El canal de Deusto no está en Venecia

/ Javier González de Durana /

Los órganos de gobierno de la Bienal de Venecia decidieron el pasado día 18 de diciembre que sea Hashim Sarkis (Beirut, Líbano, 1964) el próximo comisario general de la Bienal de Arquitectura que en su 17ª edición tendrá lugar entre el 23 de mayo y el 29 de noviembre de 2020. Sarkis, con oficinas de arquitectura en Beirut y Boston desde 1998, es Decano de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Massachusetts Institute of Technology (MIT). No es la primera vez que tiene relación con la Bienal veneciana, puesto que fue el comisario del pabellón de Estados Unidos en 2014 y del de Albania en 2010.

Las dos conexiones conocidas de Sarkis con España proceden de su colaboración con Rafael Moneo, entre 1996 y 1999, para quien trabajó en el proyecto de centro comercial y lúdico denominado «Los zocos de Beirut» (The Souks of Beirut), y de su investigación sobre la obra de Josep Lluis Sert (Josep Lluis. The Architect of Urban Design, New Haven, Yale University Press, 2008).

Aparte de la reciente noticia de su nombramiento como comisario, quiero traer aquí a Sarkis por otro motivo, no carente de cierto humor. El 13 de mayo de 2013 dio a conocer una carta abierta -escrita por él, pero atribuida a Michel Ecochard- dirigida al Alcalde de Beirut. Ecochard, arquitecto francés fallecido en 1985, había trabajado en 1943 en la redacción del primer plan de ordenación urbana de Beirut y fue en 1963-64 el autor de un nuevo masterplan para esa ciudad.

Dado que Ecochard llevaba 28 años muerto cuando Sarkis dio a conocer la carta supuestamente firmada por él, la misiva empezaba recordando que “se dice que la gente muere dos veces, una cuando sus cuerpos son enterrados, y otra cuando sus nombres no son pronunciados nunca más. Yo le escribo, casi treinta años después de mi primera muerte para reclamar mi derecho a la segunda”. Es una creencia que existe en todas las sociedades: “hilak ez dira hiltzen biziok haien izenak ahazten ez ditugun arte”, sin ir muy lejos; más infrecuente es que alguien desee que su nombre sea olvidado. ¿Por qué Ecochard -según Sarkis- querría semejante olvido/muerte y por qué dirigiría tan insólita petición al alcalde de la capital del Líbano?

La razón era que “cada vez que se comete un crimen urbano contra su ciudad, mi nombre es mencionado como una autoridad que no puede ser cuestionada. Cada vez que una licencia de construcción exige que el nuevo edificio retranquee su fachada respecto a la calle, destruyendo la línea de continuidad de las fachadas en esa calle, Vd. asegura que eso fue idea de Ecochard”. Es cierto que el arquitecto quiso que el aire circulara mejor entre los edificios y las estrechas calles de la vieja Beirut, pero “eso no era para hacerse a costa de la habitabilidad de las calles o para que esas zonas retranqueadas fueran utilizadas como aparcamientos”. Lo que pretendía el supuesto autor muerto de la carta era que el Alcalde dejara de mencionar su nombre como argumento de peso ante atropellos que Ecochard nunca habría aprobado.

Así, también decía desde ultratumba que él había concebido muchas de las carreteras y autopistas que el Alcalde estaba desplegando sobre el territorio circundante a Beirut, pero le recordaba que eso “era en parte para proteger la ciudad histórica (ahora también destruida) y para crear una ciudad moderna cerca de esta como un medio de absorber el crecimiento y evitar la congestión”, admitiendo que el “sacrificio de ciertas partes de las ciudades antiguas” para lograr determinados objetivos fue uno de los “errores de mi generación”.

«Ningún edificio histórico es sustituible», aseguraba a continuación. «Cuando destruyes un edificio, se acabó. Cuando una sociedad decide que (un edificio) contiene valores de su legado histórico entonces Vd. debe respetuosamente aceptar esos valores, debátalos si es necesario, pero no los destruya. Y no permita a los arquitectos esconder su complicidad en estos crímenes mediante el recubrimiento de los nuevos edificios con fachadas historicistas que se parecen a las antiguas. Esto es peor que el crimen mismo (…) La preservación y la modernización no son incompatibles”.

Otro de los errores que, aunque tarde, reconocía haber tenido el arquitecto fallecido fue creer que, como era planificador urbanista, “tenía todas las respuestas a los problemas de la ciudad. Pensé que el urbanismo era una ciencia y que esa ciencia tenía mejores respuestas que un proceso democrático”. El autoritarismo y la arrogancia de algunos científicos durante el siglo pasado estuvo causado por «el sueño de la razón» que ya intuyeron Francisco de Goya y Mary W. Shelley.

La carta, escrita por Sarkis en nombre de Ecochard, es deliciosa en otros aspectos, como ese final en el que el francés asegura que “también cometí el error de no trabajar lo bastante en disociar ni nombre de este infausto masterplan. Tales manchas son difíciles de eliminar y Beirut puede muy bien negarme el derecho a mi segunda muerte. Estoy preparado para asumir la vergüenza y vivir (o morir) la infamia para siempre”. Asumir los errores cometidos no implicaba aceptar resignadamente como propios los errores que, utilizando su nombre, cometieron políticos y arquitectos después.

Es poco frecuente encontrar urbanistas que reconozcan sus errores; mucho más habitual es topar con el político que, escudado en el nombre de un arquitecto-urbanista afamado, encuentra en él o ella la excusa perfecta y el blindaje acorazado para cometer tropelías que sin el amparo de ese “prestigio exterior” no se atrevería a llevar adelante.

Y de los canales venecianos que recorrerá Sarkis en 2020 pasamos a Deusto, que no está en esa ciudad, pero que por fin tiene un canal. Ya iremos comprobando cómo se lleva a cabo el plan de Zaha Hadid y veremos si los promotores de viviendas presionan al Ayuntamiento para realizar estudios de detalle que vayan modificando puntualmente lo que la arquitecta iraní concibió. Ojalá no haya dentro de treinta años una carta supuestamente firmada por ella y dirigida al alcalde de Bilbao, pero escrita por un colega del futuro, en la que reconozca que las cosas no han salido como ella imaginó en Zorrotzaurre.

Desde luego, lo que no comprendo bien es por qué los edificios industriales históricos que se ha decidido preservar cambian tan radicalmente su aspecto exterior: el edificio de IDOM, inaugurado a mediados de 2011, se construyó en apenas un año, aprovechando el antiguo Depósito Franco, según la propia empresa, dentro de la filosofía de mantener la memoria industrial de Zorrotzaurre, pero lo cierto es que, si bien la construcción nueva posee cualidades innegables, nada recuerda su pasado portuario. ¿Conservar sus estructuras portantes y mantener la volumetría es suficiente para considerarlo preservación de la memoria?

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Depósito Franco, aspecto portuario anterior
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IDOM, aspecto actual.

AGEMASA era otro magnífico y poderoso edificio que fue amputado y lo que sobrevivió se convirtió en el Pabellón de Remo. Recortarlo fue necesario porque su presencia obstaculizaba el flujo del tráfico hacia el futuro puente que comunicará Deusto con la isla ese lugar, pero ¿era necesario ocultar su origen industrial para que cumpliera con suficiencia la nueva función?

¿Qué van a hacer DIGIPEN, As Fabrik y la Escuela de Arquitectura de Navarra, entre otros, en los edificios industriales desde los que operarán al borde del agua del canal? ¿También se reconvertirán tanto que olvidaremos su origen a base de maquillaje hasta convertirlos en aceptablemente modernos de acuerdo con la idea de «modernidad» que tiene el Ayuntamiento de Bilbao, consistente en dejar atrás o enmascarar toda huella visible de la actividad portuaria, naval e industrial?

No nos saquen en el futuro el nombre de Zaha Hadid en forma de inapelable e intocable Sagrada Custodia para cometer urbicidios que ella desaprobaría.

El canal de Deusto no está en Venecia, pero ojalá Hashim Sarkis viniera a Bilbao para dar algunas charlas instructivas acerca de cómo conservar y reutilizar los pabellones ubicados en sus orillas. Nos diría que tan pernicioso es dotar a edificios nuevos con fachadas de apariencia antigua como aplicar envolventes modernos a edificios industriales históricos.

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AGEMASA, aspecto histórico.
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AGEMASA, aspecto histórico de la planta baja, hoy parcialmente demolida.
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AGEMASA, aspecto histórico de la planta primera, hoy parcialmente demolida.
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Derribo parcial de AGEMASA.
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Aspecto actual de la antigua AGEMASA, reutilizados sus restos como Pabellón de Remo.

2 comentarios sobre “El canal de Deusto no está en Venecia

  1. Mila esker, Javier, por estas lecciones de cultura arquitectónica tan necesarias en una ciudad que ha perdido absolutamente todos sus valores culturales. No hay más que ver que en los 18 que cita el Ayuntamiento la cultura no está presente. Bilbao avanza progresivamente hacia su ruina identitaria arquitectónica. No sé a qué viene la gente una vez saciada la ansiedad por el Guggenheim o por la festivalización de la ciudad, de gentes que llegan y no sabes dónde están, según sus declaraciones, y con galardones comprados en el mercado de los títulos y distinciones, como de Mejor Ciudad Europea 2018, demostrable por imprudencia de sus mentores, o Mayor of de World, pagado al abogado británico que gestiona estos festejos, lo mismo que los concursos de misses, las estrellas Michelin al cartel de cocineros o las canciones de Eurovisión. El dinero lo decide todo. Y todo esto ocurre con la gravísima responsabilidad como cómplice indiferente de un Colegio de Arquitectos, en realidad en este caso de su Delegación en Bizkaia, cuyo silencio es comprado por 100.000 € recibidos del Ayuntamiento, responsable el concejal Asier Abaunza, y otro tanto de Diputación, con el fin de organizar un congreso Bienal BIA para autosatisfacción tripartita de las instituciones citadas y el sanedrín organizador. En esto también existen arquitectos responsables, como el que proyecta el derribo del antiguo lavadero de Barrainkua. Nada hay que hacer, la ciudadanía está autosometida en la creencia de que el maldito turismo, el poder de la Hostelería, cual impositiva mafia, los pintxos y el Athletic salvarán este paraíso contaminado por de la incultura y la insensibilidad.
    Es la destrucción democrática de la ciudad y el territorio, que contrasta con el magnifico mural que utilizas, me permito por amistad el tuteo, en el encabezamiento de este blog, que ojalá les bloqueara a esta estirpe política su instinto básico destructor.

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    1. Ez dago zergatik, Iñaki. Ciertamente, se detecta una connivencia muy poco sana para la ciudad entre Ayuntamiento y empresas inmobiliarias . Es difícil encontrar una época en la historia de Bilbao en la que las decisiones urbanísticas hayan estado tan condicionadas por los intereses económicos de las empresas privadas. En los comienzos del desarrollo del Ensanche de Alzola-Hoffmeyer-Achúcarro unos intereses similares provocaron la aparición de la calle Ledesma, no prevista en los planos de estos. Las calles Diputación y Arbieto, tampoco previstas, surgieron por la necesidad de la Diputación de disponer de un solar aislado para su palacio foral, lo cual también satisfizo a los constructores, pues consiguieron más viviendas con fachadas a la calle, aunque esto fuera a costa de eliminar o reducir los patios de manzana.
      Vamos, que presiones para modificar los planes urbanísticos y lograr un más intenso aprovechamiento del suelo a costa del espacio público siempre han existido con excusas de variado pelaje, pero nunca, creo yo, al nivel en que lo estamos viviendo ahora. Así que connivencias entre Ayuntamiento y promotores inmobiliarios estoy seguro de que existen y me gustaría poder probarlo alguna vez. Sin embargo, lo del “silencio cómplice” o el “silencio comprado” de la Delegación en Bizkaia del COAVN… me cuesta aceptarlo, quizás porque no quiero creer que tal cosa pueda estar sucediendo. Es verdad que esa entidad está callada ante determinados sucesos sobre los que su autoridad profesional y cultural sería escuchada con mucha atención por los responsables institucionales y, seguramente, en algunos casos además sería comprendida y aceptada, evitándose males ciertos. Como lo fue en tiempos anteriores ante la amenaza municipal de autorizar ciertas actuaciones. No quiero creer que una dádiva para ponerse medallas, “pro sua domo”, reduzca su responsabilidad pública hasta el punto de disipar su voz. Supongo que se dirá que esa responsabilidad no existe en el COAVN, que la única a la que se debe es a la responsabilidad profesional de los arquitectos, como individuos y como colectivo.

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