Plaza Elíptica: la gran demolición/sustitución (IV)

/ Javier González de Durana /

En esta fotografía inédita de mayo de 1901, a la derecha, se observa la parte baja de la fachada del primer edificio construido en este solar. El solar siguiente, donde se levantaría a partir de 1906 el inmueble de Paulino de la Sota (comentado en el tercer capítulo de esta serie), está aún vacío. A la izquierda, tras el ramaje de los árboles se ve el inmueble en la esquina de Alameda Recalde 36 / Plaza Elíptica (será comentado en el siguiente capítulo, el quinto). Vacío está también el solar donde se edificaría, adosado al anterior, el inmueble modernista de Pedro Montero (arq. Luis Aladrén+Jean Baptiste Darroquy, junio de 1901).

A Álvaro Chapa

No se ha podido localizar el proyecto de construcción del primer edificio en esta parcela situada entre la Gran Vía (pares), la Plaza Elíptica y Ercilla (impares). Alguna información indica que fue diseñado por Severino Achúcarro en 1902, pero el dato de la fecha es erróneo: existe un documento fotográfico de fecha anterior en el que se observa el inmueble al poco de edificarse. No he podido confirmar que Achúcarro lo diseñara, pero es probable que lo hiciera. El promotor del inmueble fue el empresario Pedro Govillar Ellacuriaga. A diferencia del palacete de Víctor Chávarri, situado enfrente, éste presentaba hacia la Plaza un carácter majestuosamente urbano. Constaba de semisótano, entreplanta, cuatro plantas y mansarda. La fachada de la entreplanta y el primer piso estaba adornada con sillares moldurados y pilastras rematadas por encima de los capiteles con pedestales y bolas, especialmente enfatizados sobre el portal de acceso en el centro de la fachada. Los dos pisos bajos funcionaban como gran zócalo para las plantas superiores, en color claro con relieves de bandas horizontales. La mansarda se retiraba discretamente sin ocultarse del todo, la cual se convirtió años más tarde en piso, de baja altura. Las esquinas estaban cubiertas con unos singulares miradores en ángulo recto; las cinco filas de huecos en la fachada a la Plaza presentaban balcones en voladizo para las dos filas extremas mientras las tres intermedias lo hacían con antepechos entre machones, excepto el del segundo piso, sobre el portal, que también iba voladizo. La intención estilística era neobarroca.

El promotor del edificio, Pedro Govillar, retratado por Adolfo Guiard en un café de París, hacia 1885.

Fue el más imponente edificio de viviendas por pisos de cuantos se habían construido hasta el momento en todo el Ensanche bilbaíno, precursor de los varios que se edificarían en la prolongación de la Gran Vía a partir de 1910. Salvo este fragmento de la fotografía de 1901, no existen documentos gráficos que hagan justicia a la magnífica construcción que fue.

Imagen del edificio hacia 1945, cuando la mansarda primitiva se había convertido en un piso de menor altura que los situados por debajo.

En la imagen de la izquierda se observa parcialmente el edificio de Achúcarro al poco tiempo de construirse, cuando la mansarda no se había convertido aún en la quinta planta del inmueble.

El edificio representaba un buen ejemplo de estratificación social plasmada en arquitectura. Existía un orden jerárquico que expresaba claramente la importancia social de sus ocupantes por medio de la decreciente altura de los pisos según se distanciaban de la calle, siendo «el principal», el primero sobre el gran zócalo, de hecho, la tercera planta. La ausencia de locales comerciales a ras de calle subrayaba la relevancia del inmueble y sus habitantes. Con el tiempo, el inmueble se dividió en dos y la entrada desde la Plaza Elíptica se anuló, habilitándose dos accesos nuevos, uno por Ercilla para llegar a los pisos que seguían siendo viviendas y otro por la Gran Vía, donde los pisos habían reconvertido su uso en oficinas; además, la entreplanta terminó por acoger locales comerciales con entradas desde las dos calles, pero no desde la Plaza.

En mayo de 1972 Alvaro Líbano y Javier Fontán firmaron la Memoria del proyecto de arquitectura que habían preparado para la empresa Locales Mercantiles S. A. Comprendía tres plantas destinadas a sótanos, seis pisos en vertical, un séptimo retranqueado por las calles laterales y un octavo «en forma de torreón o remate» con frente a la Plaza. Aunque la forma exterior no lo evidencie, prolonga la división del inmueble anterior, pues se trata de dos edificios con funciones distintas: el orientado a la Plaza y Ercilla contiene viviendas, mientras el de la Plaza y Gran Vía alberga oficinas. Sobre la solución arquitectónica adoptada, los arquitectos indicaban que «partiendo de un solar irregular, con fachadas a tres vías públicas y con un programa heterogéneo, ya que la propiedad solicitaba viviendas de lujo, oficinas y unos locales en los bajos para la instalación de un banco, era difícil llegar a un edificio uniforme en cuanto a la solución de fachadas con dos funciones totalmente contrapuestas (viviendas y oficinas)«. Sin embargo, lograron la uniformidad, evitando manifestar dos rostros diferentes.

La solución que encontraron fue la de una fachada escalonada, siendo los escalonamientos perpendiculares a la calle Ercilla. Si la fachada pierde la forma curva propia de la elipse, la idea se recupera en la marquesina que separa la planta baja y primer piso (comercial bancario) de los pisos superiores, repitiendo la curvatura, forma y vuelo en la poderosa cornisa que remata la octava planta del edificio. Bajo esa cornisa, el paramento se remete para mostrar los extremos de las vigas que soportan la cubierta, dando a ésta un aspecto de flotación. No todas las fachadas de los inmuebles orientados a la Plaza Elíptica adoptan la curvatura cóncava, plegándose a la forma del espacio urbano; las hay que la respetan y hay fachadas que no lo hacen; incluso la de la Hacienda estatal realiza una curvatura inversa, ¡¡convexa!!

Según Líbano/Fontán «la solución de las fachadas se ha resuelto satisfactoriamente adoptando un tamaño de huecos: mediano de suelo a techo, con la alternancia de paneles ciegos prefabricados de gran calidad, que permiten recoger tabique o armarios empotrados en la zona de viviendas«. En cuanto al cromatismo, «el tratamiento exterior será a base de aluminio anodizado en color bronce, vidrio parasol en gris o metalizado y los paneles prefabricados ya citados, pulidos y construidos con áridos de granito o mármol y cemento blanco«. Las dos esquinas se resuelven de distinta manera: la de la Gran Vía en forma de arista, siguiendo el desarrollo de la fachada y la linde del solar, mientras la de Ercilla lo hace mediante un ángulo recto ciego e interior.

El resultado es un edificio noble, compacto y de cálida visualización. Como gran parte de los de su época, utiliza un módulo para repetirlo, pero gracias al escalonamiento consigue evitar la monotonía de otros. El friso plano que, entre planta baja y primer piso, recorre la fachada y divide ambos niveles es utilizado para la publicidad de las entidades bancarias, en color rojo y con pantalla de vídeo,

A la izquierda, fachada a Ercilla, más larga que la orientada a la Gran Vía. A la derecha, fachadas a Plaza Elíptica y Gran Vía.

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