/ Javier González de Durana /

Los bilbaínos de cierta edad recordamos bien que en lo que ahora llamamos Avenida del Ferrocarril hace unas décadas existía una trinchera por la que circulaba un ferrocarril. Aquel sistema de transporte quedó obsoleto, la ciudad cambió y el hueco fue ocupado por una calle, motivo por el que tiene un largo desarrollo curvo, coincidente con el que poseía la vía férrea, en una zona donde todas las demás calles son rectilíneas. Por tanto, sabemos que la Avenida del Ferrocarril es como es porque recordamos qué hubo antes en ese espacio urbano.
Cuando el recuerdo se disipa con el paso del tiempo pueden existir escondidos -o apenas perceptibles- elementos que explican formas arquitectónicas y urbanísticas que nos dejan perplejos y para las que, a bote pronto, no encontramos explicación. Antiguos senderos y caminos, callejones y pasadizos, lindes de fincas rurales, acequias… son lugares que, a veces, han mantenido el mismo trazado a lo largo de siglos, impasibles a los cambios históricos y sociales. La arqueología del paisaje estudia el territorio en su conjunto, en cómo se divide, por dónde pasan las vías de comunicación y por qué causa algunos inmuebles tienen una planta triangular, trapezoide o un muro lateral curvo. En ocasiones, estos trazados congelados llegan de forma fantasmal hasta nuestros días. Están entre los edificios urbanos, a pie de calle, entre el espacio público y el privado, no se intuyen ni se ven. Sin embargo, basta con acudir a cartografía histórica, antiguos planos parcelarios y fotografías aéreas para descubrirlos.
El urbanismo moderno hace tabla rasa del territorio sobre el que decide actuar. El informal urbanismo pre-moderno dejaba muchas huellas sobre el terreno, a veces unas sobre otras y por lo habitual avasallando el gran propietario de suelo al más débil y pequeño, mientras que el formal urbanismo moderno deja menos testimonio de las pre-existencias, pero dispone de mecanismos de actuación más justos y equilibrados. Cuando una ciudad se plantea un nuevo desarrollo urbano, todos los propietarios del suelo elegido se agrupan para aportar cada uno su parte y beneficiarse proporcionalmente de la edificación que el ayuntamiento planea para esa zona. Así desaparecen sus fincas, pero es más coherente y ganan todos al cambiar el régimen de tenencia. El principal de esos mecanismos se llama ‘juntas de compensación’ y se encargan de redefinir el parcelario de acuerdo a las necesidades modernas. Después los arqueólogos del paisaje estudian las líneas congeladas que quedan atrapadas por la historia.
El caso del Ensanche de Bilbao, como el de Barcelona, fue de tabla rasa. Apenas nada sobrevivió en las 150 hectáreas del territorio rural del Abando urbanizado de acuerdo con el planeamiento de Alzola, Hoffmeyer y Achúcarro: la iglesia de San Vicente, la Casa de Misericordia, el trazado de la calle Hurtado de Amézaga (definido con anterioridad por la estación y vías del ferrocarril de Abando) y poco más. Las antiguas divisiones parcelarias, así como los caseríos, palacetes, estradas, arroyos y bosques desaparecieron para conseguir calles perfectamente alineadas, conformando una trama geométrica de bloques-manzana. Dentro de cada manzana los límites de las nuevas parcelas adoptaron idéntico rigor: el linde del fondo, en paralelo a la calle, y los laterales, perpendiculares a ésta, consiguiéndose lotes con superficies cuadradas o rectangulares que en conjunto liberaban un gran espacio interior, el patio de manzana.
Sin embargo, durante los primeros años de la puesta en marcha del plan del Ensanche bilbaíno, más o menos entre su aprobación en 1876 y 1890, la gestión no fue todo lo controlada y eficiente que debería haber sido, dando lugar a desajustes que dejaron huellas-fantasma. No las vemos, pero ahí están. Mostraré dos casos.
Primer caso. Explica la insólita estrechez de la fachada a la calle Henao de su inmueble número 38 y la diagonalidad de las medianeras entre los 36 y 38.

Fragmento del plano del proyecto de Alzola, Hoffmeyer y Achúcarro (1873-76)
1873-76. Entre las futuras calles Alameda Recalde (vertical-derecha), Iparraguirre (vertical-izquierda), Ajuriaguerra (horizontal-arriba) y Henao (horizontal-abajo), en rojo, se dibuja una preexistente parcela irregular, en negro, parte de la cual quedaba sobre la que sería vía pública Henao. El interior de la parcela no contenía en este momento ninguna edificación. Por el linde sur discurre la estrada que unía las zonas de Albia y Basurto.

Fragmento del plano elaborado por el Ejército (1889)
1889. Dentro de la parcela y sobre la futura vía pública aparece una construcción cuyo propietario no tuvo en cuenta -o no le importó- su forzosa provisionalidad. Sin embargo, quien sí tuvo en cuenta la futura alineación de la calle Henao fue el constructor del inmueble que se levantó en 1886 a la derecha de la parcela, pues ajustó su fachada al límite edificable, adaptando la medianera izquierda al borde de la irregular parcela vecina, lo que le obligó a darle una incómoda diagonalidad; tampoco el fondo de la parcela que adquirió el promotor para construir en ella era muy regular, pues se vio obligado a trabajar en una superficie trapezoide. El maestro de obras que se encargó de esta edificación, que aún hoy existe con número 36 en Henao, fue Ángel Iturralde Bolinaga.

Ortofoto de Google Maps (actual)
Actual. En 1923 el arquitecto Pedro Ispizua Susunaga concluyó el conjunto de dos inmuebles con números 40 y 42 en la calle Henao (a la izquierda e idénticos), adaptándose a la nueva regular parcelación adquirida por el propietario de ese suelo. Pero resultó así que entre el edificio número 36 levantado treinta y siete años antes y el reciente número 40 quedaba una parcela de superficie irregular y con pocos metros lineales a la calle. Aquel mismo año de 1923 Ispizua recibió y aceptó el encargo de darle salida edificatoria a este lote

Fotografía actual
Actual. El edificio azul es el construido en 1887, que se adaptó por el frente a la futura calle y en su medianera izquierda se vio condicionado por la colindante propiedad parcelaria pre-Ensanche; el que tiene en su planta baja un toldo verde es de 1923; y el situado entre ambos es el que se vio obligado a mostrar a la calle su estrecha fachada, si bien según se penetra en la parcela el edificio se ensancha.
Segundo caso. Explica la existencia de un callejón interior en el portal del inmueble 3-5 bis de la calle Uribitarte, la diagonalidad de sus medianeras y la existencia de la calle Travesía de Uribitarte.

Fragmento del plano realizado por Francisco y Juan Solinis (1806), previo al del Puerto de La Paz diseñado por Silvestre Pérez
1806. En la zona de Albia se reconoce la ría, la isla de Uribitarte, la iglesia de San Vicente y abundante arbolado en sus inmediaciones. Junto al cauce del brazo lateral de la ría que conformaba la isla, vemos un edificio que, por estar tan lindante al agua, pudo ser un molino, una curtiduría o un establecimiento industrial similar. La isla se creó artificialmente en 1654 para evitar inundaciones y desapareció al ser unida de nuevo a tierra, en 1873, para ampliar el muelle.

Fragmento de fotografía (c. 1868)
c. 1868. Vemos la trasera de la iglesia de San Vicente, a su izquierda la casona de los Arana, en primer término un inmueble de cuatro plantas con cubierta a dos aguas y, detrás de éste, a su derecha, el tejado de un tinglado bajo y alargado. El viejo edificio ribereño al agua no aparece en la imagen, pues de haber sobrevivido hasta este año se localizaría más a la derecha. El inmueble de viviendas y su pequeño anexo lateral ofrecía el frente a lo que años después sería la Travesía de Uribitarte, siendo su presencia la causa del nacimiento de dicha calle, pues en el plano del Ensanche no estaba prevista. Ante él se desplegaba lo que Emiliano Arriaga describió en Vuelos cortos de un chimbo como «el varadero de las barcas, era el playazo que había a la entrada de la Glorieta por la parte de Ripa…».

Fragmento de fotografía (c. 1870-a)
c. 1870-a. A la izquierda de la iglesia de San Vicente, junto al brazo artificial de agua que conformaba la isla, vemos mejor el tinglado bajo y alargado y que ante él se ha levantado un edificio de cinco plantas con cubierta a cuatro aguas; el edificio de la fotografía anterior, más bajo, queda oculto por la nueva construcción. En esta imagen no es posible reconocer el volumen del pequeño edificio histórico colindante al agua, quizás por quedar a la izquierda, fuera de la imagen, o por haber sido sustituido por la nueva construcción pues el emplazamiento parece ser el mismo.

Fragmento de fotografía (c. 1870-b)
c. 1879-b. En esta imagen, complementaria de la anterior, vemos la iglesia, la casa de los Arana (a la que se ha adosado un balcón cubierto en voladizo), el nuevo edificio de cinco plantas en lo que con el tiempo se configurará como esquina de las calles Uribitarte y Travesía de Uribitarte, unos almacenes de carpintería, el playazo de barcas y la isleta. El extremo del tinglado próximo al agua asoma con forma de mancha oscura a la derecha del edificio de cinco plantas; el pequeño edificio con cubierta a dos aguas queda oculto tras los almacenes de carpintería.

Fragmento del plano del proyecto de Alzola, Hoffmeyer y Achúcarro (1873-76)
1873-76. Se registra la iglesia, el tinglado bajo y alargado, que iba desde la futura calle Uribitarte hasta el linde de una parcela donde estaba el inmueble de cuatro plantas, y el nuevo edificio de cinco plantas que la aplicación del plan urbanístico ya no preveía junto al agua, pues la isla desaparecía. Aquí y en la siguiente imagen podemos comprobar con claridad que tal linde fue lo que dio lugar a la aparición no prevista de la Travesía de Uribitarte.

Fragmento del plano elaborado por el Ejército (1889)
1889. La Travesía de Uribitarte ya se encuentra casi edificada por entero y, aunque la parte inferior tiene acceso libre, por la superior, hacia Ibáñez de Bilbao, todavía se mantenía cerrada. A espaldas del edificio de cinco plantas, entre él y el tinglado bajo y alargado apareció un bloque compacto, casi con seguridad como complemento del tinglado. Todo este conjunto fue derribado para levantar en 1889 una nueva construcción de viviendas por pisos diseñada por el maestro de obras Daniel Escondrillas Abásolo y que en 1939 Ricardo Bastida rehabilitaría al haber quedado dañada por los bombardeos de la guerra civil (este edificio aún existe). También se ven las primeras edificaciones en la calle Uribitarte, diseñadas en 1882 por el maestro de obras Lope Uribe Angoitía -nótese que entre ellas existen unas callejas cortas para salvaguardar derechos de paso preexistentes-, que serían sustituidas en 1895 por las actuales edificaciones de la mano de otro maestro de obras, Francisco Arias Estañón, quien obligado a respetar uno de esos pasos integró en su edificio el callejón que se muestra en las dos últimas imágenes.

Ortofoto de Google Maps (actual)
Actual. Vemos el complicado ángulo formado por el encuentro de la calle Uribitarte (abajo y curvilínea) y la Travíesa de Uribitarte (hacia arriba y rectilínea). Los edificios están conformados a base de medianeras diagonales de mampostería en las plantas bajas, supervivientes de aquel tinglado bajo y alargado. El callejón existe para dar paso a unas viviendas que entonces se levantaron en este confuso y mestizo lugar.

Actuales. Portal 3-5 bis y callejón interior hacia las viviendas situadas al fondo. El muro de piedra sigue el desarrollo que tuvo el tinglado bajo y alargado que hemos visto antes.
Han sido dos casos, pero hay más, como el callejón de Zollo, junto al numero 11 de la Alameda de San Mamés, vestigio de una estrada rural que comunicaba las inmediaciones del palacio de Zabalburu con la finca Estraunza, y el pasaje en el portal número 6 de la calle Acebal Idígoras. Dejo sin mencionar otros para que quien quiera se entretenga en localizarlos.

Una peluquería existente en la planta baja del edificio 3-5 bis de la calle Uribitarte ha tenido el buen detalle de dejar parcialmente a la vista el muro de mampostería superviviente del antiguo tinglado, así como la pared diagonal, en ladrillo, y la falta de ortogonalidad de los pilares de la construcción forzada a ajustarse en 1895 a la preexistencia edificada.
