/ Javier González de Durana /

Es desesperante. Ninguna súplica sirve de nada. Todo lo que tiene algún valor patrimonial se va al cuerno. Desaparece otro de los icónicos muros cerca del Museo Guggenheim Bilbao. Pondrán una chocolatería, una tienda de souvenirs o algo así…. No repito las amargas quejas que escribí aquí hace unos meses, pero pongo el enlace. Todo lo sólido se desvanece en el aire.



Olafur Eliasson detestaría ver que semejante destrucción esté ocurriendo ante una de sus obras, en primer término.