Mercado de Abandoibarra. Espacio, historia y arquitectura (y III)

/ Javier González de Durana /

A pesar de su condición de Arquitecto Jefe, el proyecto de Guerra fue puesto en comparación con el elaborado por Germán Aguirre Urrutia, quien tenía el cargo de Arquitecto Ayudante de la Dirección de Arquitectura municipal. Las autoridades edilicias, en concreto la Comisión de Gobernación, quisieron tener la oportunidad de considerar y analizar dos propuestas distintas para valorar las ventajas de puntos de vista diferentes, pero de indudable calidad profesional. El punto de partida para ambos técnicos era el informe de necesidades elaborado por la Ponencia de Gobernación el 11 de enero de 1944, dentro del cual su segundo punto recomendaba “huir de toda suntuosidad en la construcción del inmueble”.

 Así, en un informe elaborado a partir de la reunión de la Comisión celebrada el 12 de agosto de 1944 se analizaban en detalle ambas propuestas, señalándose sus puntos fuertes y sus aspectos débiles. El informe no recomendaba ninguna de las dos propuestas, dejando la decisión a cargo de la Alcaldía y ésta se decantó por la de Germán Aguirre, del cual la Comisión citada decía que era “de mayor amplitud y traza más ornamental que el del Sr. Guerra”, si bien tres veces más costoso, pues el primero se presupuestó en 1.732.452 pts. mientras el segundo alcanzaba la cifra de 4.548.421 pts. Este pequeño concurso restringido a los dos principales arquitectos municipales sirvió para establecer de “manera definitiva su criterio”, el cual quedó ratificado el 5 de septiembre de 1944.

Las obras de hormigón se adjudicaron aquel mismo mes e, iniciadas de inmediato, el proceso de construcción se dilató en el tiempo. Dificultades en el suministro de materiales de llegaron a constituir una pesadilla dado el aislamiento internacional que la España de la autarquía vivió durante la década de los años 40. Así lo recogía Juan Carlos Guerra en su informe final: “Comenzadas las obras a un ritmo aceptable (en 1945), fueron demoradas al llegar al forjado correspondiente al techo del sótano, ya que los suministros de hierro y cemento fallaron, y aunque el contratista adelantó parte de algunas cantidades no podía cubrir las necesidades de la misma; y por lo tanto, estas obras se fueron retrasando lamentablemente”.

Planos de la propuesta de Germán Aguirre, mayo y julio de 1944

El proyecto de Germán Aguirre fue el finalmente elegido para el Mercado del Ensanche. Al elaborar el proyecto de ejecución, tras ciertas dudas, algunas cuestiones puntuales variaron para conformar el aspecto que tuvo desde su inicio y que fue éste:

Antes de llegar al diseño exterior definitivo se pasó por la fase en que los cuatro grandes ventanales verticales cerca de las esquinas delanteras estaban sustituidos por hornacinas que acogían estatuas.

Fachadas definitivas, delantera y trasera.

Fachada lateral, definitiva.

Planos del proyecto, revisados los aspectos exteriores, de Germán Aguirre, 1948-49.

Aguirre contemplaba una planta en semisótano, una planta principal en entresuelo y una planta primera en la zona de la fachada principal. En la planta semisótano se situaban los puestos de venta de pescado al corte (puestos cerrados con entrada posterior) y pescado menudo (mesas de mármol frente al público situados en la parte central de esta planta), así como departamentos para la limpieza y la venta de despojos. El resto del semisótano se destinaba a cámara frigorífica, almacenes generales, y servicio de guardería y limpieza. En la planta principal estaban los puestos de venta de carne, frutas, pan, queso y mantequilla. En la planta primera se situaban los puestos de venta de carne lanar, aves y huevos.

En la fachada a la calle Henao y con separación neta de lo anterior se ubicaban los servicios de Administración, Fiel contraste, decomisos, despacho de Veterinario y Laboratorios. Desde esta planta, mediante un voladizo sobre la principal, se podía inspeccionar en todo momento la sala de ventas del mercado. El número de puestos fijos previsto era el siguiente: Ganado vacuno 20, Ganado de cerda 9, Ganado lanar y cabrío 15, Aves y caza 8, Huevos, queso y mantequillas 14, Pan 4, Semillas 2, Despojos 2, Verduras y frutas 16, Pescado al corte 20, Vaciado 2. TOTAL de puestos de venta: 112. En la planta principal se había previsto, además, espacio suficiente para 104 instalaciones provisionales de verdura al por menor, y en el semisótano para 30 puestos de pescado menudo.

 La entrada de mercancías, tanto al almacén como a los puestos de venta, se efectuaba por la parte posterior al mercado, colindante a la fachada a la calle Henao, mediante una calle cubierta que, evitando en lo posible el estacionamiento de vehículos fuera del recinto del mercado, permitía que las calles circundantes pudieran tener un aspecto despejado y la mayor limpieza posible.

El acceso del público se efectuaba por una entrada única de amplias dimensiones situada en la fachada principal, prefiriéndose esta solución a la de entradas múltiples por reunir mejores condiciones y facilitar la vigilancia. La comunicación entre las diferentes plantas se efectuaba por medio de cuatro escaleras de gran anchura situadas en las esquinas del edificio. Junto a la entrada principal y bajo las escaleras de acceso a la planta entresuelo se hallaba un doble grupo de servicios higiénicos, totalmente aislados del resto del edificio.

Construido en hormigón armado con grandes luces, disponía en la planta principal una estructura porticada curva para conseguir gran ámbito y luminosidad. El cierre de las fachadas se concibió realizado mediante fábrica de ladrillo y grandes ventanales de carpintería metálica.

Dibujo para adorno de bronce en fuente de agua, de Germán Aguirre, febrero de 1949.

La ejecución de las obras se encomendó, mediante concurso público, a la Sociedad Limitada Viuda e Hijos de Goiría, de Bilbao, que realizó las estructuras de hormigón, y a la Sociedad Industrias Iberia, de Madrid, que se encargó de las bóvedas de cristal traslúcido.

En enero de 1950 comenzaron las obras de repavimentación de la plaza entonces llamada del Conde de Aresti y de la calle Astarloa. En Plenos municipales de los meses de enero, febrero, marzo y abril de 1950 se aprobaron certificaciones de las obras de cubierta de vidrio y cristalería, carpintería, electricidad, contadores de agua… En los siguientes Plenos fueron sacándose a concurso el suministro de herrería, ladrillos, vidrios, pintura, instalaciones frigoríficas y de cantería. La adjudicación mediante subasta de los últimos puestos que quedaban libres se llevó a cabo el 3 de junio de 1950. La Dirección de Arquitectura convocó el 6 de junio de 1950 un concursillo para el desmontaje de los puestos instalados en el mercado provisional de las calles Mazarredo y Ercilla.

Estado de las obras del nuevo mercado en el otoño de 1949. Como se puede ver, en la parte delantera y en parte de la calle Colón de Larreategui se permitió la instalación provisional de puestos de venta en tinglados precarios. 

Finalmente, el mercado fue abierto al público el 8 (planta sótano) y 9 de junio (planta principal). La inauguración oficial tuvo lugar el 17 de junio, sábado, aprovechándose la circunstancia para dar un nuevo nombre a la plaza, que a partir de entonces pasó a denominarse Conde de Aresti, perdiendo el de Abandoibarra. Asistieron las autoridades habituales, el alcalde Joaquín Zuazagoitia, el presidente de Diputación Javier de Ybarra, el jefe provincial del Movimiento franquista Genaro Riestra, el arcipreste Domingo Abona y Enrique Aresti, hijo del homenajeado fallecido. Actuó la banda de música de la Santa Casa de Misericordia.

La inauguración del mercado se retrasó por razones políticas. Se quiso que el acontecimiento tuviera lugar en vísperas del 19 de junio, como celebración de la fecha-aniversario de la “liberación” de Bilbao por las tropas franquistas. Al mismo tiempo que este mercado de Abandoibarra, se inauguraron más de 1.000 viviendas en el nuevo barrio de San Ignacio, el ambulatorio de Dr. Areilza, la estación de ferrocarril de Abando y otras infraestructuras. Franco visitó Bilbao con tal motivo.

En septiembre de 1944 las obras del nuevo mercado se habían presupuestado en 3.548.165 pesetas, pero el coste real, concluida la obra seis años después, fue de 5.000.000 pesetas. Por su parte, la habilitación de los jardines delanteros tuvo un coste de 610.000 pesetas. La novedad aportada por estos jardines era que para acceder a su espacio interior había que descender unas escalinatas, desde Colón de Larreategui, que conducían a una superficie situada a un metro, aproximadamente, por debajo de la acera de las calles circundantes. Esta disposición proporcionaba a los usuarios del recinto ajardinado una gran sensación de seguridad al quedar protegidos y separados con claridad del tráfico automovilístico. Esta peculiaridad era similar, aunque contraria, a la que facilitaban los jardines de Albia, en los cuales la seguridad venía dada por estar situada su superficie por encima de tres de las cuatro calles que la rodeaban y que, por fortuna, aún es así. 

1950. Conjunto de mercado y jardines recién terminados. El inmueble 17 de Ibáñez de Bilbao aún no se ha construido y en su espacio se observa el edificio de una sola planta con funciones de lavandería.

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