante la última década del siglo XIX y primera del XX en el costado Este de la plaza se levantaron edificios de viviendas por pisos para familias de clases medias y populares que en lo laboral eran subsidiarias de las necesidades institucionales, docentes y deportivas de los edificios situados en el lado de enfrente, así como de las del cercano ferrocarril minero. Estas viviendas ocupan una parcela triangular comprendida entre las calles Autonomía, Gordoniz y la propia plaza de La Casilla, siendo atravesada por la calle Zugastinobia, topónimo superviviente de un antiguo caserío de la zona.

Así pues, la época dorada de aquel espacio urbano con sus monumentales construcciones cumpliendo las funciones para las que fueron erigidas no llegó a una década. Con numerosas reformas y modificaciones siguieron en pie hasta mediados del siglo XX. El viejo frontón/escuela de ingenieros fue demolido en 1963 para construir la Escuela de Peritos y una residencia de estudiantes (arq. Jesús Rafael Basterrechea Aguirre). En 1962 se derribó el Colegio San Antonio, el cual en 1908 se había reconvertido como Cuartel Reina Victoria (hasta 1931), volviendo a funcionar como edificio docente público durante el periodo 1931-59. En 2013 también se derribó la Escuela de Peritos.

El antiguo ayuntamiento fue finalmente abatido en 1968. El solar era de propiedad municipal y el consistorio lo vendió tras concederle una edificabilidad desproporcionada para construir cuatro torres-muralla en filas paralelas. Esto, sin duda, hizo enormemente atractivo el emplazamiento para promotores inmobiliarios y generó una fantástica plusvalía al vendedor. En 1969 el arquitecto de esas torres-muralla de promoción privada fue el funcionario municipal Germán Aguirre, quien pocos años antes había intervenido en el levantamiento del cercano pabellón deportivo, siendo también el autor del nuevo asilo en el Monte Umbe, a donde fueron los niños/niñas que quedaron desplazados de La Casilla. Esto que puede calificarse como genuino pelotazo dio lugar a un espacio urbano de calles asfixiantes y volúmenes desmesurados. En otras palabras, todo el costado Oeste de La Casilla ha sido un constante hervidero de derribos y construcciones hasta lograr la aberración que es hoy. Entre 1963 y 1973, en particular, aquí todo se orientó, radicalmente, hacia un enorme fracaso urbano que, no obstante, fue un gran negocio para algunos individuos, eso sí, a costa de la ciudad.

Vista aérea de La Casilla en un planteamiento del año 2014 que pretendía recuperar sus dimensiones originales, eliminando el pabellón deportivo. A la izquierda, la manzana triangular atravesada por la calle Zugastinobia. A la izquierda, las cuatro torres-muralla levantadas en el solar de la antigua casa consistorial de Abando.

Al hacer un balance de lo sucedido alrededor del espacio urbano de La Casilla nos encontramos con una curiosa paradoja: todos los grandiosos inmuebles que parecían destinados a perdurar siglos y replicaban estilos pomposos con la firma de arquitectos locales de prestigio sucumbieron sin llegar a cumplir 100 años de existencia y, sin embargo, las modestas construcciones de viviendas por pisos concebidas por discretos maestros de obras, situadas frente a aquellos otros, continúan de pié y en pleno uso residencial 125 años después de haberse levantado.

Cuerpo central de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao.

7 comentarios sobre “La Casilla: nacer fuerte y fracasar acto seguido

      1. Ez dago zergatik, Juan. Me parece evidente que después del maltrato histórico que ha recibido La Casilla el Ayuntamiento de Bilbao le debe una gran reparación que aminore los perjuicios causados ya que la desaparición de todos ellos no es posible. Y esa reparación sería la recuperación de la integridad espacial originaria, como te he dicho, eliminando el tráfico rodado en superficie y sin pretender construir un aparcamiento bajo el suelo de la plaza. El parque de Ametzola, mucho más grande y cercano, podría acoger otro pabellón deportivo, lo cual aliviaría La Casilla sin perder ese servicio municipal.

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  1. No puedo estar más de acuerdo con lo que indica. Lo mejor a mi manera de ver, sería recuperar la plaza original íntegra y si fuera absolutamente necesario edificar un nuevo pabellón de los deportes, el lugar podría ser el solar que ocupó la demolida Escuela de Peritos.

    Muchas gracias por la información facilitada.

    Luis Gonzalo Lobato

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