Más sobre fachadas y enmascaramientos

/ Javier González de Durana /

Hace unos meses publiqué aquí un artículo titulado Fachadas ventiladas y pérdida de identidad que tuvo numerosas lecturas y comentarios. Se manifestó una clara división de opiniones acerca de los beneficios y perjuicios que ocasiona el que actualmente se estén forrando las fachadas de muchos edificios construidos durante la segunda mitad del siglo XX con el argumento del ahorro energético y gracias al dinero procedente de los fondos europeos «Next Generation».

Mi punto de vista apuntaba al hecho de que el ahorro energético -algo necesario por completo- tenía un precio que quizás no se estaba percibiendo hoy, consistente en la pérdida de los valores de diseño originales en edificios que recibían esta cobertura o piel ahorrativa, como un nuevo traje que el viejo inmueble recibía. Lo que a algunos les parecía una desaparición lamentable, el desvirtuamiento de las señas de identidad de una época, a otros, sin embargo, les gustaba, pues consideraban que el revestimiento añadido no sólo ahorraba energía, sino que además permitía ofrecer a la construcción un aspecto más moderno, limpio y hasta elegante, frente a las fachadas de ladrillos o cerámicas de aquellos años 50, 60 y 70.

A la vista de algunos resultados y ante la inevitabilidad del proceso, me limitaba a señalar que ciertas realizaciones habían sido llevadas a cabo con nulo respeto a las preexistencias y de manera tosca y chapucera, y que era necesario que quienes recibieran el encargo de acometer estos trabajos lo hiciesen de manera que la pérdida de identidad fuese la menor posible y, en todo, caso, reversible, ya que nadie puede imaginar qué nuevos adelantos técnicos permitirán en el futuro lograr los mismos o mayores ahorros energéticos al tiempo que posibilitan el regreso a la imagen original del edificio.

Viene al pelo recordar el caso de un edificio singular localizado en San Antonio, Texas, el Hedrick Building, erigido a finales de los años 20 del siglo XX en un estilo art-decó con impregnaciones ornamentales de lo que allí denominan Spanish Colonial o Barroque. Tras la 2ª Guerra Mundial todo aquel mundo anterior de construcciones con fuertes lenguajes expresivos y narrativos empezaron a ser considerados anticuados frente al estilo internacional propugnado desde la Escuela de Chicago y basado en prismas limpios de líneas puras, fachadas acristaladas… Así, a principios de los años 60, los propietarios del Hedrick Building decidieron venderlo y para resultar más atractivo ante posibles compradores modernizaron toda su fachada y la de un pequeño pabellón anexo con un revestimiento de cristal y aluminio y un juego visual basado en lineas horizontales paralelas, alternando claro y oscuro, cruzadas verticalmente por finas líneas rojas.

Sesenta y tantos años después, en 2017, una nueva propiedad decidió sanear el viejo edificio de oficinas y reconvertirlo en viviendas, alentados por la municipalidad para devolver la vida al desertizado downtown urbano. La sorpresa fue mayúscula cuando al empezar a retirar las planchas de aluminio y vidrio descubrieron la hermosa fachada original que había permanecido oculta y que, gracias al cuidado con que se hizo el revestimiento, se conservaba en perfecto estado. Lógicamente, lo que en los años 60 fue considerado moderno y vistoso frente a la decadente y oscura fachada original, ahora ha pasado a ser visto como anticuado y poco respetuoso con el medio ambiente, recuperando el estilo art-deco la cálida elegancia del ladrillo, la piedra y la terracota. La nueva propiedad se plantea restaurar las fachadas por los daños provocados al introducir los anclajes de las planchas de aluminio y prepara la solicitud para ser declarado la figura equivalente en Texas al Bien de Interés Cultural y, así, beneficiarse de la reducción del pago de impuesto que este calificación posibilita.

¿Quién nos asegura que no viviremos algo semejante dentro de 50 años con los edificios que ahora están siendo atropelladamente recubiertos?

El pabellón anexo al edificio que funcionó como night-club durante los años 20 y 30, siendo también recubierto con aluminio y cristal durante los 60.

La prensa local celebró en su momento la construcción de este edificio cuyo aspecto original había caído en el olvido. El periódico San Antonio Express le dedicó una enfática porta el 26 de marzo de 1928 con motivo de su inauguración.

2 comentarios sobre “Más sobre fachadas y enmascaramientos

  1. Aunque nivel mas local y de menor entidad, es de valorar la reforma que se está haciendo en los bajos del edificio que hace esquina entre las calles Bertendona y Lutxana, de Bilbao, donde se está recuperando la decoración original de los pilares y ha reaparecido la firma del arquitecto Manuel M. Smith que ha estado oculta durante décadas

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    1. Tienes mucha razón, pedromari, ese es un precioso edificio al que dos bares situados en la planta baja, uno justo en la esquina y otro ya metido en Bertendona, alteraban y modificaban su aspecto original a causa de una aplacados, bastante vulgares por cierto. La recuperación del aspecto que le dio M. Mª Smith es un acierto muy bueno. Curiosamente todos los demás huecos de la planta baja se conservan intactos.

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